EL PAíS › EL COMISARIO ETCHECOLATZ ANTE EL JUEZ PLATENSE ARNALDO CORAZZA

Lo enferma perder los privilegios

Corazza le quitó el arresto domiciliario. El represor enumeró una serie de padecimientos físicos y se empezó a sentir mal. Fue llevado a la Unidad de Delitos Complejos de la Federal.

 Por Victoria Ginzberg

Antes de entrar a los tribunales federales de La Plata, el ex comisario Miguel Osvaldo Etchecolatz fue consecuente con su estilo provocador –y falaz–. Dijo a los periodistas que era un “perseguido político”. No parecía enfermo. Pero cuando el juez Arnaldo Corazza le comunicó que le había revocado el beneficio de su detención domiciliaria, el represor se empezó a sentir mal. Enojado, alegó que le había bajado la presión y enumeró una serie de dolencias por las que debía seguir preso en su casa. El magistrado dispuso que el hombre fuera llevado a la Unidad Antiterrorista para que le efectuaran un chequeo médico. Luego decidirá dónde continuará la detención.
Corazza ordenó el arresto de Etchecolatz el lunes, al reactivar la causa Camps, que fue reabierta luego de la anulación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. También fueron detenidos el médico de la Policía Bonaerense Jorge Bergés (que, como Etchecolatz, ya estaba preso) y el represor Norberto Cozzani. Estas medidas respondieron a un pedido de los organismos de derechos humanos querellantes en la causa, entre ellos la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Plata y la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos.
El juez notificó ayer a Etchecolatz que debía terminar de cumplir la pena de 23 años por la que había sido condenado en 1986 y de la que se libró sólo unos meses después gracias a la Ley de Obediencia Debida. Estaba previsto que Bergés cumpliera con el mismo trámite, pero el hombre, que está alojado en la cárcel de Devoto, se negó a ir al juzgado. Hoy tiene que presentarse “bajo apercibimiento de ser llevado por la fuerza pública”. Cozzani, que fue detenido entre la noche del martes y ayer por la mañana, también deberá presentarse ante Corazza.
Etchecolatz llegó a los tribunales cerca de las ocho y media de la mañana. Vestido de traje oscuro a rayas habló, al entrar y al salir, con los periodistas que estaban haciendo guardia en el edificio. Dijo que era un “perseguido político” y que era “inocente”.
Corazza había decidido revocar la prisión domiciliaria de Etchecolatz y mandarlo al penal de Ezeiza. Al enterarse de eso, el represor comenzó a quejarse. Dijo que a su familia le quedaba muy lejos y comenzó a hacer una enumeración de sus dolencias. También señaló que en ese mismo momento se sentía mal y que le había bajado la presión. El hecho fue recibido con desconfianza en el juzgado. Corazza dispuso que el ex comisario fuera llevado a la Unidad de Delitos Complejos de la Policía Federal, donde está presa María Julia Alsogaray. Allí le harán los correspondientes exámenes médicos y luego el juez decidirá si lo manda a la casa o a un penal, que podría ser Marcos Paz.
“Son hombres con aspecto humano, pero que son bestias”, dijo ayer sobre estos represores la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto.

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Miguel Etchecolatz fue llevado ayer por la mañana ante Corazza.
 
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