SOCIEDAD

Violencia contenida

La mayoría de los chicos que cursa el nivel medio considera que en su escuela no hay violencia, según una encuesta del Observatorio de Violencia en las Escuelas. El estudio concluye que los docentes siguen teniendo un papel fundamental en la resolución de conflictos.

 Por Mariana Carbajal

Siete de cada diez alumnos de educación media del país considera que en su escuela no hay violencia. Este es el dato alentador que surge de una nueva encuesta nacional sobre los episodios de violencia que se viven en el ámbito escolar. Tres de cada diez, en cambio, sí la perciben: es un poco mayor en el sector público que en los colegios de gestión privada. En términos generales, el estudio –al que accedió Página/12 en exclusiva– muestra que no hubo un empeoramiento de la situación en relación al relevamiento anterior que se hizo entre 2005 y 2006. “Podemos afirmar categóricamente que en contra de la sensación térmica, la investigación no registra un aumento de la violencia en las escuelas”, destacó Mara Brawer, co-coordinadora del Observatorio Argentino de Violencia en las Escuelas, una iniciativa conjunta entre el Ministerio de Educación de la Nación y la Universidad Nacional de San Martín.

De todas formas, el estudio relevó diversas formas de agresión que se repiten con distinta frecuencia en las aulas y patios de los secundarios: un 10 por ciento de los estudiantes consultados señaló haber sufrido amenazas de daño de un compañero. Las formas de maltrato que implican un daño físico fueron reportadas en menor medida: 7,3 por ciento dijo haber recibido golpes y lastimaduras de sus pares. En cuanto a la presencia de armas, el 1,26 por ciento respondió que alguna vez –a lo largo de su vida escolar– llevó una de fuego a la escuela y un porcentaje superior, el 2,87 por ciento, armas blancas o cuchillos. En la educación media hay 3.536.544 alumnos. Si se proyecta el porcentaje de estudiantes que respondió que alguna vez fue al colegio con un revólver o pistola, serían unos 44.560, un número que no es menor.

Desde el Observatorio exhortan a que los datos no sean malinterpretados. Fue la única pregunta que no se focalizó en el último año, aclaran. “Llevar armas a la escuela no es sinónimo de usar armas en la escuela. Si todos las usaran tendríamos miles de muertos y esto no ocurre. Lo que nos está mostrando este dato es la circulación de armas en los barrios y su presencia y mostración en las casas”, opinó Brawer, subsecretaria de Equidad y Calidad Educativa del Ministerio y experta en mediación escolar. “La escuela no alienta el uso de las armas. Es víctima en todo caso de una sociedad armada, subrepticiamente armada”, agregó el antropólogo Gabriel Noel, co-coordinador del organismo por parte de la UNSM.

En relación con las situaciones de violencia protagonizadas por adultos, un 2,4 por ciento de los estudiantes encuestados reportó haber sufrido amenazas de daño (algo menos de uno cada cuarenta) durante 2007 por parte de un docente u otro mayor integrante del staff de la institución y un 1,9 por ciento dijo haber padecido daño físico.

Este es el segundo relevamiento de este tipo que lleva adelante el organismo. El primero se hizo entre 2005 y 2006. En esta oportunidad, la encuesta se aplicó a una muestra representativa de más de 70.000 alumnos de escuelas estatales y privadas de todo el país, de 2 y 5 años de educación media (9 de EGB y 3 de Polimodal, según la estructura anterior). Sus resultados se acaban de terminar de procesar.

“El objetivo del Observatorio es estudiar el fenómeno de la violencia en las escuelas para tener un diagnóstico cierto para desarrollar políticas públicas”, señaló Brawer. La encuesta se aplica cada dos años. “La idea es construir una serie histórica que nos permita ir tomándole el pulso al problema”, agregó Noel.

Un dato que surge con claridad es que la intervención de los docentes frente a situaciones conflictivas disminuye casi a la mitad las situaciones de violencia entre los alumnos (ver cuadro). En ese sentido, el ministro de Educación, Alberto Sileoni, reflexionó en diálogo con Página/12: “A pesar de la actual crisis de autoridad de los adultos, el papel del maestro sigue siendo fundamental a la hora de resolver cualquier práctica de violencia dentro del aula. Todos los días, más de 10 millones de chicos de todo el país asisten a la escuela, por ello, debemos seguir fortaleciendo el rol de los docentes como transmisores de conocimiento, solidaridad y respeto”.

Entre los hallazgos del relevamiento, se destacan que dentro de escuela, un 5,88 por ciento fue víctima de amenazas o lesiones de patotas y un 4,45 por ciento sufrió robo por la fuerza o con amenazas.

Todas las formas de violencia son notoriamente más frecuentes en EGB3 que en Polimodal. “La escuela intenta construir un esfuerzo sostenido de socialización en el cual se marcan las situaciones de violencia como indeseables, y se intenta reemplazar a la violencia con la palabra. Podemos decir que a medida que aumenta la escolaridad, el efecto socializador de la escuela empieza a jugar y disminuye la incidencia de la violencia”, analizó Noel.

Los varones reportan haber sufrido agresiones con mucha más frecuencia que las mujeres (hasta el doble en algunos casos). Por otra parte, los estudiantes pertenecientes a poblaciones “vulnerables” declaran que fueron bien tratados “con menor frecuencia” que sus pares que pertenecen a sectores “no vulnerables”.

El estudio indaga sobre formas de violencia que no implican agresión física: las define como “incivilidades”. Entre ellas, la más frecuente es la “rotura de útiles”, que supera notoriamente a todas las otras modalidades y ocurre en mayor medida en los establecimientos privados. Un 32 por ciento sufrió la rotura de los útiles u otros objetos, un 12 por ciento fue víctima de burlas y un porcentaje similar, de insultos.

Cuando se interrogó a los alumnos sobre las formas de “incivilidad” que pudieran haber sufrido a manos de los adultos de la escuela, los gritos se destacan por sobre el resto, en un valor que triplica (10,3 por ciento) a otras modalidades que no superan el 3 o 4 por ciento.

El relevamiento concluye que la tasa de reporte de “victimización por violencia” sigue siendo “consistentemente baja” y representa un “leve descenso” respecto de la anterior medición, incluso para las formas reportadas con más frecuencia (amenaza de daño).

“Reflexionar acerca de qué debe hacer la escuela frente a los episodios de violencia es parte de la tarea que nos corresponde como educadores. Este estudio, en definitiva, forma parte de las estrategias de prevención de esta problemática, porque tener un diagnóstico cierto nos permite trabajar en la construcción de una escuela que renueve su compromiso con la convivencia, el conocimiento y el diálogo. Se trata de fortalecer a las escuelas como instituciones que brinden valores y prácticas democráticas”, consideró Sileoni.


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Imagen: Leandro Teysseire
 
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