SOCIEDAD › EL HOMBRE QUE JUNTO A SU FAMILIA ESTUVO MAS DE SEIS HORAS COMO REHEN DIO DETALLES DE LA ODISEA QUE VIVIERON

Una pesadilla relatada en primera persona

Daniel Presa relató que si bien al principio le pegaron, luego trataron bien a toda la familia y al final le pidieron perdón. Ellos le cocinaron milanesas con arroz a los asaltantes que, relató, “se tomaron todo el whisky” que había.

El hombre que permaneció como rehén junto a su esposa y su hija de nueve años en su casa de Tortuguitas aseguró que los delincuentes los trataron bien y hasta les “pedían perdón por el momento” que les estaban haciendo pasar. Daniel Alberto Presa (34) brindó detalles del comportamiento de los secuestradores durante las seis horas en las que se extendió la toma. “Tuve miedo por la vida de mi familia”, dijo. Los delincuentes fueron imputados ayer por robo y privación ilegal de la libertad; se negaron a declarar y fueron trasladados a la cárcel de Sierra Chica.

“Mi familia está nerviosa, mi señora está mal. Los nervios que uno pasa en un momento como éste no te los saca nadie”, relató Daniel en la puerta de su casa, en Seguí y Cura Brochero. El hombre explicó que los delincuentes no los maltrataron “en ningún momento” y que con ellos “se portaron bien”. “Las amenazas las hacían hacia afuera, a nosotros no”, dijo.

Según relató, todo comenzó cuando él y su mujer se encontraban en los fondos de su casa trabajando sobre una reja que planeaban colocar en el frente de la vivienda. “Mi señora los había visto pasar y me dijo ‘mirá esos tipos, hace un rato pasaron para el otro lado’. Cuando nos quisimos dar cuenta, ya los teníamos adentro de la casa.”

Daniel aseguró que Marcelo Ameijeiras y su cómplice Marcelo García no los amenazaron con el arma. “Las amenazas las hacían hacia afuera, a nosotros no. Uno nos mostró el arma, y con eso fue suficiente. Ya sabíamos qué era lo que teníamos que hacer. El otro agarró un cuchillo tipo de pesca que había.” Al poco tiempo de haber entrado a la vivienda, “se asomaron y vieron que había un patrullero. Ahí fue cuando decidieron quedarse y pedir las garantías que necesitaban”, contó el hombre.

Reconoció que los peores momentos fueron apenas comenzó el asalto, porque los delincuentes lo ataron, lo hicieron acostarse en el piso y le pegaron patadas, porque no encontraban los celulares tanto de él como el de su esposa. Junto al matrimonio se encontraba su hija de nueve años. El dueño de la casa contó que fue ella la que más sufrió el cautiverio, porque estaba muy asustada. La niña lloró en varias ocasiones, reveló el padre, aunque “se portó como una grande” y agregó que “estoy orgulloso” de ella. Los delincuentes “le pidieron perdón muchas veces” a la nena y “le dijeron que no le iban a hacer nada. Que se quedara tranquila, que ellos también eran padres”.

Sin embargo, el hombre señaló que Ameijeiras y García “ejercían como una presión psicológica”, ya que les decían: “No somos asesinos, no somos violadores, pero acordate de que tu familia está adentro”. Contó también que temió por la vida de su hija y de su esposa, porque los delincuentes estaban armados. “Vos no sabés para dónde iban a salir, ya que por momentos se descontrolaban, porque la policía no les daba respuesta”, aseguró.

Mientras estuvieron en la casa, los delincuentes les contaron a sus víctimas que se habían escapado de la cárcel y que habían “arreglado” para salir. “La bronca que uno tiene es por no poder entender por qué tardaron siete horas para que una jueza les diera las garantías, cuando ellos desde un primer momento las pedían para entregarse. Ellos se querían entregar”, explicó. Y agregó: “A la fiscal y a la jueza lo único que les puedo decir es por qué tardaron tanto; yo estaba con mi familia amenazada y ellas no aparecían, nadie daba la cara”.

Otro de los detalles que relató Daniel fue que los secuestradores “se tomaron el whisky que había en casa y, al final de todo, les preparamos milanesas con arroz”. Finalmente, contó que cerca de las 20.10, momentos antes de entregarse, uno de los delincuentes le dio el cuchillo y le dijo: “Tomá, si me querés matar por la espalda, matame”. “Yo lo agarré con las dos manos y lo puse sobre la mesa”, relató.

Los detenidos fueron imputados por los delitos de “robo calificado por el uso de arma” y “privación ilegal de la libertad”. Tanto Ameijeiras como García se negaron a declarar frente a la fiscal de Malvinas Argentinas, Karina Carbonella. Cuando se retiraba de la fiscalía, antes de ingresar a la unidad que lo trasladó al pabellón de máxima seguridad de la unidad 2 de Sierra Chica, Ameijeiras hizo una escueta declaración en la que explicó que se negó a declarar porque “no estaban dadas las garantías”, al tiempo que señaló que su vida “estaba en riesgo”. Su abogada, Mónica Chirivín, explicó que sus defendidos “no estaban en condiciones” de declarar. “Ameijeiras todavía no me contó sobre las supuestas maniobras (en relación con los arreglos para fugar de la cárcel, que denunció el jueves). No tengo aún las pruebas de eso”, concluyó la letrada.

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Daniel Presa, ayer, en la puerta de su casa, relató pormenores de los momentos de cautiverio.
 
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