EL MUNDO › ATACARON SU AUTO CON BOMBAS Y MATARON A UN CUSTODIO Y DOS TRANSEUNTES

Hieren al embajador de Polonia en Bagdad

A pesar del atentado, el gobierno polaco, dirigido por un ultraconservador, anunció que no retirará sus tropas de Irak. El ataque vulneró la Zona Verde y el embajador fue rescatado por agentes de la cuestionada agencia Blackwater.

La Zona Verde ya no es lo que era. Ayer, por primera vez, un embajador de un país de la coalición liderada por Estados Unidos resultó herido en un atentado en Irak. El líder de la delegación diplomática polaca, el general Edward Pietrzyk, quedó atrapado en su auto después de que tres bombas explotaran. Luego de varios minutos, sus escoltas lograron sacarlo a rastras. Uno de ellos murió por las quemaduras, mientras que dos transeúntes fallecieron, presuntamente, por los disparos de los guardaespaldas del embajador. Apenas unas horas después del atentado, el primer ministro polaco, Jaroslaw Kaczynski, salió a tranquilizar a sus amigos en Washington. “Desertar es siempre la peor de las soluciones”, aseguró.

Numéricamente, Polonia no es un objetivo militar importante para la insurgencia. Su importancia, en cambio, radica en que es el aliado más fuerte e incondicional con el que cuenta la Casa Blanca en Europa. Mientras Gran Bretaña está poniendo fecha a su retirada del sur iraquí, Varsovia está discutiendo la posibilidad de ampliar su contingente de 900 soldados en el país árabe. A pesar de la actual crisis política en la que está sumido el gobierno de Varsovia, los mellizos Kaczynski –presidente y primer ministro– no dudan en seguir apoyando la aventura en Irak, que sólo goza de la simpatía del veinte por ciento de los polacos. “La retirada es una solución que no aporta nada de positivo, sin hablar de su dimensión moral”, sentenciaba ayer el premier.

El actual contingente polaco se concentra principalmente en el sudeste iraquí, en Diwaniya. El sábado pasado el ministro de Defensa polaco anunció que están analizando si será necesario aumentar las tropas a principios del año próximo. Ayer, la embajada estadounidense en Irak recordó ese gesto y resaltó la amistad con Varsovia. “Polonia es un aliado inquebrantable aquí y en el resto del mundo”, sostuvieron en un comunicado conjunto el embajador Ryan Crocker y el general David Petraeus.

A diferencia de los anteriores ataques dentro de la Zona Verde, el atentado contra el embajador polaco requirió una importante preparación y planificación. En el pasado la insurgencia optaba por métodos más simples, como el lanzamiento de cohetes desde afuera de la zona más protegida de la capital. Pero esta vez, todo el operativo fue dentro de la Zona Verde. El atentado tuvo lugar en la avenida Arasat, en un cruce con una calle que lleva a la residencia del embajador polaco.

El momento elegido fue la mañana, cuando el diplomático se traslada en auto de su casa a la embajada. Tres bombas escondidas en el borde de la calzada explotaron exactamente cuando pasaba el convoy del general Edward Pietrzyk, quien además de ser embajador ejerció como comandante de las fuerzas polacas en Irak. Según relataron testigos, las explosiones se registraron con unos segundos de intervalo y les sucedieron varias ráfagas de tiros de los guardaespaldas que acompañaban al diplomático. Aunque todavía no hubo confirmación de las autoridades iraquíes, las personas que presenciaron el atentado aseguraron que fueron esos disparos los que mataron a las dos víctimas que no eran de la delegación polaca. Uno de ellos sería un taxista iraquí que, sorprendido por las explosiones, intentó escapar.

Según fuentes diplomáticas polacas y estadounidenses, los guardaespaldas dispararon contra un grupo de hombres con fusiles que intentaron atacar los tres autos, que ya ardían en llamas en la calle. En medio de ese tiroteo los agentes polacos sacaron al embajador del auto y lo arrastraron hasta sacarlo de la calle. A los pocos minutos, cuentan testigos, llegaron dos helicópteros de una empresa de seguridad privada en uno de los cuales subieron al embajador y lo llevaron a un hospital. El parte médico se resumió en quemaduras leves en 20 por ciento del cuerpo.

Casualmente, la empresa de seguridad privada que fue al rescate del embajador polaco no era otra que Blackwater, la compañía norteamericana que en las últimas semanas se convirtió en sinónimo de exceso y violencia. Ayer, mientras los agentes de la empresa estadounidense recibían las gracias del general Pietrzyk, en Estados Unidos su situación seguía empeorando. Ya no serían nueve las víctimas de la masacre del 16 septiembre pasado, que conmocionó al gobierno iraquí y a la sociedad norteamericana. Según publicó el diario The New York Times, el supuesto tiroteo entre los agentes de Blackwater y un grupo de insurgentes habría dejado un saldo de al menos 17 civiles muertos y 23 heridos. Estas nuevas cifras, agregó el matutino, demostrarían que la versión inicial de la empresa de seguridad privada no es verdadera. Los agentes norteamericanos habían sostenido que respondieron en forma proporcional a los disparos que recibieron de supuestos insurgentes. El resultado, no obstante, no fue proporcional. Ninguno de los hombres de Blackwater murió ni resultó herido.

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Soldados norteamericanos montan guardia frente al auto que transportaba al embajador.
 
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