EL PAíS › LA MINISTRA NILDA GARRé

“Un capítulo vergonzoso”

“Hay algunos que creen que salvan a las Fuerzas Armadas mediante un comportamiento solidario y corporativo con los terroristas de Estado”, dijo la ministra de Defensa, Nilda Garré, en alusión al pedido de pase a retiro del general Jorge Enrique Altieri porque se le prohibió despedir con honores al represor Rodolfo Wehner. En diálogo con el programa El nombre de las cosas, de Radio Nacional, Garré destacó que “la justicia es la única forma de cicatrizar las heridas y de acercar a las Fuerzas Armadas con la sociedad”.

–¿Cómo se llega a la decisión de ordenar que no se le realizaran honores a este general que falleció el viernes en Salta?

–Este general era, en el momento del Proceso, coronel y estaba a cargo del Regimiento de Granaderos a caballo de manera que era la guardia presidencial, incluso en el momento del golpe de Estado. Estaba ahora procesado por graves delitos, en la causa en la que están también procesados el general Olivera Rovere, que es la causa del Primer Cuerpo del Ejército. Atento que tenía que estar haciendo diálisis dos o tres veces por semana, el tribunal entendió que había que suspender ese juicio para que pudiera atenderse de su problema de salud adecuadamente. No era posible tener una persona en las audiencias en la medida en que tuviera que ser retirada todo el tiempo para ser llevado a diálisis. Realmente por un tema de caridad, un tema humanitario, el tribunal suspendió el juicio. Es decir, que además de los múltiples obstáculos que se pusieron para que en tiempo y forma estuviera condenado por estos hechos aberrantes, hubo una situación en la que por el verdadero y profundo respeto por los derechos humanos que tiene hoy esta sociedad, se determinó que no estuviera todavía condenado. Pero su situación en ese juicio era muy comprometida. En medio de esta situación, se produce su muerte. Obviamente no íbamos a facilitar un regimiento para que fuera velado y le rindieran cualquier tipo de homenajes porque entendemos que es una persona que estaba sometida a juicio por hechos gravísimos y no podíamos ser tan incongruentes frente a esta acción de la Justicia que se interrumpe nada más que por razones humanitarias. De manera que dimos esa orden que motivó el pedido de retiro del jefe de la unidad. El retiro no está fundado, pero uno podría deducir que ha sido por discrepar con esa orden.

–Sí, al parecer ha dicho que él no iba a ser funcional a la destrucción de las Fuerzas Armadas.

–No conocía sus declaraciones ¿Qué no iba a ser funcional a qué?

–A la destrucción de las Fuerzas Armadas.

–Hay algunos que creen que salvan a las Fuerzas Armadas mediante un comportamiento solidario y corporativo con los terroristas de Estado, con aquellos que incurrieron en gravísimas violaciones a los derechos humanos, hechos que le produjeron a las Fuerzas Armadas un deterioro, un desgaste, un alejamiento de la sociedad y que las hicieron incurrir en los hechos más aberrantes, desde robarse chicos, hasta torturar a mujeres embarazadas. Algunos creen que rindiendo honores a los que hicieron esas cosas prestigian a las Fuerzas Armadas. Por suerte la gran mayoría de las Fuerzas Armadas entiende que ése es un capítulo vergonzoso y que hay que cerrarlo con justicia, es la única forma de cicatrizar las heridas y poder iniciar un proceso de acercamiento y de definitiva reconciliación entre las Fuerzas Armadas y la sociedad.

–¿Cómo analiza que se juzgue a militares que torturaron o habilitaron torturas en Malvinas?

–Es otra deuda pendiente, lamentablemente. Siempre se ha juzgado el acierto o el error de la decisión de la Guerra de Malvinas, se han juzgado también a través del informe Rattenbach, los errores de tipo profesional, de tipo táctico. Pero había un capítulo que era el del tratamiento de los soldados conscriptos tanto en la guerra como después de la guerra. Se los trajo casi escondidos y se los ocultó como si los culpables de haber perdido la guerra fueran ellos. Con eso se agudizaron las situaciones de stress postraumático y seguramente, este tratamiento tuvo mucho que ver con los suicidios que se produjeron postguerra. De manera que tanto el tema de juzgar los abusos, como el de reparar el olvido y los agravios que recibieron estos muchachos eran asignaturas pendientes de esta sociedad.

–En otro sentido, pero también con rémoras del pasado, usted tomó una decisión hace pocos meses de pedirle a la misión oficial militar de los Estados Unidos que tenía oficinas en el Ejército y la sede del actual Ministerio de Defensa que buscaran otro lugar donde alojarse.

–Parece una lógica obvia que no puede haber presencia de fuerzas extranjeras, de ninguna fuerza extranjera en el área de la Defensa argentina. Esos eran viejos convenios muy marcados por los principios y los criterios de la guerra fría. Había dependencias, primero en las tres fuerzas, incluso había una oficina de investigaciones de cooperación científica tecnológica en el propio Ministerio de Defensa y entendimos que eso no correspondía. Lo conversamos con las autoridades norteamericanas, con el propio embajador. Entendieron que esas cosas no son lógicas, más aún cuando no existe un mecanismo de reciprocidad.

–No hay militares argentinos en el Pentágono.

–No, claro. Y es lógico. Porque son áreas en las que no es razonable que haya fuerzas extranjeras presentes. Era algo de fuerte sentido simbólico y nos parecía razonable, en un ejercicio de nuestra soberanía, que fueran así las cosas. Las autoridades norteamericanas lo comprendieron. Y dijimos que si ellos no tenían donde ubicarse, podíamos dar alguna instalación por algunos meses en alguna de las áreas civiles del ministerio, pero de ninguna manera en las áreas militares. Las relaciones con Estados Unidos son de cooperación, de amistad, de intercambio y eso de ninguna manera lastima esos vínculos.

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