EL MUNDO › OBAMA DEBE CONVENCER A MAYORES Y ESCéPTICOS

Cuando movilizar a veces no alcanza

 Por Antonio Caño *

Desde Washington

Barack Obama ha vuelto a dar signos de la excepcionalidad de su candidatura con una concentración, el domingo en Portland (Oregon), de más de 75 mil personas, la más grande de esta larga campaña electoral y uno de los mayores actos políticos de los últimos años en Estados Unidos. Ese enorme mitin, además de un ejemplo de a lo que John McCain se enfrenta, es una muestra de las mejores virtudes y los principales defectos del propio Obama.

Las virtudes son, obviamente, su capacidad de movilización, su atracción entre los más jóvenes y apasionados seguidores, que disfrutan con este tipo de eventos, su poder de seducción entre la población blanca –también entre la negra, por supuesto– de estados como Oregon, prósperos, vanguardistas, preocupados esencialmente por asuntos como la guerra de Irak o el calentamiento global.

Sus defectos se reflejan en la dificultad de trasladar esa movilización a las personas mayores y escépticas, que deciden el voto en el sofá de su salón, o a los estados más deprimidos y conservadores, que todavía ven con recelo que llegue a la presidencia un afroamericano inexperto y de exótico nombre. El propio Obama reconoció ayer en Oregon lo extraordinario de su situación actual, virtualmente convertido ya en aspirante a la Casa Blanca: “Hace un año nadie hubiera podido imaginar que un tipo negro de 46 años llamado Barack Obama pudiera ser el nominado demócrata”. Pero, oficialmente, todavía no lo es.

Antes de Portland, el 20 de abril, Obama sorprendió a todos reuniendo a 45 mil personas en el centro de Filadelfia, una de las mayores concentraciones nunca vistas allí. Dos días más tarde perdió las primarias de Pensilvania. En Dallas, Obama juntó a 25 mil personas en un pabellón de deportes y perdió después las primarias de Texas. Y perdió también en California, después de haber movilizado a más gente que nadie en Los Angeles y San Francisco.

Una y otra vez ha quedado de manifiesto la dificultad de Obama para trasladar contundentemente a las urnas la pasión callejera que su candidatura despierta. Aquí radica la principal esperanza de McCain para las elecciones presidenciales de noviembre.

Sin embargo, por muy fundamentada que esté esa esperanza, sería igualmente imprudente infravalorar el efecto que una movilización popular como la que Obama consigue –y la energía que ese movimiento genera– puede tener frente a un candidato de 71 años del mismo partido que George Bush.

A la espera de cómo será el desenlace de la carrera demócrata –recaudadores de fondos de los dos candidatos han empezado ya a establecer contactos–, Obama y McCain afilan sus armas para el último y verdadero duelo. Ambos expondrán el martes sus argumentos en uno de los principales campos de batalla para noviembre: Florida. Los dos pronunciarán importantes discursos allí en estos días, en busca de un electorado que puede ser decisivo.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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