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Galeano empezó su defensa y se justificó por ir a ver a Menem

Contra lo esperado, el juez Juan José Galeano apareció para
defenderse ante el Consejo de la Magistratura. Denostó al tribunal que lo acusó por su instrucción en la causa AMIA. Insistió con la pista policial.

 Por Irina Hauser

Cuando todo el mundo ya lo daba por ausente, Juan José Galeano apareció ayer en la sala de audiencias del Consejo de la Magistratura para declarar ante la Comisión de Acusación como sospechoso de graves manejos en la causa AMIA que pueden terminar en su destitución. Los consejeros lo habilitaron para dar su versión y desarrolló un monólogo de casi seis horas en el que sólo relató lo ocurrido el primer año posterior al atentado del 18 de julio de 1994. En ese repaso contó que al comienzo de la investigación, luego de interrogar a un desertor iraní en Venezuela, fue a hablar con el ex presidente Carlos Menem porque “la información me superaba y era un tema de Estado”. El juez dirigió sus principales ataques al tribunal oral que al juzgar la conexión local lo acusó de fabricar una pista falsa para mostrar algún culpable. Pero todavía no dio explicaciones sobre las irregularidades que se le atribuyen, como el pago clandestino de 400 mil dólares al desarmador de autos Carlos Telleldín a cambio de que incriminara a los policías bonaerenses.
Antes de explayarse, Galeano pidió por escrito que la declaración fuera a puertas cerradas por si mencionaba “secretos de Estado”. Pero los consejeros le dijeron que no y le pidieron que, en todo caso, se reservara esas referencias para el final de su descargo. Sólo le concedieron que se retiraran las cámaras de TV. En ese contexto, bajo la mirada de sus posibles acusadores, de varios familiares de víctimas del atentado y de un grupo de periodistas, el juez habló públicamente por primera vez en diez años. Seguirá el martes a las 12 pero su testimonio puede durar horas y recién le harán preguntas una vez que termine propio relato.
Confinado en un extremo de la enorme mesa ovalada donde suele sesionar el Consejo y cortejado por su abogado Andrés D’Alessio, Galeano desplegó un discurso monocorde, de apariencia serena, y autorreferencial. Entre anécdotas minuciosas, mantuvo algunos ejes: denostó al Tribunal Oral 3 que absolvió a Telleldín y los policías a los que él había acusado, resaltó la existencia de una “sociedad” delictiva entre el desarmador de autos y los bonaerenses (a los que llamó “la mala policía”), defendió su pesquisa aclarando que era excepcional por involucrar “un acto de guerra contra el país” y señaló “corrupciones privadas” que obstaculizaron su trabajo.
Hasta ahora, el juez evitó cualquier referencia directa a las imputaciones centrales por las que tiene que responder, que surgen de un informe elaborado por los consejeros Marcela Rodríguez (diputada del ARI) y Beinusz Szmukler (representante de los abogados). Ese documento, en el que basó la citación la Comisión de Acusación, le cuestiona a Galeano: el pago clandestino a Telleldín para que en una declaración judicial acusara a los policías, el armado de legajos paralelos inaccesibles para algunas de las partes y de acceso privilegiado para AMIA y DAIA, las declaraciones testimoniales e indagatorias tomadas bajo coacción, la destrucción y extravío de pruebas (videos y casetes), las escuchas telefónicas irregulares y la manipulación de pruebas para complicar, por ejemplo, al ex comisario Juan José Ribelli. Ayer el cuerpo incorporó también los fundamentos del fallo del Tribunal Oral 3, que aluden a las mismas cuestiones –incluso atribuye delitos al magistrado y dice que fue parcial– y concluye que no existe evidencia de que Telleldín supiera que la Trafic que vendió se usaría para la voladura de la mutual judía ni de que se la haya entregado a los policías que estuvieron presos.
Galeano pareció ayer preparar el terreno para hablar del pago a Telleldín, acordado en 1996, pero se negó a profundizar el tema cuando se lo pidió Szmukler. Dijo que prefería hacer “una exposición ordenada” y sembró sutiles anticipos. “Telleldín –aseguró– era la llave para llegar a la verdad material.” “Era un personaje muy especial –agregó–, hijo de un policía que figura en los libros de la Conadep.” Buscó, además, resaltar que antes de que el desarmador involucrara a los policías, ya había en la causa evidencias sobre su vinculación con ellos. No explicó, de todos modos, cómo participaron del atentado terrorista. A las pruebas desaparecidas aludió con una sola frase: “Yo no perdí los casetes”.
Sólo por instantes en que se refirió a la sentencia oral, Galeano tuvo algún que otro exabrupto que buscaba matizar con bocadillos confianzudos. “Perdón, estoy enojado”, gruñó. “Quiero destacar las barbaridades del fallo, que maltrató a toda la Justicia del país”, dijo. Le atribuyó consideraciones “falsas” y “dolosas”. “Hubo ignorancia y animosidad”, disparó. Sostuvo que intentó “llegar a la verdad más cercana posible”. Algunos consejeros prevén que la semana próxima, cuando el juez siga con su descargo, repartirá responsabilidades entre la SIDE y ex funcionarios menemistas. Según el pálpito reinante, parece casi imposible que se salve del juicio político.

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El juez federal Juan José Galeano continuará el martes con el monólogo de su defensa.
 
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