SOCIEDAD › OTRA ARGENTINA A LA QUE NO DEJAN ENTRAR A ESPAñA Y LA DEPORTAN

Vacaciones muy sospechosas

Una mujer rosarina fue a visitar a su hija embarazada. Se iba a quedar tres meses. Pero la tuvieron demorada dos días y luego la enviaron de vuelta a la Argentina, con el argumento de que en ningún país le dan tanto tiempo de vacaciones a una mucama.

Una mujer rosarina viajó a España para visitar a su hija embarazada. Sin embargo, a pesar de que su documentación “estaba en regla”, fue deportada “sin explicaciones” por las autoridades de ese país, luego de permanecer dos días encerrada en un salón para inadmitidos en el aeropuerto de Madrid. “No te dan ninguna explicación, sólo me dieron un papel que dice que no cumplimento con los requisitos para viajar”, contó Victoria Di Salvo, de 58 años, que trabaja desde hace 18 años como mucama en un sanatorio. La mujer precisó que después de presentar sus documentos y pasajes, personal del aeropuerto cuestionó que en “ningún lado del mundo le dan a una mucama tres meses para viajar”, y luego fue detenida por Migraciones. De vuelta en la Argentina, la mujer tendrá hoy una reunión en el Consulado Español de Rosario, adonde analizarán su situación.

Desde que se enteró de que iba a ser abuela, Victoria Di Salvo planificó un viaje a España para visitar a su hija embarazada de siete meses, que vive en Canarias. “Lo estoy programando hace siete meses, fui a una empresa de turismo para organizarlo y que me asesoren. Fui al Consulado Español para saber cómo ingresar al país”, contó la mujer. De hecho, aseguró que llevó toda la documentación recomendada, que incluía el pasaje de ida y vuelta, seguro médico, euros por un monto superior a los requeridos por ese país y una constancia de su trabajo en Rosario. A pesar de tener a su hija allá, explicó, que no presentó carta de invitación, porque “iba como turista, con reserva de hotel paga”. Presentó todos los papeles, pero fue deportada: “Hice paso por paso lo que me dijeron”, dijo indignada a Página/12.

La odisea que vivió Di Salvo comenzó el 12 de octubre pasado. Cuando llegó a tierra española, antes de abordar otra escala que la trasladaría a Canarias, donde la esperaba su hija, intentó pasar por migraciones, pero inspectores comenzaron a interrogarla: “¿Tiene pasaporte, pasaje de ida y vuelta, trabaja en su país, por qué viene tantos días?”, contó. La mujer respondió que trabaja como mucama en el Sanatorio del Niño en Rosario. Entonces, le dijeron “cómo le van a dar 90 días libres”, aseguró. En ese momento, explicó que pidió permiso y se lo dieron. Di Salvo contó que un inspector le contestó que “en ningún lado del mundo le daban a una mucama tres meses para viajar”, y entonces la sacó a un costado de la fila para esperar que la llamaran de Migraciones. Desde ese momento, la mujer quedó sin documentos, que le fueron devueltos al aterrizar en el país.

Con la asignación de un abogado, la mujer fue interrogada sobre su trabajo y algunos detalles del viaje, como por ejemplo la reserva del hotel en el que iba a hospedarse. La mujer dijo que, siempre tratando de demostrar que su intención no era la de quedarse a vivir en España, les propuso a las autoridades que se comunicaran el hotel donde se hospedaría y pidió a sus compañeras que enviaran por fax sus antecedentes laborales. “Me comunicaron que habían realizado todas las averiguaciones y recibido el fax de mi trabajo, pero que igualmente el juez no autorizaba mi ingreso porque debía haber pagado toda la estadía, no sólo la reserva (del hotel), algo inaudito, y me acompañaron a subir a un avión de regreso”, sostuvo.

El paso siguiente fue el ingreso a un sector de inadmitidos, donde estaban demorados otros jóvenes latinos, según contó. En Barajas le fueron retiradas sus pertenencias y sólo quedó con su dinero. Dos días después de estar encerrada allí, fue expulsada del país. La explicación, dijo, fue que “faltaba algo”.

El caso se suma al episodio denunciado la semana pasada por la docente santafesina María Cecilia Toñon, que había viajado el 10 de octubre, becada e invitada por la Universidad Complutense de Madrid, pero terminó deportada.

Informe: Soledad Arréguez Manozzo

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Victoria Di Salvo, de 58 años, trabaja desde hace dieciocho años como mucama en un sanatorio.
 
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