EL PAíS › ANTONIO CAFIERO Y LA CAUSA DE LOS SOBORNOS EN EL SENADO

“Tengo miedo de que el único preso sea Pontaquarto”

El histórico dirigente del PJ planteó la necesidad de llegar hasta el final en la investigación de su denuncia en el Congreso. El rol de los dos arrepentidos. Se mostró partidario de la reelección de Kirchner y de Solá.

 Por Diego Schurman

Dejó los habanos por las pastillas de miel. Pero los 83 años no alteraron el hábito de Antonio Cafiero de hablar de peronismo. Tiene anécdotas para una colección. Y a tono con el signo de los tiempos, las ofrece con fotos históricas en su sitio web www.antoniocafiero.com.ar Pero el ex polifuncionario que recibe a Página/12 en su oficina céntrica prefiere hablar de coyuntura. No es para menos: la irrupción de una nueva arrepentida reactivó la causa de los sobornos en el Senado. Y Cafiero, vale recordarlo, fue quien denunció el tema en el recinto.

“No voy a decir más hasta que la Justicia se expida, y yo confío en que lo va a hacer, porque esto y el affaire del Banco Nación necesitan ser esclarecidos sí o sí. El pueblo no toleraría que se interrumpiera el trámite judicial de estos dos grandes actos de corrupción.”

–De la Rúa lo menciona en su libro...

–Sí, un libro de más de 600 páginas intentando demostrar que es objeto de una conspiración política. La verdad es que tiene grandes dificultades en explicar cómo coincidí yo con el vicepresidente Chacho Alvarez, el jefe de Gabinete Rodolfo Terragno, el ministro del Interior Federico Storani y jueces que dijeron “no tengo pruebas pero tengo indicios concordantes de que han existido coimas”. ¿Cómo puede ser que el señor De la Rúa piense que esto es una confabulación montada por mí? ¿Con qué objeto? ¡¿Para ser reelegido senador hice todo este quilombo?! (Sube la voz enojado.) Es tan endeble el argumento de De la Rúa que en vez de salir a flote se entierra más. Es un libro pesado. ¿Se acuerda de esa frase mía?

–¿Cuál?

–“Argentinos, ¿se imaginan un domingo lluvioso sin fútbol y con De la Rúa presidente?” ¡Qué aburrimiento! Con este libro nos seguimos aburriendo. Nadie puede llegar a la última página. Insisto: yo denuncié las coimas y también Joaquín Morales Solá en La Nación.

–¿Cómo quedó su relación con los pares tras la denuncia?

–Como vice del Senado, cuando presidía una sesión, se levantaban y me dejaban sin quórum. Pero fue lo de menos. Pero déjeme hacerle una confesión: no hay nadie que se anime a atacarme por mi decisión, pero no hay muchos que se animen a alabarme por mi decisión. Y eso me duele. Yo creí que era acreedor al mérito en reconocimiento de mi actitud. No he tenido el reconocimiento que esperaba. Inclusive de los medios de prensa. No tengo presente ninguna crónica que reconozca que un senador peronista se atrevió a denunciar a sus pares por una razón ética y moral. Quisiera poner a muchos que están en la política en mi pellejo a ver si se animaban a decir lo que yo me animé.

–¿A qué lo atribuye?

–Mis pares... bueh..., muchos estaban complicados con la cosa, ¿no? Yo no llevo custodia, voy a la cancha de Boca solo, pero me siento acompañado por la gente. Pero noto que los medios no me dieron bola. No pueden tragar que haya un senador honesto. Va contra la materia periodística.

–Su denuncia se mantuvo por meses en los medios.

–Espere, espere. La noche que hago la denuncia me invita un periodista de televisión y ese periodista, que es muy conocido y del que no voy a dar su nombre porque tengo todas las de perder, me dice: “¿Es la primera vez que en su larga vida política descubre que las leyes se votan merced a dádivas y dinero?” Entonces ¿por qué no te vas a la puta que te parió? Agarré y me di vuelta y me fui.

–No cree que fue porque, por entonces, los políticos estuvieron en un estado de sospecha generalizado. Hubo escraches, cacerolazos...

–Es razonable. Puede ser. Yo fui víctima de ese estado de sospecha generalizado. La gente, en vez de decir “qué tipo honesto”, decía “vaya a saber por qué no participó...”. Gracias a Dios que apareció Mario Pontaquarto, si no todo iba a quedar en la nebulosa. Es muy difícil comprobar este hecho. El que cobra una coima no la deposita en el banco ni pone en la libreta del cheque “coima”. ¡Nooo, querido! Y ahora esa muchacha, Sandra Montero, que confirma todo. Ella no miente cuando dice que yo tenía una relación afectuosa con (el senador rionegrino) Remo Costanzo, que venía de la época de mi interna con Carlos Menem, donde él actuó como una especie de apoderado mío. Después no tuvimos mayormente ocasión de estar juntos o intercambiar ideas. Costanzo me vino a ver para que dejara la denuncia, a lo que le respondí que esto se había terminado, yo no podía dar un paso atrás.

–¿Tiene miedo de que Pontaquarto resulte el único preso?

–Sí. Tengo miedo de que el único que quede preso sea él. Sería una grave injusticia.

Reelecciones y otras yerbas

Hace exactamente cinco años abandonó aquellos cigarros holandeses que fumaba con devoción. “Es el único vicio que dejé”, sonríe. “Con los otros, como el peronismo, siempre firme. A propósito, ¿siguen con eso del Grupo Mausoleo? Porque ¡¡¡yo soy del Grupo Mausoleo!!! (se ríe). Supongo que Kirchner se quiso referir a la antigüedad de muchos dirigentes...”

–Kirchner hablaba de la vieja política, las viejas prácticas. Señalaba a aquellos que por entonces promovieron la edificación de un mausoleo para los restos de Perón.

–Si es en referencia a mí está totalmente justificado. Yo soy peronista antes de que existiera el peronismo. Yo soy preperonista o protoperonista. La plaza del 17 de Octubre me tiene como participante. En ese aspecto que Kirchner diga lo que quiera, igual yo no le doy pelota. La vejez es un estado de ánimo más que una condición física. Y yo me siento muuuuuuy joven. Y tengo la vieja práctica del valor de la palabra y la honestidad.

–¿Se arrepiente de su participación en el menemismo?

–Mi ubicación frente al peronismo es un libro que le voy a regalar. (Instantáneamente saca El peronismo que viene del cajón de su escritorio e invita a leer un texto del periodista Horacio Verbitsky que acompaña el ejemplar.) Le señalé a Menem las deudas que estaba adquiriendo por su inadaptación doctrinaria al peronismo. Yo tomé distancia en el año ’95.

–Enfrentó a Menem desde la Renovación, pero casi una década después fue precandidato a gobernador por el menemismo para enfrentar a Ruckauf.

–Noooooooooooo. Un sector del menemismo me apoyó en mi lucha contra Ruckauf. Y bienvenido. Ru-ckauf no representaba los intereses de la provincia de Buenos Aires. Tenía mucho de ficción su vida política y los hechos me dieron la razón.

–¿Lo ve a Lavagna como una alternativa política?

–Puede participar de un proceso de mejora de calidad institucional. ¿Alcanza? Yo creo que no.

–Hay muchos dirigentes del PJ que lo apoyarán.

–Es una opción de libertad hasta que el PJ oficialice su candidato. Yo me voy a encolumnar con el justicialista que sea..., si hasta alguna vez me encolumné detrás de Menem. Ojo, eso fue cuando me ganó la interna. En el PJ el que gana conduce y el que pierde acompaña. Saludo uno, saludo dos.

–¿Acompaña la decisión de Solá de buscar su reelección como gobernador?

–Mis amigos constitucionalistas me dicen que tiene derecho. Hablo de Da Rocha, Arslanian...Y estoy de acuerdo con que sea reelecto.

–En su página web lo vi en viejas fotos con Fidel Castro. ¿Significó algo para usted su reciente paso por la Argentina?

–Más allá del juicio que merezca su acción como estadista y como político es, humanamente hablando, un fuera de serie. Desborda todos los límites. No sé si para bien o para mal. Que se haya aparecido en Córdoba y arengue al auditorio forma parte de esa personalidad excéntrica que es Fidel Castro. Entre los 500 atentados que Castro registra, uno de ellos pasó muy cerca mío. Yo espero que se mejore, realmente.

–¿De Chávez también piensa que es un fuera de serie?

–Chávez plantea otra política y otra economía. La posición correcta no es rechazar a Chávez. El hace aportes conceptuales. De todos modos, la unión latinoamericana no debe ser un torneo de insultos a Estados Unidos.

–¿Teme alguna consecuencia?

–Puede producir malos entendidos. Pérdida de confianza recíproca. La política de agresión permanente no sirve. Ojo, lo digo tanto de Chávez hacia Estados Unidos como la que este país desarrolla subterráneamente en algunos países latinoamericanos. Hay que conducirlo con madurez y frialdad. Yo no sé si Chávez tiene ese condición.

–¿Y Kirchner?

–Tiene raptos, pero se corrige....

–¿No es un incorregible?

–(Se ríe.) Kirchner es un auténtico peronista. El personifica una nueva etapa en la larga historia del PJ: la de la reconstrucción nacional, que viene después de los años ’90. Con mano firme hay que reconstruir el país. Esto lo empezó Duhalde. Soy viejo como para decir otra cosa. Pero Kirchner lo afirma. Tiene virtudes que hay que reconocerle: ha revalidado la autoestima nacional, la jerarquía y autoridad del presidente de la República, un contacto con la gente y, además, ha tenido suerte, como los generales de Napoleón.

–¿No ve en él rasgos autoritarios y búsqueda de hegemonía?

–Esa cosa de la falta de calidad institucional es para mis viejos oídos de peronista igual que cuando los gorilas nos hablaban del imperio del derecho. Era crear el clima de la Revolución Libertadora. Nos hinchaban con esto los mismos que después fusilaron, encarcelaron, proscribieron, robaron y cometieron las mayores tropelías. Los superpoderes y los decretos de necesidad y urgencia los tomo relativamente. Puede haber en eso, en el rechazo de parte de los dirigentes de la oposición, el mismo pecado que en el ‘55.

–¿Le reclama a Kirchner que convoque a elecciones internas?

–No es un reclamo fuerte, es una expresión de deseo. Se lo dije personalmente. Es una necesidad de la democracia argentina que funcionen los partidos.

–Considera que el PJ no tiene líder, más allá de las formalidades.

–Kirchner ejerce un innegable liderazgo y no creo que haya muchos que se lo disputen. Pero hay que legitimarlo con una elección interna.

–Kirchner no quiere hacer una interna.

–Debe pensar que es una carga más. El me dijo que no quiere ser presidente. Le dije : “Busque otro, busquemos otro”.

–¿No lo hace por sobrecarga de tareas o estrategia electoral?

–Kirchner dice que con el peronismo no alcanza. Yo creo que el PJ bien organizado alcanza y sobra para cualquier cosa. En primer lugar, para asegurar la gobernabilidad del país. Y en segundo lugar, para asegurar la matriz ideológica de la política argentina.

–Kirchner no parece adepto a la simbología peronista.

–En Plaza de Mayo habló del balcón de Perón.

–También subió al escenario a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo...

–Bueno, bueno... yo creo que ése es un mérito de Kirchner. Hizo lo que muchos peronistas no se animaban a hacer: reconciliar al peronismo con los derechos humanos. El PJ fue el que sufrió la mayor cantidad de víctimas de las políticas de terrorismo de Estado. Por alguna razón por la cual seguramente todos tenemos culpas, el PJ no se convirtió en el abanderado de los derechos humanos. Kirchner suplió un déficit.

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Imagen: Leonardo García
 
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