EL PAíS › EL MINISTRO DE EDUCACIóN DE LA CIUDAD RECIBIó CUATRO HORAS DE CUESTIONAMIENTOS EN LA LEGISLATURA POR LA FALTA DE OBRAS EN LAS ESCUELAS

Un ministro que se quedó sin respuestas por las tomas

Alumnos, padres, gremios y legisladores de la oposición criticaron la falta de obras en las escuelas y cuestionaron la orden de denunciar ante la policía a los adolescentes. Bullrich reconoció que los reclamos de los estudiantes “son legítimos”.

 Por Carlos Rodríguez

Más que un ping pong de preguntas y respuestas frente a diputados de la oposición, alumnos, padres y docentes, el ministro de Educación porteño, Esteban Bullrich, tuvo que pararse ayer frente a una máquina lanzapelotas que no le dio respiro a lo largo de cuatro horas. En ese tiempo, escuchó críticas muy duras por las demoras en las obras de infraestructura educativa y por el memorándum que propició la intervención policial en los colegios. Distintos expositores coincidieron en que la medida “es autoritaria” y tiene “resabios de la dictadura militar”. Bullrich respondió que “nunca se intentó perseguir a nadie, sino resguardar la seguridad de los estudiantes”. Por otro lado, el ministro presentó su plan de infraestructura educativa (ver aparte) y aseguró que en dos años “se invirtió en escuelas un 50 por ciento más que en los cuatro años de gestión anterior”, dato desmentido en forma rotunda por el diputado Francisco “Tito” Nenna.

Sobre el memorándum, al que la jueza Elena Liberatori ordenó dejarlo sin efecto porque no se condice “con una sociedad democrática y republicana”, Bullrich sostuvo que fue dictado por “solicitud del rector de una de las escuelas tomadas, con el único fin de resguardar la seguridad de los chicos. El rector no podía ingresar al colegio, en razón de la toma, y tenía información de que habían ingresado bebidas alcohólicas a la escuela”. La explicación generó murmullos de incredulidad. El funcionario admitió que, antes de difundir el memorándum, tendría que haberse reunido con el director general de Educación de Gestión Estatal, Roberto Angrisani, para “mejorar la redacción y evitar malas interpretaciones”.

Bullrich juró que “nunca se tuvo la intención de perseguir o sancionar a nadie. Sólo se quiso preservar a los chicos”. Al abrir su exposición, antes de las preguntas y comentarios de los asistentes que colmaron el salón Montevideo de la Legislatura, Bullrich aseguró que desde la asunción de Mauricio Macri como jefe de Gobierno “se invirtió en las escuelas un 50 por ciento más que en los cuatro años de gestión anterior”, a cargo primero de Aníbal Ibarra y luego de Jorge Telerman. “Cuando llegamos a la gestión había 300 escuelas sin calefacción y hoy todas la tienen.” Aclaró que 35 de esos colegios cuentan sólo con “caloventores que van a ser reemplazados por estufas de gas durante el año próximo”.

Las primeras críticas las planteó el docente Eduardo López, secretario general de UTE, quien aseguró que el gobierno porteño “invierte más en baches o en veredas que en alumnos o en escuelas”. Aseguró, en contra de los dichos de Bullrich, que “no hay calefacción en 45 escuelas”. López también cuestionó los dichos de los funcionarios macristas respecto de que las tomas tienen un “contenido político” y recordó que “a los chicos de La Noche de los Lápices también los acusaron de hacer política”.

Manuel Gutiérrez, de Ademys, consideró a su turno que el discurso del gobierno “retrotrae a las peores imágenes de nuestra historia”. Después hablaron alumnos de algunos de los colegios en conflicto. Federico, de la escuela Fernando Fader, pidió a los legisladores presentes que “no sean cómplices de la política del gobierno” y que “trabajen junto con nosotros para lograr que se ejecuten todas las obras”. En igual sentido se manifestaron alumnos de las escuelas Falcone y Mariano Acosta; Silvia León, madre de uno de los alumnos que tomaron el colegio Julio Cortázar, del barrio porteño de Flores, y Mariano Rodríguez Otero, profesor del colegio Joaquín V. González.

En su intervención, el diputado Gonzalo Ruanova aseguró que “no ayuda en absoluto a la resolución de los conflictos actuales las intervenciones del ‘analista de política latinoamericana Horacio Rodríguez Larreta’, quien afirma que son ‘chavistas’ los chicos que están reclamando por sus derechos”. Agregó que “tampoco ayuda intentar meterles miedo a los alumnos y a los padres. El método de pegarles en los nudillos a los chicos ya no se usa más en este país”, dijo en alusión al memorándum 912.750.

Bullrich insistió en que “nunca se tuvo la intención de formar listas negras”. Admitió, incluso, que la escuela es “un buen lugar para la formación de cuadros políticos”, aunque aclaró que “esas actividades deberían realizarse fuera de las horas de estudio”. Y luego recalcó: “Todo está bien, menos la toma de escuelas, porque eso atenta contra la voluntad de los que quieren estudiar y de los profesores que quieren enseñar”.

Después habló el diputado Sergio Abrevaya, quien le recordó a Bullrich que el macrismo asumió con una ventaja que no tuvieron otros gobiernos porque la Legislatura aprobó “una ley especial para construir 28 escuelas. Ustedes dijeron que las iban a hacer, pero no lo hicieron”. La diputada María Elena Naddeo planteó que la Ley de Educación Sexual tiene un presupuesto de 2 millones de pesos y que al 30 de junio “solamente se ejecutaron 1586 pesos, que representa el uno por mil”.

Todos los oradores cuestionaron el memorándum que propicia las “listas negras”. La crítica más dura fue del diputado Marcelo Parrilli. Comparó la medida macrista, que propicia la identificación y denuncia policial de los alumnos que participan en la toma de escuelas, con “la directiva 504/77 firmada por Jorge Rafael Videla” en plena dictadura, en el marco de “la lucha antisubversiva”. Bullrich estalló y dijo, muy enojado: “Nunca se puede comparar una medida dispuesta por un gobierno democrático, elegido por el voto, con la disposición de una dictadura a la que nadie eligió”.

Sobre el final, Bullrich reconoció que los reclamos de los alumnos “son legítimos”, aunque insistió en que “deben levantarse las tomas de los colegios, porque ésa es una forma ilegítima de peticionar”.

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Esteban Bullrich insistió en que “nunca se intentó perseguir a nadie, sino resguardar la seguridad de los estudiantes”.
Imagen: Rafael Yohai
 
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