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Lo que ya pasó

 Por Mario Wainfeld

El senador Guillermo Jenefes rehusó “tener de rehén” a su bloque y derivó al séptimo círculo del infierno tras haber sido considerado un paladín republicano. Es curioso, se reniega de la debilidad de los partidos políticos pero se repudian sus características más conspicuas: la organicidad, la disciplina de bloque. La actitud de Jenefes fue sistémica, debería sostenerla en la votación en particular donde amaga abrirse. Su adecuado comportamiento no debería relegar un debate necesario, la reglamentación o ampliación de la ley de ética política para en caso de flagrante conflicto de intereses enfrentado por parlamentarios. Era impropio hacerlo durante la sustanciación de una ley relevante, es forzoso tomar ese toro por los cuernos.

Superado el escollo de las comisiones, el oficialismo parece contar con una mayoría cómoda para la votación en general. La prognosis de los baqueanos del Senado pondera asistencia imperfecta, de entre 68 y 70 senadores, de los cuales apoyarían al proyecto 38 o hasta cuarenta.

Desde luego, José Luis Manzano, lobbistas menos conspicuos de otros medios siguen dando vueltas, cada senador es un mundo a la hora de ser presionado o de decidir... nada estará sellado hasta que se vote.

Para el debate en particular las perspectivas se emparejan. Tanto que no sería imposible (aunque sí improbable) que Julio Cobos tuviera otra chance memorable. Su primer voto no positivo le granjeó el apoyo de las corporaciones agropecuarias, un segundo le sumaría a las mediáticas. La de su provincia, el Grupo Vila Manzano ya le juega a favor a cuenta, el pato de la boda es el pésimo gobernador Celso Jaque que se había llevado de rechupete con ellos pero que hace un par de meses está en la picota. Jaque es subproducto de una de las tantas operaciones de Juan Carlos Mazzón, un operador itinerante que adoptó el kirchnerismo. Todo un tema, para una columna más extensa o para un mejor expositor, la funcionalidad de los operadores que no comparten, en sustancia, el ideario de sus contingentes jefes.

Los tumultuosos debates ampliaron los márgenes de la polémica. Fueron puestos en entredicho los monopolios, las cadenas nacionales de radio y televisión privada, los medios públicos, el manejo de la pauta publicitaria oficial, la manipulación. Cuando se abren esas hendijas, en una sociedad polemista y jacobina, es difícil sellarlas luego.

Un régimen legal desaprensivo y promonopólico generó concentración y desaprensión por el pluralismo. Uno nacido bajo la lupa crítica y pro regulador bien puede suscitar algo mejor.

En el ínterin, la defensa de los derechos adquiridos prodigó una colección de mensajes deplorables. Desde la utilización de protagonistas fallecidos, que motivó la desmentida de las hijas de Adolfo Castelo, hasta la simpleza conceptual de asimilar libertad ciudadana con uso del control remoto. Woody Allen había sido más atinado en una de sus películas cuando describió una relación de pareja: “Ella es la que manda, yo uso el control remoto”.

Las menciones al “secuestro” de los goles y a la eventual “desaparición” de TN fueron bajones especiales, que no resienten el resultado general. Es diferente, es mejor como se habla de comunicación en la Argentina. El resto, el futuro, es una construcción colectiva pendiente.

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