EL PAíS

Provincias en disputa

 Por Mario Wainfeld

En el maratón electoral previo, trece provincias eligieron a sus gobiernos. En once triunfó el oficialismo local, usualmente con holgura. En Catamarca y Río Negro el Frente para la Victoria (FpV) desplazó al radicalismo. La resultante es muy favorable para los locales y para el FpV. Difícil será que cambie hoy la tendencia en las nueve que votan a sus futuras autoridades. Ocho se alinean con el kirchnerismo (Buenos Aires, Entre Ríos, La Pampa, San Juan, Mendoza, Formosa, Santa Cruz, Jujuy), la otra es San Luis, donde los Rodríguez Saá dominan desde 1983.

En Buenos Aires hubo primarias similares a las nacionales, el mismo día. El gobernador Daniel Scioli (uno de los seis que van hoy en pos de la reelección) marcó envidiable supremacía y es, por ende, gran favorito. La magnitud de su cosecha signará la composición del Legislativo provincial, endiablado en su integración tanto como en su funcionamiento. El segundo podrá aspirar a meter alguna cuchara, si supera el veinte por ciento de los sufragios.

La disputa por las intendencias es atractiva y belicosa. Entre las más llamativas está la que enfrenta al perenne radical (ahora “K”) Enrique “Japonés” García con Jorge Macri, adalid del PRO. En Malvinas Argentinas el peronista itinerante (ahora duhaldista) Jesús Cariglino es asediado por el kirchnerista Luis Vivona.

En Morón, el intendente Lucas Ghi compite con Martín Marinucci del FpV. La competencia es central para el partido Nuevo Encuentro, del diputado Martín Sabbatella. Morón es su bastión territorial. La fuerza de Sabbatella tendrá hasta 2013 sólo dos diputados nacionales. Su futuro depende de mantener su histórico territorio y de los votos que consiga en la provincia. La aspiración es mejorar el desempeño de 2007, una misión no imposible pero sí ardua.

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En San Luis el kirchnerismo aspira a ganar la capital provincial y quedar a distancia digna de las huestes de “el Alberto”. Los gobernadores de San Juan (José Luis Gioja) y de Formosa (Gildo Insfrán) confían en ser reelectos con la fusta bajo el brazo, dominando ampliamente los legislativos provinciales.

En los demás distritos son favoritos los oficialismos aunque, como es regla, hay que esperar que hablen las urnas. Mendoza es un caso especial, por sus imbricaciones con el escenario nacional. Desde la irrupción del vicepresidente Julio Cobos en 2008 era una fija que los radicales recuperarían esa provincia, signada por una pareja alternancia entre los compañeros justicialistas (cuatro mandatos) y los boinas blancas (tres). Los comicios de 2009 insuflaron consistencia a la ilusión, también germinada por la emergencia del senador Ernesto Sanz como referente y presidenciable transitorio. Roberto Iglesias, el candidato a la gobernación, pagaba dos pesos.

Las Primarias Abiertas nacionales conmovieron las certidumbres. Ricardo Alfonsín salió muy maltrecho, tercero. La estrategia de Iglesias desde entonces fue llamar al corte de boleta. A eso juega hoy sus chances. Los cálculos a ojímetro de la dirigencia provincial son que, para vencer, Iglesias debería lograr un corte de boleta del 25 por ciento del padrón (algo así como dos votos de cada tres que lo acompañen) o acaso un poco más. Sería una marca olímpica, en la cancha se verán los pingos. En espejo con los correligionarios, los kirchneristas confían en que el arrastre nacional ungirá a Francisco “Paco” Pérez y hasta preanuncian una diferencia cómoda.

Todo son especulaciones en la víspera. Mendoza era, hasta hace poco y en los papeles, el mejor prospecto para que la UCR recobrara alguna provincia. Si no gana ninguna hoy, quedará al mando sólo de dos (Corrientes y Santiago del Estero). Bien miradas, las dos son una, porque el gobernador santiagueño forma parte de la Concertación que apoya al oficialismo nacional. La peor performance del radicalismo en provincias desde la recuperación democrática fue en 1987: quedó con dos gobernaciones. La foto alude a una pérdida de poder en el interior, donde el bipartidismo (de cualquier manera) conserva más vigencia que a nivel nacional.

Los dirigentes más empinados del radicalismo en los últimos años trajinaban en el Parlamento: Cobos, los diputados Alfonsín y Oscar Aguad (que salió tercero en Córdoba), los senadores Sanz y Gerardo Morales. Es bien factible que el escrutinio de hoy los deje muy machucados. Los ganadores en las urnas reclamarán cambios y mostrarán sus laureles. Hasta ahora, los más pintados son Ramón Mestre y Víctor Fayad, elegidos intendentes de las capitales de Córdoba y Mendoza. Iglesias estará entre completar el trío o quedar en un opaco pelotón de derrotados.

Hoy se resuelve el futuro político de muchos dirigentes y hasta de algunos partidos. El favor o el rechazo popular signarán sus posiciones relativas y cuánto poder tendrán. Como debe ser.

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