EL PAíS › OPINIóN

Fragmentos y silencios de un discurso político

 Por Mempo Giardinelli

Así como en Fragmentos de un discurso amoroso Roland Barthes ensaya sobre el amor mediante ingeniosas retórica, escenas y variaciones, podría practicarse una paráfrasis aplicada a la política argentina, en este caso concreto al kirchnerismo y en base a las declaraciones de los precandidatos del Frente para la Victoria para suceder a la Presidenta en diciembre.

En jugosas entrevistas publicadas en este diario el domingo 4, se pronunciaron en estas páginas los postulantes Julián Domínguez, Aníbal Fernández, Agustín Rossi, Daniel Scioli, Jorge Taiana y Sergio Urribarri, con el llamativo silencio del séptimo precandidato ya lanzado: Florencio Randazzo.

Prácticamente todas las encuestas indican que uno de esos siete dirigentes sería votado por entre el 30 y el 35 por ciento de la ciudadanía. Con lo que –salvo aluvión unificado de votos detrás de los candidatos opositores Macri, Massa, Binner, algún radical u otro resultante de la interminable interna de FA-Unen– es conjeturable que entre ellos y acaso algún octavo candidato que podría aparecer a último momento podría estar el futuro mandatario de esta nación.

Por supuesto, nunca es ocioso analizar discursos. Pero lo que esta columna quiere en esta ocasión es detenerse en un aspecto mucho más llamativo, y que refiere NO a lo que dijeron –las coincidencias son muchas, en líneas generales– sino más bien lo que NO dijeron. Lo callado.

Y es que en todas las encuestas hay indicios de que nadie podría seriamente descartar que en esta ocasión la ciudadanía decida su voto mirando no tanto las coincidencias sino más bien los asuntos en los que faltó pronunciamiento.

Y sucede que en la producción periodística de Página/12 del domingo pasado quedaron en evidencia algunos temas fundamentales de esta república que ninguno de los precandidatos tocó. Por lo menos dos: la Justicia y la Ley de Entidades Financieras. Que no son cuestiones menores y que a todas luces es grave obviar. Y sin embargo no hubo matices en esto: la unanimidad de los precandidatos, más que sugestiva, es inquietante.

Y más lo es, todavía, si se observa que otros tres temas gravitantes tampoco fueron mencionados, y no son de menor importancia: las políticas ambientales; los programas de transparencia en la gestión pública; la política de salud.

Todo indicaría, al menos al día de hoy, que los millones de votantes K (por llamarlos de alguna manera englobadora, que es lo que sucede a la hora del recuento post comicial) tendrán que decidir entre Daniel Scioli y uno de los otros seis o siete precandidatos. Resulta extraña, entonces, la falta de estos pronunciamientos. Sobre todo cuando en todas las veredas opositoras ya está clarísimo, en general, cuáles serán las decisiones políticas que ejecutarán:

- No tocar el sistema de administración de justicia, pero sí desmantelar todos los avances democratizadores de los últimos años.

- No modificar la Ley de Entidades Financieras de Martínez de Hoz, profundizada por Menem, Cavallo y otros, perfeccionando incluso el sistema empresarial-agrario-bancario que favorece la especulación por sobre la producción y la transparencia.

- Inclinarse ante los fondos buitre aceptando las decisiones de Thomas Griesa, reendeudando descontroladamente al país como hicieron en el pasado.

- Repudiar la tradición democrática de más de 30 años de reivindicación de los derechos humanos.

- Reconvertir al Estado en títere servil de empresarios, banqueros y transnacionales, como en los tiempos de Menem-Neustadt-Cavallo.

- Volver a viejos modelos represivos con participación de las diversas fuerzas armadas y policiales en la llamada “lucha contra el narcopoder y la inseguridad”, estos últimos dos, en esencia, los mayores argumentos y anhelos del grupo Clarín, constituido ya en el más poderoso opositor ideológico al Gobierno.

A la vista de semejante perspectiva, que es evidente como que sale el sol cada mañana, hubiese sido interesante que los candidatos Domínguez, Fernández, Randazzo, Rossi, Scioli, Taiana y Urribarri se refirieran a todo eso.

Es claro que todavía están a tiempo. Y ojalá lo hagan cuanto antes. Y no sólo para captar votos sino para que la ciudadanía sea más consciente. Sin dudas, los votantes agradecerán que ellos se apliquen a tales docencias.

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