EL PAíS › OTROS CASOS DE MUJERES QUE PUDIERON SOBREVIVIR

Reencuentros de hijos y madres

Mario no es el único hijo de desaparecidos que fue apropiado y que podría reencontrarse con su madre. Aunque los son escasos, dado que el plan sistemático de los represores incluía el asesinato de las mujeres luego de dar a luz, hay al menos otros seis nietos que a la vez que recuperaron su identidad, recuperaron a su madre.

Tamara Arze nació el 22 de julio de 1974 y, cuando tenía un año y medio, su madre, Rosa Mary Riveros, fue secuestrada. La niña vivió al cuidado de una pareja hasta que una patota irrumpió en la casa y las fuerzas de seguridad dejaron a Tamara con unos vecinos. Rosa fue liberada en 1981, consiguió asilo en Suiza y buscó siempre a su hija en contacto con las Abuelas. En junio de 1983, las abuelas Mirta Baravalle y Rosa Roisinblit fueron hasta una casa en Guernica y tras una larga búsqueda localizaron a Tamara. La madre envió un casete donde le contaba a su hija qué había pasado, cuánto la extrañaba y todo lo que la había buscado. Tamara viajó a Suiza.

Los hermanos María Eugenia y Felipe Gatica Caracoche fueron recuperados poco después del regreso de la democracia y pudieron encontrarse con sus padres. En 1976 Ana María Caracoche y Juan Oscar Gatica tuvieron dos hijos. María Eugenia nació el 6 de febrero y Felipe el 23 de diciembre.

María Eugenia fue secuestrada en marzo de 1977 en la casa de una pareja que la estaba cuidando. Un mes después, su madre y su hermano corrieron la misma suerte. La mujer recuperó su libertad en mayo de 1977. Ella y su esposo buscaron a sus hijos y encontraron a Felipe en agosto de 1984. Otra familia lo había anotado como su hijo. María Eugenia había sido inscripta como hija propia por el comisario Rodolfo Oscar Silva y su esposa Armanda Elisabeth Colard. Fue restituida por un juez penal casi un año después, el 18 de septiembre de 1985.

En 2002, después de 26 años de búsqueda, Sara Méndez se reencontró con su hijo Simón Antonio Gatti Méndez. Las dictaduras argentina y uruguaya los habían separado en julio de 1976, cuando un grupo de tareas secuestró a la madre y se llevó al bebé, de veinte días de vida.

María de las Mercedes Moreno tuvo a su hija en la maternidad adonde la habían trasladado desde el Departamento de Informaciones de la Policía de la Provincia de Córdoba –conocido como D2–, que funcionaba como centro clandestino. Encadenada, dio a luz una niña, que fue inscripta como propia por una encargada del Servicio Social de la Casa Cuna cordobesa. La joven recuperó su identidad en 2012.

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