SOCIEDAD › CONDENARON A LA MáXIMA PENA A ADALBERTO CUELLO EN JUNíN, POR EL CRIMEN DEL CHIQUITO SANTILLáN

Perpetua para cerrar el crimen de Tomás

El Tribunal Oral 1 de Junín condenó a Cuello a perpetua. Los jueces consideraron como agravante la alevosía de la indefensión del niño y sostuvieron que el crimen se enmarcó en un caso de “violencia de género”. El público vituperó al condenado.

El Tribunal Oral 1 de Junín condenó por unanimidad a prisión perpetua a Adalberto Cuello por el asesinato de Tomás Santillán, de 9 años e hijo de su ex pareja. Los jueces consideraron como agravante la alevosía ante la “indefensión” del niño y sostuvieron que el crimen se enmarcó en un caso de “violencia de género”. En un tramo del fallo, se afirma que Cuello “pegó donde más le podía doler” a su ex Susana Leonor Santillán, porque para él Tomás “era una cosa, una forma de herir a la madre”. Cuello fue insultado y agredido en medio de los festejos por la condena, mientras Santillán lloraba y era asistida luego de descompensarse. “A mi hijo no me lo devuelve nadie, pero esta bestia va a estar donde tiene que estar”, dijo la mujer más tarde, en la puerta de los tribunales.

Tomás desapareció el mediodía del 15 de noviembre de 2011, alrededor de las 12.15, cuando salió de la escuela rumbo a su casa, en la localidad bonaerense de Lincoln. Apareció dos días después, muerto, con tres golpes en la cabeza en el predio rural La Vieja, en las afueras de Lincoln. Cuello participó de la búsqueda, aunque fue desde el principio sospechoso del crimen, por la cantidad de testigos que indicaban que este albañil de 39 años no tenía buena relación con el niño, al que responsabilizaba por la ruptura de la relación con su madre.

Con el paso de los meses, el único sospechoso fue perdiendo sus coartadas, entre otras, la de su amigo Walter “Lechuza” Barbieri y más tarde la de su novia, María Inés Márquez, a quien obligó, recordó ayer el tribunal al leer la sentencia, a enviarle mensajes de texto con un determinado contenido con el fin de desincriminarlo. El tribunal, integrado por los jueces Miguel Angel Vilaseca Parisi, Karina Piegari y Claudia Dana, dio por probada la premeditación en el asesinato y mencionó que Cuello ocultó otras pruebas –la pala con la que habría matado al niño, su mochila y guardapolvo–, en las gomas de contención del autódromo local.

Otras pruebas recogidas en la investigación que valoraron los magistrados fueron el ADN de Tomás hallado en el asiento trasero del Fiat Palio Weekend de Márquez, que el acusado manejaba el día del crimen, y el análisis de registros telefónicos que ubicaron al acusado a unos kilómetros de su casa, donde fue hallado asesinado el niño, y una reconstrucción para ver si le daba el tiempo para haber cometido el hecho. Además, se tuvo en cuenta que los golpes al niño fueron aplicados por el autor con su brazo izquierdo y el imputado es zurdo y el mismo día de la desaparición, Cuello rompió y arrojó a la basura el par de zapatillas.

“Certeramente debo concluir en que el imputado sabía que actuaba sin peligro ni riesgo real para su persona frente a una víctima indefensa, la cual fue impulsada al encuentro con su victimario desde la inocencia y la inmadurez propia de su edad para ser colocada en una situación de indefensión total frente a un despliegue de agresión brutal y violenta”, escribió la jueza Piegari en su voto, al que adhirieron sus colegas. “La defensa intentada por el niño ha sido consecuencia de una reacción, un impulso natural e indeliberado que ha propendido a la conservación de su vida”, agregó la jueza, para argumentar el agravante por alevosía.

A diferencia del fiscal de instrucción y juicio, Javier Ochaizpuro, y del abogado querellante Carlos Torrens, el tribunal descartó el agravante de ensañamiento por considerar que el crimen fue cometido en poco tiempo y hubo una corta agonía, según se determinó en la autopsia. La finalidad del crimen no era hacer sufrir a Tomás sino a su madre, lo que cuadra con el concepto de femicidio vinculado. Los análisis citados en el fallo determinaron que, además de que “puede actuar de manera psicopática”, había “un vínculo patológico con la madre de la víctima”.

De la prueba testimonial recogida en las audiencias del juicio, la que más pesó en la condena fue la del primo de la víctima, quien tiene ocho años y que declaró que a Tomás “le daban ganas de hacer pis y le dolía la panza” cuando veía a Cuello. La víctima fue secuestrada un día en el que no asistió al colegio con su primo, como solía hacerlo, y caminaba solo de vuelta a su casa. Durante el juicio, varios testigos advirtieron que Cuello venía siguiendo a ambos niños al menos entre 20 y 30 días antes. “Por fin va a descansar en paz, ahora creo en la Justicia y voy a poder dormir”, dijo ayer la abuela materna de Tomás, al finalizar la lectura de la sentencia. En la sala se oyeron aplausos y varias veces el grito de “asesino, asesino”, mientras Cuello era retirado del tribunal de Junín por media docena de agentes penitenciarios, quienes lo resguardaron de las agresiones de varios de los presentes en el lugar. “Hace un año que vivo sin mi hijo y sufro su falta, pero es como que esto (la sentencia) le da un cierre a todo. Entonces se sigue luchando con esta mochila, pero sabiendo que esta persona va a estar adentro”, dijo la madre de Tomás.

Cuello escuchó la lectura completa de la sentencia apoyando la cabeza en su mano o hablando con el defensor oficial, Gerardo Doyle, quien pidió que fuera absuelto por falta de pruebas o, en su defecto, condenado por “homicidio simple” debido a que, según él, no se probaron los agravantes de ensañamiento y alevosía. Como en todas las audiencias del juicio oral, Cuello se mantuvo en silencio y no se pronunció ante el tribunal.

“La vida sigue como la he llevado durante este año y tengo otro bebé más que criar. Hay que vivir día a día, de a poco”, dijo Santillán sobre su futuro. El bebé al que se refería es el hijo que tuvo con Cuello y que también fue motivo de la disputa de la pareja, ya que luego de echarla de la casa que compartían, el condenado se negaba a pagar la manutención.

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Adalberto Cuello, condenado e insultado, no dijo palabra durante el juicio. Tampoco habló ayer.
Imagen: Télam
 
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