SOCIEDAD › LA JUSTICIA ORDENO A LA CIUDAD OTORGARLE UN LUGAR PARA SU FESTEJO DE CARNAVAL

Una murga que todavía no pudo ir al corso

Rojo, amarillo y verde son los colores que más resaltan en sus carnavalescos trajes. Los brillosos atuendos murgueros de Cachengue y Sudor –la Murga de Arpillera– destellan festividad. Pero este año la celebración está aún en bambalinas para una murga con “más de 50 integrantes, trece años de historia y una marcada identidad cultural con el barrio de La Paternal”. Gabriela Nascole, abogada de profesión y murguera de “familia y pasión”, insiste con la idea: “Sentimos que nos echaron de nuestro propio espacio. Nos vallaron la plaza, la Justicia nos dio la razón y aun así tenemos que organizar todo sin ninguna seguridad”. En diciembre último, “el gobierno de la ciudad dio inicio a una obra de mantenimiento en la plaza 24 de Septiembre: sin previo aviso y participación vecinal impidieron, no sólo el ingreso de los vecinos, sino también el ejercicio del derecho que tiene una murga a manifestarse culturalmente”, confirmó Solange Verón, una de las abogadas que interpuso los recursos judiciales en pos de asegurar el Carnaval 2009 para Cachengue y Sudor.

Federico “El Nono” Gampale es uno de los murgueros más antiguos. El tiempo transcurrido en el grupo quedó sellado en su apodo. También en su relato: “Desde que decidimos salir del circuito oficial de murgas, empezaron a hacernos contravenciones y la policía cada dos por tres interrumpía los espectáculos para tomarnos los datos”. La murga, integrada en su mayoría por docentes y trabajadores sociales, en 2003 empezó a participar de corsos dentro del circuito independiente. Para El Nono, de hecho, “cuando nos separamos del gobierno y sus reglas empezó un apriete sistemático”.

El 3 de diciembre de 2008, la Dirección General de Promoción Cultural –del Ministerio de Cultura– “otorgó una autorización a la murga para la actividad artística del Carnaval –tanto la realización del corso como los ensayos previos– en la plaza 24 de Septiembre”, relató Verón.

“El 26 de diciembre vimos que la plaza quedó vallada y llena de escombros”, dice entre dientes y en voz baja El Nono. “Sentimos como si nos hubieran desalojado sin siquiera una carta de preaviso”, agrega Gabriela. Primero se acercaron al CGP “para conocer los plazos de la obra y los motivos, porque no había ningún cartel con el respectivo aviso. Les dijeron que no sabían nada porque ellos se habían enterado a través de una boleta de ABL”, detalló Verón. Para el subsecretario de Espacio Público porteño, Eduardo Villar, “la falta de cartel debe haber sido producto de un error en los datos, lo que demoró la colocación del mismo en tiempo y forma”. Tres semanas más tarde “apareció el aviso”.

“Presentamos un recurso de amparo para anular los actos administrativos que permitían proseguir con la obra: impidiendo los ensayos se estaba violando el derecho a la preservación de la identidad y del patrimonio cultural”, aseguró Verón. El recurso fue rechazado por la jueza Lidia Lago. Recién a fines de enero la Cámara en lo Contencioso Administrativo falló a favor. Según Verón, “se intimó al gobierno a que le proveyera otro lugar de ensayo y habilitara otro cercano a la plaza para realizar el corso”. “Los ensayos ya los aseguramos en otra plaza, aún falta el predio para que el corso refleje la identidad barrial de Cachengue y Sudor”, dijo Gabriela.

Informe: Mariana Seghezzo.

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La murga Cachengue y Sudor, cuando ensayaba en la plaza.
 
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