SOCIEDAD › ESTA SEMANA REABRE UNA MITICA SALA DE BARRIO CERRADA HACE VEINTE AÑOS

Aquel viejo cine de Villa del Parque

Tuvo 1200 butacas y una orquesta. Testigo de rateadas, noviazgos imposibles y mucho amor cinéfilo, el cine de Cuenca 3252 había quedado hundido en el abandono y la humedad. Uno de sus viejos habitués ahora logró recuperarlo. La historia.

 Por Emilio Ruchansky

La zona comercial de Villa del Parque fue, y todavía es, un faro entre barrios más residenciales como Devoto, Paternal, Monte Castro y Villa Pueyrredón. Ya en 1939 tuvo su primer cine, cuando el barrio dejó de ser una suma de casaquintas y floreció la urbe con la aparición de “las casitas baratas”, hechas para los empleados municipales. Por aquella sala oscura de la calle Cuenca 3252, Fabián Pérez pasó gran parte de su infancia y adolescencia; reabrirla, luego de casi 20 años de abandono, se transformó en una obsesión.

Aquel cine Parque emblemático de 1200 butacas con una orquesta, que tocaba entre función y función, y que también funcionaba como un teatro fue convertido en la galería Park en los ’90, con locales dedicados casi con exclusividad a la venta de ropa. La sala fue reducida a 150 butacas y cayó rápidamente en el olvido porque nadie se hizo cargo de ella y, en parte, por la inauguración del shopping de Villa del Parque a pocas cuadras, con dos salas de cine. Cuando Pérez preguntó por su sala predilecta, a fines de 2006, lo guiaron hasta el subsuelo de la galería, cerca de los baños y el depósito. La escena le resultó patética y a la vez estimulante.

“Estaba todo lleno de agua, no había pantalla, las paredes largaban un olor a humedad tremendo y estaba lleno de cucarachas. El lugar lo usaban como una especie de basurero de los demás locales, tiraban mesas rotas, sillas y exhibidores”, recuerda ahora Pérez, de 45 años, sentado en una de las butacas, a pocos días de reinaugurar el cine. “Todavía siento el olor a humedad”, dice preocupado. En el pasillo que antecede a la sala se ven carteles de algunas películas que no se exhibirán pero que él consiguió de un amigo y colgó, reconoce, “como para ambientar”.

Para secar las alfombras, poner la pantalla, arreglar las butacas, comprar el proyector de última generación y acondicionar el sonido, este hombre nacido y criado en Villa del Parque acudió hasta la tierra de su abuelo, España, e insistió bastante. Pérez es periodista de profesión y siempre trabajó ligado a los medios españoles. De hecho, va una o dos veces al año a la península para “hacer la diferencia”. En uno de esos viajes pudo entrevistar al ministro de Cultura de la Xunta de Galicia, Roberto Varela, y relatarle sus intenciones de reabrir el cine.

“Yo ya había hablado con Incaa, que vieron el lugar pero no se decidieron. Al gobierno porteño tampoco le interesó. En Galicia me dijeron que presentara un proyecto, así que me pasé dos noches sin dormir sentado en un bar de Galicia armándolo. Lo entregué. Esto pasó en febrero de 2009 y me pidieron que esperara a que terminaran las elecciones. El 27 de agosto me llegó un e-mail, en el que me avisaban que el proyecto había sido aprobado. Me iban a dar siete mil euros. No lo podía creer”, relata Pérez. Con el dinero en mano, comenzó su carrera para reabrirlo: “Volví de España el 10 de diciembre y trabajé el 24, 25, 31 y hasta el 1º de enero. No pude inaugurar antes porque mi mamá se enfermó y tuve que parar para poder estar con ella”. El lugar se llamará Cine Parque Xacobeo, en referencia al año santo que celebra la región autónoma española de Galicia. “Es una forma de agradecer el apoyo –dice este nieto de gallegos– y la posibilidad realizar un sueño.”

Los purretes

En la butaca contigua a la de Fabián Pérez está Gustavo, uno de sus amigos del barrio que lo ayudaron a limpiar el lugar. “Yo también venía acá cuando era chico”, comenta sin dejar de mirar The Others, la película de Alejandro Amenábar. Gustavo cuenta que la barra, eran unos 15, paraba en la esquina de Argerich y Elpidio González. Por entonces, la salida estaba dividida entre ir al cine o jugar a la pelota y aunque algunos se mudaron “y otros se casaron y se borraron”, dice Gustavo, al final todo sigue siendo igual: “Quedamos cuatro con estos intereses y otros amigos que prefieren juntarse a jugar al fútbol”.

Ahora que pasaron más de 30 años, entre risas, ambos repasan el cine que veían por entonces: “Daban películas de Sandro, Palito Ortega, Cacho Castaña y de Carlitos Balá, me acuerdo de que el hit era Canuto Cañete. También daban Trinity, que era una dupla cómica de la época, y los western de John Wayne”. “¿Y las de la Coca Sarli?”, preguntó Página/12. “A ésas no me dejaron entrar”, lamenta Pérez y su amigo no contesta. Más tarde sabremos por qué: Gustavo le lleva tres años a Pérez.

“Mi viejo me dejaba a las 2 de la tarde y me pasaba a buscar a las nueve. Me veía tres películas al hilo. Iba casi todos los días después del colegio y también los domingos con mi familia”, cuenta Pérez. Con los años, él y Gustavo vieron cómo desaparecían uno a uno los cines de los otros barrios cercanos, cuyo público, en un primer momento, se movió hasta Villa del Parque y luego al Centro. La lista, aclaran, no está completa y cada lugar, a su modo, era emblemático en su barrio.

El cine Gran Prix de la avenida Gaona que se transformó en el boliche Blackout y ahora es un estacionamiento; en el Sol de Mayo, en la esquina de Jonte y Nazca, se instaló un supermercado chino; el San Martín, que estaba en el barrio de Flores, se convirtió como otros tantos en una iglesia evangélica; el Lope de Vega en Devoto ahora es parte de una cadena de supermercados, y el único cine que tuvo la Paternal, el Tarico, que está abandonado pese a que los vecinos piden al Gobierno de la Ciudad recuperarlo como espacio cultural para el barrio.

Junto al Gran Bijou, el cine Parque marcó los tiernos años de los vecinos más ilustres de Villa del Parque. Entre otros, el autor teatral Tito Cossa, quien decía del Gran Bijou, una sala desaparecida en Cuenca al 2700: “Fue la escuela de todas las cosas, allí cultivé el odio a los nazis, me enamoré de Lana Turner y conocí las callecitas del Bronx con sus inefables escaleras de incendio”. También el conductor de radio y televisión Ronnie Arias algunas vez reconoció: “Repetí sexto grado porque me rateaba para ir al cine Parque... La aventura del Poseidón, por ejemplo, la vi 27 veces”.

Programación

Fabián Pérez se ilusiona con revivir “el viejo espíritu del cine de barrio”. Se emitirán cuatro películas por día, antecedidas de un noticiero, y no habrá otras actividades comerciales como en los shoppings, salvo un carrito con pochoclo y gaseosas. “¿Y quién sabe? Si nos va bien podemos contratar a alguien que venda caramelos, maní con chocolate y garrapiñada.” La entrada, dice, será muy barata, “no va a pasar los 9 pesos y 6 para los jubilados”.

Claro que para poder pagar el alquiler, las cuatro funciones diarias deben tener al menos 50 espectadores cada una. “Y 100 si queremos ganar algo de plata para reinvertir”, aclara Pérez. El dueño de la galería al principio no veía viable el proyecto pero se fue convenciendo. Al menos eso asegura este cinéfilo que cuenta con el apoyo de los demás locatarios de la Galería Park y cuyo esfuerzo ya empieza a rendir frutos: el cine Parque Xacobeo será sede del Festival Bafici de este año.

La programación de esta sala incluirá películas comerciales, de arte y films españoles premiados. En principio no competirá con Arteplex, las dos salas de cine ubicadas en el último piso del shopping de Villa del Parque. De hecho, Ana Irazábal, la dueña de Arteplex, se convirtió en una gran amiga y consejera de Pérez. “Está encantada porque vamos a compartir público, o sea, vamos a complementar la oferta”, dice él. La primera película en emitirse será el premiado film español Camino. “Me trajo mucha suerte”, dice Pérez, sin querer entrar en detalles.

“Por momentos se me ocurre que esto fue un desafío parecido al de mi abuelo cuando llegó de Galicia –compara el cinéfilo—, él vino sin un peso y caminó tres o cuatro días bajo la lluvia golpeando puertas hasta que consiguió un trabajo. A mí me apoyaron pocos pero me fui ilusionando día a día.” Siempre hay tiempo para realizar proyectos, asegura Pérez, antes probar otra película en el proyector, “por más que mucha gente me decía que esto era un sueño fugaz”.

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“A mí me apoyaron pocos, pero me fui ilusionando día a día”, cuenta Fabián Pérez.
Imagen: Pablo Piovano
 
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