SOCIEDAD › VERSION DEFINITIVA SOBRE LOS DINOSAURIOS

La culpa del meteorito

Un comité de 41 investigadores dictaminó que la teoría válida sobre la extinción de los dinosaurios es la del meteorito que cayó en México hace 65 millones de años.

 Por Pedro Lipcovich

“¡Yo no fui! ¡Fueron esos volcanes de la India!”, todavía se hacía el inocente el meteorito de Chicxulub, pero los científicos definitivamente le bajaron el pulgar: un comité de 41 investigadores de distintos lugares del mundo, en un informe publicado por la revista Science, dictaminó que fue la caída de ese meteorito, hace 65 millones de años, lo que desencadenó la extinción de los dinosaurios. La principal teoría en competencia, que la atribuía a una serie de erupciones en la península indostánica, queda así desacreditada. Página/12, por su parte, tras dialogar con uno de los principales investigadores argentinos, está en condiciones de revelar uno de los secretos mejor guardados de la paleontología: sí, el meteorito los mató, pero ya venían de mal en peor y se hubieran extinguido igual; muchas especies de dinosaurios se habían perdido antes y, además, otras no se extinguieron y son los pájaros.

El informe se denomina “El impacto del asteroide Chicxulub y la extinción en masa, en el límite cretácico-paleógeno”. Ese límite temporal corresponde a los 65 millones de años. Entre los firmantes del dictamen se hallan Peter Schulte, de la universidad Erlangen-Nürnberg, de Alemania; Penny Barton, de Cambridge, Gran Bretaña; Gail Christeson, de la Universidad de Pensilvania, Estados Unidos; Takafumi Matsui, del Instituto Chiba de Japón, y científicos de España, Austria, Bélgica, México, Canadá.

El dictamen confirmó que el asteroide que impactó en Chicxulub, península de Yucatán, México, “lanzó a la atmósfera material a alta velocidad, desencadenando una serie de eventos que causaron un invierno global y destruyó mucho de la vida en la Tierra en cuestión de días”.

La teoría rival proponía una extinción más lenta, causada por una serie de erupciones volcánicas con centro en lo que hoy es Deccan Traps, India, a lo largo de un millón y medio de años: esta actividad podría haber enfriado la atmósfera y causado lluvia ácida en el mundo entero.

Sin embargo, “a pesar de las pruebas de una actividad volcánica relativamente intensa, los ecosistemas terrestres y marinos mostraron sólo cambios menores en los 500.000 años previos a la extinción”, según los 41 expertos. “Modelos informáticos y datos de observación sugieren que la liberación de gases, particularmente sulfuros, en las erupciones, no habría causado daños suficientes para una extinción masiva”, agregan.

El paleontólogo Rodolfo Coria –investigador del Conicet y docente en la Universidad de Río Negro– aclaró que “en rigor, muchas especies de dinosaurios ya se habían extinguido cuando cayó el meteorito. La evolución de un grupo de especies animales puede graficarse como una gota estirada: un comienzo muy finito, con muy pocas especies; una parte gruesa, el clímax del grupo, y un estrechamiento que culmina en su extinción. Hace 65 millones de años, los dinosaurios ya estaban en ese estrechamiento: la diversidad de sus especies era muy inferior a la que había habido en el jurásico; estaban agotando sus alternativas de evolucionar, como tarde o temprano les pasa a todos los grupos biológicos”.

“No obstante –observó Coria–, hay un linaje de dinosaurios muy antiguo, que se supone originado en el Jurásico inferior, y son las aves, que llegaron a nuestros días con una enorme diversificación. En este sentido, no hubo una extinción total de los dinosaurios.”

Sin perjuicio de esto, “ciertamente el impacto de aquel meteorito generó una catástrofe global: es posible que el eje de la Tierra se haya modificado por el impacto, que haya habido tsunamis y grandes terremotos. El golpe pudo afectar hasta el manto terrestre, por debajo de la corteza, y se produjo en una zona de gran actividad tectónica, de lo cual da testimonio el reciente terremoto en Haití. Así, el meteorito resultó decisivo en la extinción de grupos biológicos que, de todos modos, ya tenían sus días contados”, concluyó el investigador.

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Imagen: Sandra Cartasso
 
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