EL PAíS

El bronce que embriaga

 Por Mario Wainfeld

El camarista nacional electoral Alberto Dalla Vía reincidió en declaraciones ignorantes e incompetentes sobre el clientelismo y los sistemas electorales de varias provincias. Escapan a su saber y su competencia judicial y personal. Habló de más atribuyéndose prerrogativas que no le corresponden por ley. Cometió pecado de soberbia, tan extendido en la casta de los magistrados.

No suministró un solo dato empírico sobre la incidencia del “clientelismo” en los resultados electorales. Seguramente porque no los tiene. Pasó por alto, por ejemplo, que en la gobernación de Chaco se sucedieron tres partidos políticos en treinta años. Solo un juez, envuelto en su arrogancia y en su círculo minúsculo de relaciones puede imaginar que el ex mandatario chaqueño radical Angel Rozas que dominó la provincia durante mucho tiempo no haya tenido redes clientelistas. No fueron imbatibles, los hechos lo comprobaron.

La ciencia abstrusa de su Señoría también deja sin explicar por qué en Resistencia hayan mandado los radicales. ¿Un enclave republicano en medio de un contorno clientelista? En fin.

Catamarca y su Frente Cívico conducido por la UCR es otro caso de un instalado “clientelismo” que fue batido por sus adversarios en 2011. Ahora nadie sabe qué puede pasar, dependerá de la decisión de su ciudadanía y de la destreza de los candidatos.

Los ejemplos se multiplican. Etnocentrista y unitario, Su Señoría metió la pata. Tanto que se enfadaron varios de sus colegas.

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Varios jueces de provincias refutaron a Dalla Vía, por escrito. Se indignaron porque los metió en la bolsa de sus críticas. Santiago Corcuera, presidente de la Sala de Cámara del juez opineitor, les pidió disculpas según informó Página/12 en su edición de ayer.

Es imaginable que Dalla Vía recibirá desplantes de colegas en el próximo cónclave de la corporación judicial, convocado por su Secretario General, el presidente de la Corte Ricardo Lorenzetti. Los merecería, como poco.

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Este cronista, poco afecto a las visiones conspirativas, no cree que Dalla Vía haya querido enturbiar el escenario para las elecciones de octubre. Por cierto, sus mismas declaraciones las diferencian de las provinciales y auguran trámite, escrutinio y resultados creíbles. La Cámara en la que revista propuso medidas para posibilitar el objetivo. Algunas son buenas, otras no tanto... todas son reformistas, operativas y sistémicas.

Lo que perdió al juez Dalla Vía, opina con credulidad y a su favor este cronista, no es la mala fe. Es la ingesta excesiva de bronce que se sube a la cabeza como la peor de las alcohólicas.

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