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“Permanentemente se pagan costos políticos, es inevitable que así sea”

Después de la masiva marcha, el Gobierno ve la inseguridad como la primera cuestión conflictiva que realmente lo toca. El consuelo es que “no somos los principales acusados.”

La crisis de seguridad, que golpea de lleno al gobierno de Felipe Solá, amenaza con cruzar las fronteras provinciales y llegar hasta la Casa Rosada. Ayer, el ministro del Interior, Aníbal Fernández, reconoció que el gobierno nacional podría quedar salpicado por los episodios que derivaron en la masiva manifestación en memoria de Axel Blumberg. “Permanentemente se pagan costos políticos, es inevitable que así sea”, reconoció Fernández.
Aunque la demanda de mayor seguridad no es nueva, y de hecho fue uno de los ejes de la última elección bonaerense, el tema explotó la semana pasada, luego de que la comprobación del asesinato de Axel Blumberg terminara en una masiva marcha en el Congreso y la Plaza de Mayo. El jueves, la multitud que reclamó justicia centró sus críticas en la Policía Bonaerense y su responsable político, Felipe Solá, aunque algunos de los cantitos también apuntaron al Gobierno.
Kirchner tomó nota de la situación. Impresionado luego de mirar por televisión la masiva movilización, el Presidente comenzó a presionar al gobernador bonaerense para que apure alguna solución.
Es que, quizá por primera vez desde que asumió en la Casa Rosada, una cuestión conflictiva roza su gestión. “Estamos trabajando para que no sea así”, respondió ayer Fernández cuando lo consultaron por los costos políticos que podría pagar el gobierno nacional si no se exhibe alguna solución a la crisis de seguridad.
En cuanto al proyecto de crear una fuerza policial metropolitana, el ministro del Interior sostuvo que no es una tarea sencilla. “Eso requiere un trabajo muy criterioso y responsable y no es una cosa de un día para el otro. Requiere de muchos estudios para poder definir jurisdicciones y rango de mandos, presupuestos, forma de acción. Estos son temas delicados que no se pueden resolver así como así”, aseguró. Y a continuación agregó que el aumento de la coparticipación a la provincia de Buenos Aires no significaría una solución al drama de la inseguridad en el conurbano. “Uno siempre tiene la misma pizza para repartir y si hay que darle más dinero a Buenos Aires hay que sacárselo a otro, y eso no es tan fácil”, añadió Fernández.
Por lo bajo, en el Gobierno admitían la preocupación por la crisis de inseguridad. “No somos el principal blanco de las críticas, ni los principales responsables, pero es indudable que la cuestión nos salpica”, aseguraban.
Según explicaban, la preocupación se centra en la evidencia de que el reclamo por la crisis de seguridad está liderado por la clase media de la Capital Federal y el conurbano, el sector social que consolidó un consenso sólido a favor del Gobierno. “Es justamente nuestra principal base de apoyo, pero también hay que tener en cuenta que es el mismo sector que protagonizó el cacerolazo del 2001”, recordaban en la Casa Rosada.
Ayer, Kirchner amaneció en Río Gallegos, donde recibió la visita del gobernador de Santa Cruz, Sergio Acevedo. Por la tarde, el Presidente se trasladó a El Calafate, donde tiene previsto descansar el fin de semana junto a su familia.
Aunque no tiene agendada ninguna actividad oficial, Kirchner se mantiene en contacto con Felipe Solá, que durante el fin de semana tiene previsto designar al reemplazante de Raúl Rivara en el Ministerio de Seguridad. Al mismo tiempo, el Presidente estudiará un informe elaborado por el ministro de Justicia y Seguridad, Gustavo Beliz, con una serie de medidas orientadas a buscar soluciones a la crisis de seguridad.

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El ministro del Interior, Aníbal Fernández, ayer bajó expectativas y habló de “estudios” a realizar.
“Estos son temas delicados que no se pueden resolver así como así”, dijo, pidiendo tiempo.
 
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