SOCIEDAD › CRISTINA FERNáNDEZ, TITULAR DEL REGISTRO NACIONAL DE PERSONAS MENORES EXTRAVIADAS

“Nadie se queda donde le pegan”

La funcionaria explica que el abandono de hogar suele ser un mecanismo de defensa ante la violencia y el maltrato. Reclama que el debate del nuevo Código Civil incluya el tema de los derechos de los niños que abandonaron su hogar.

 Por Eduardo Videla

“Nadie quiere estar donde le pegan”, dice Cristina Fernández, la titular del Registro Nacional de Personas Menores Extraviadas, en una entrevista con Página/12. Explica así que el abandono de hogar suele ser un mecanismo de defensa ante la violencia y el maltrato, el único camino que les queda a chicos y adolescentes ante esas situaciones. La funcionaria reclama que el debate del nuevo Código Civil incluya el tema de los derechos de los niños que abandonaron su hogar.

–¿Por qué se va un chico de su casa?

–Se trata de lo que en la jerga policial y de muchos miembros del Poder Judicial se denomina fuga de hogar. Nosotros nos negamos a usar esa terminología porque le da al hecho de irse de casa voluntariamente una carga penal que no tiene. Nadie se queda donde le pegan. Se van de su casa porque sufren algún tipo de maltrato físico o simbólico. Ninguno se va porque quiere, sino porque sufre, y en esto es donde se mete profundamente el tema del maltrato infantil intrafamiliar. El chico huye de situaciones de violencia, de abandono, de negligencia, de rechazo a la elección de pareja, a la elección sexual. Hay padres que creen que tienen autoridad para elegir el novio a la hija.

–¿Los padres que hacen la denuncia aceptan cuál es la causa del abandono de hogar?

–El problema del abandono voluntario de hogar es que no es visible socialmente. A los papás nos cuesta hacerlo visible. Es preferible ponerlo afuera: decir que a mi hijo lo secuestraron o que es víctima de trata. Cuando un chico que se va de casa porque sufre, mucha responsabilidad es de los padres.

–Sería como un mecanismo de defensa.

–Exactamente. Es lo que tiene a mano. Cuando el chico no puede enfrentarlo, elige irse. El irse de casa no es sinónimo de mala conducta. Nadie se queda donde le pegan, donde lo abandonan.

–¿Qué dificultades se presentan en el plano judicial para trabajar en casos de chicos extraviados?

–Hay un artículo del Código Civil que obliga al Estado a restituirlos a la autoridad del padre. Este es un articulo que quedó a contramano de los tiempos, porque en el medio existe la Convención de los Derechos del Niño y la ley 26061, que dicen que los chicos tienen derecho a ser escuchados. Es decir que el Estado no tiene por qué devolver a un chico si se configuran cuadros de violencia o maltrato intrafamiliares. Espero que en la discusión del nuevo Código se incluya este artículo y los chicos empiecen a ser escuchados cuando se van de su casa.

–¿Y con las fuerzas de seguridad?

–En general trabajamos bien con todas, salvo con la Policía Bonaerense, con la que todavía no pudimos articular para hacer las campañas de capacitación que hemos hecho con la Federal y muchas policías provinciales.

–¿Por que son más mujeres las que se van de casa?

–Curiosamente, dentro de estos abandonos voluntarios el porcentaje más alto está constituido por mujeres. Son más víctimas de violencia tanto por parte de sus madres como de sus padres. Son más vulnerables. Además, la institución del patriarcado, que es más vieja que el capitalismo, sigue vigente en la familia argentina, pese a los cambios que experimentó la familia en los últimos años, en donde las mujeres pareceríamos tener menos derechos y los límites se fijan en forma más arbitraria que sobre los varones. Las chicas, en cuanto encuentran un resquicio de libertad, eligen irse de casa.

–¿Cómo es el proceso de volver a un hogar donde hubo violencia?

–El proceso de vuelta de los chicos a casa tiene que ir acompañado de mucha escucha, mucho acuerdo y respeto por su opinión. La violencia familiar no puede ser una cuestión naturalizada. El correctivo, el cachetazo ante el fracaso escolar, el chirlo es la antesala de cosas peores. Así nos encontramos ante situaciones de asesinatos de chicos. Dos en seis meses, por familiares directos, el padrastro (en el caso Tomás) y la madre biológica, en el caso del country. Esto es un alerta de que algo está pasando en las familias y de que la cadena se corta por lo más débil: los niños y niñas y adolescentes.

–Pero, ¿cómo hacer que un chico vuelva al lugar donde lo maltratan?

–La ley 26.061 crea organismos de protección de derechos en todo el país, que lo que hacen es desjudicializar la infancia. Estos organismos deben velar porque sus derechos no sean vulnerados. Se tiende a que los chicos vivan con su familia biológica. Ahora, si los organismos de protección de derechos consideran que no debe ser así, se dictan medidas de abrigo especiales para esos chicos, con algún miembro de la familia cercana o en algún hogar. Se evita institucionalizar a estos chicos. En las entrevistas que hacemos con los papás, ellos no admiten que les pegan. A veces lo reconocen como una cosa natural: le fue mal en la escuela, le pegué un cachetazo y se fue. El chico, por su parte, habla, necesita un espacio de escucha. Tratamos de arribar a un acuerdo.

–¿Los chicos tienen otra forma de defenderse de esa violencia?

–Una mujer que es víctima de violencia de género en algún momento puede pedir ayuda. Ahora, ¿a quién le puede pedir ayuda un nene de cinco o seis años, a quien le pegan desde que nació? El chico incorporó eso como natural. Por eso es más vulnerable.

–¿Qué es abuso emocional?

–Recuerdo el caso de una nena de 14 años que se fue con su padrastro de 34. La mamá de 56. La nena todavía no apareció. Este señor ha ejercido un permanente abuso emocional que determinó que la nena le dejara una carta a su mamá diciendo: “Papá está mal, me necesita”. Ejerció el poder que le da ser un adulto sobre una nena que hoy no está en su casa.

–Si bien la violencia familiar se da en todas las clases, ¿por qué la mayor cantidad de denuncias proviene de clases populares?

–Las clases populares son las que en mayor medida piden ayuda al Estado. La clase media tiene otras herramientas para resolver los conflictos. Tiene recursos materiales y simbólicos que le posibilitan solucionar los conflictos. Por ejemplo, pueden pagar una terapia de revinculación de dos sesiones por semana. Pero el conflicto existe igual y el maltrato, de la misma manera que en los sectores populares.

–¿El crimen de un niño de seis años en un country se inscribe dentro de los casos de violencia en clases medias altas?

–En este caso, los medios victimizaron o demonizaron a la madre. Pero aquí también, si pensamos que se volvió loca, que tuvo un brote, ponemos el problema afuera: la mujer es un monstruo que mata a su hijo. Pero la verdad es que hay gente que ejerce terrible violencia sobre sus hijos. Los padres biológicos también les hacen daño a sus hijos, a pesar de que socialmente no se acepte.

–¿Cuál es la relación con organizaciones como Missing Children?

–Tuvimos algún desencuentro cuando empezamos la gestión, y hace poco empezamos a trabajar juntos. Frente al vaciamiento del Estado, en los ’90, fue una ONG la que se hizo cargo. Pero el responsable de esta problemática es el Estado. Tenemos algunas diferencias en cuanto a la difusión de las fotografías. Para nosotros ayuda pero no alcanza. Para la publicidad de una foto debe mediar la autorización de un juez o de la mamá y el papá por escrito.

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“Se van de su casa porque sufren algún tipo de maltrato físico o simbólico.”
 
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