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Una task force para la Triple Frontera, pero sin terrorismo

Argentina, Brasil y Paraguay, con EE.UU. como socio virtual, formaron un grupo para vigilar la región. Pero hay acuerdo en que el tema es el contrabando, no el terrorismo.

“La realidad es que nunca se detectó a un terrorista, una bomba o un campo de entrenamiento de alguna organización fundamentalista en la Triple Frontera –dice un ex jefe de Antiterrorismo de la SIDE–. Siempre fue un fantasma agitado por un sector del gobierno norteamericano y esa visión era y es rechazada en forma tajante, en primer lugar por la inteligencia brasileña, y más tímidamente por nosotros. Y lo concreto es que ni por vías formales ni por vías informales los norteamericanos pudieron exhibir una prueba. Más aún, el Departamento de Estado puso por escrito, en las dos últimas reuniones realizadas en Washington y Brasilia, que no existe actividad terrorista en la Triple Frontera. Eso sí, hay una intensa actividad religiosa islámica que se traduce en recaudación de dinero para la causa árabe. Y es indudable que un porcentaje va a Hezbolá, a la OLP o a Hamas. Para ellos no son organizaciones terroristas y tampoco lo son para los bancos norteamericanos o europeos, porque el dinero se transfiere a través de esos bancos.”

Por primera vez, los gobiernos argentino y brasileño terminaron de redondear el armado de una especie de task force de inteligencia sobre la Triple Frontera, pero –y así lo dice el texto– para monitorear el contrabando, el tráfico de armas y drogas en la zona. El tercer componente de la task force es Paraguay, aunque todos saben que el socio indisimulado de tal organismo está en Washington.

Hasta el momento existe lo que se conoce como el Comando Tres más Uno, pero referido más bien a las fronteras. Lo integran funcionarios de Cancillería, Interior, Migraciones, Aduana, Gendarmería e Inteligencia de Argentina, Brasil, Paraguay y Estados Unidos. El funcionamiento es sólo de reuniones periódicas en las que –según contó a Página/12 un hombre que participó de esos encuentros hace unos años– “los norteamericanos se quejan, dictan la agenda, exigen más controles y a la reunión siguiente se repite la historia. En esencia, los brasileños asistían con una actitud más bien despectiva, aunque eso se transformó un poco cuando el presidente fue Fernando Henrique Cardoso. Lo asombroso es que recién ahora, con Lula en el poder, aceptan la formación de la task force de inteligencia, pero que –al menos en los papeles– no se refiere al terrorismo. Según dicen en la Casa Rosada, el Departamento de Estado norteamericano, en las dos últimas reuniones del Tres más Uno, en Washington y en Brasilia, puso por escrito que no hay actividad terrorista en la Triple Frontera. Por supuesto que para el Comando Sur y otros sectores del gobierno norteamericano eso fue un golpe, les significó perder argumentos para intervenir en la zona y para pelear mayores cuotas de presupuesto en el Congreso de EE.UU. Y el comunicado de la Cancillería brasileña, que anunció la integración de la task force justamente toma eso en cuenta: no menciona la palabra terrorismo, sino que habla de contrabando, drogas y armas.

–¿Existen realmente indicios de actividad terrorismo en la Triple Frontera? –le preguntó este diario a un integrante de la inteligencia argentina.

–Los informes no muestran nada. Es obvio que hay comercio legal e ilegal, movimiento de dinero legal e ilegal, pero no actividad terrorista. La enorme comunidad árabe de la zona hace que, a partir de la religiosidad y la adherencia al Islam, existan remesas de dinero al Líbano o Palestina. Incluso se hace a través de bancos brasileños que mueven los fondos vía Miami.

El ex jefe de la SIDE lo resume así: “Los pocos militantes que pudieran estar más ligados directamente a Hamas o Hezbolá están hoy más en San Pablo y en Iquique que en Foz de Iguazú o Ciudad del Este. Y después del ataque a las Torres Gemelas los síntomas de actividad de solidaridad conesas fuerzas bajaron todavía más, porque hay un enorme control de la CIA y de todos los servicios de inteligencia. Hezbolá siempre tuvo una especie de presidente en Ciudad del Este, Assad Ahmad Barakat, un comerciante que terminó detenido por razones tributarias, pero que actuaba en forma pública y abierta. En Foz de Iguazú hay una inmensa comunidad árabe, la mitad proveniente del Líbano y de origen chiíta. De manera que hay solidaridad con lo que ocurre en Medio Oriente y en la intensa actividad religiosa islámica por supuesto que existe la recaudación de dinero. Para ellos, Hamas y Hezbolá son partidos legales, parlamentarios y lo cierto que ni siquiera las Naciones Unidas han podido llegar a una definición. Es extraño que alguien se sorprenda de que llegue dinero a esas organizaciones, porque no se trata de una actividad encubierta para nada”.

–¿Por qué tanto ruido ahora y la constitución de la unidad de inteligencia conjunta?

–Por supuesto que la guerra en el Líbano y en especial de Israel y Hezbolá pone todas las cuestiones sobre el tapete –dice el hombre de la Inteligencia–. Por supuesto que para la SIDE, Hezbolá estuvo detrás de los dos atentados de Buenos Aires, lo mismo opinaron la CIA y el Mossad. Eso se tradujo en resoluciones del juez Juan José Galeano, que incluso libró órdenes de captura para algunos integrantes del gobierno de Irán, diplomáticos de ese país y el responsable del ala militar de Hezbolá. Sin embargo, cuando ese expediente tuvo que pasar la prueba de la Justicia inglesa, que detuvo al ex embajador de Irán en Argentina, el tribunal británico consideró que las pruebas son débiles y dejó en libertad a Hadi Soleimanpour. La guerra reavivó las presiones norteamericanas. Pero el problema es que, hasta ahora, no aparece ni una prueba de actividad real en la Triple Frontera.

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