SOCIEDAD › JUICIO POR EL ASESINATO DE JUAN MANUEL CANILLAS

Banda de secuestradores VIP

Raúl “Chirola” Monti, presunto jefe de la llamada “banda de secuestradores VIP”, pasó ayer por su primera audiencia frente al Tribunal Oral Nº 1 de San Isidro, que lo enjuicia por el secuestro y asesinato de Juan Manuel Canillas. La víctima, de 23 años, fue secuestrada el 12 de julio de 2002, cuando salía de su trabajo y se dirigía en su auto a su casa en Núñez. Pese a que su padre entregó el poco dinero que encontró, el joven fue asesinado de un balazo en la nuca, en Vicente López. A Chirola lo detuvieron un mes después. Vivía en un barrio cerrado, tenía un BMW y mandaba a sus hijos a un colegio privado. Entre todas, hay una prueba en contra de Chirola que parece contundente: dejó plantada su huella digital en el autoestéreo de la camioneta de Canillas.
El primer testimonio de la audiencia se inició alrededor de las 12 del mediodía y correspondió a Marta Canillas, madre de Juan Manuel. Antes, y durante dos horas (la audiencia estaba citada para iniciar a las 10), tuvo lugar el vodevil de la defensa: planteó a los jueces Juan Carlos Tarsia, Carlos Olazar y Ernesto García Maañón que el juicio debía posponerse porque no había concluido la etapa de instrucción. Después de un cuidadoso análisis, los jueces desestimaron el pedido, decidieron que prosiguieran las audiencias y ordenaron a los defensores a continuar en el debate bajo la amenaza de denunciarlos por abandono de persona y reemplazarlos por un defensor oficial.
Marta Canillas, visiblemente dolorida, recordó que cinco minutos antes de las nueve de la noche del viernes 12 de julio de 2002, atendió el llamado de su hijo: “Mamá, juntá toda la plata que tenés, esto es en serio, juntá todo lo que hay”, le dijo. Después, Marta relató cómo se enteró de que había asesinado a su hijo, miró al acusado y dijo: “No entiendo por qué lo mataron, quiero saber por qué”. Después, Guillermo Canillas, padre de Juan Manuel, recordó cómo, tras haber reunido 300 pesos, salió a la puerta de calle para esperar a los secuestradores. Cuando llegaron, vio a su hijo sentado en el asiento trasero. Dijo que entregó el dinero, pero que a los delincuentes les pareció poco y uno de ellos le pegó un culatazo que rompió sus lentes y le exigieron más dinero. En julio del 2003, Guillermo reconoció a Maximiliano Pico, detenido en Luján, como el hombre que lo había golpeado. También dijo que buscaron más dinero y que, luego de entregarlo, le prometieron que liberarían a su hijo.
Guillermo declaró que, pocas horas después, la policía le informó que Juan Manuel había sido asesinado. Dijo entonces que se dirigió a la comisaría de Vicente López, donde vio estacionada una camioneta de la morgue. Sostuvo que abrió la puerta trasera, vio que había un cadáver, lo destapó y descubrió que era su hijo.
Durante la audiencia, Chirola siguió atentamente y en silencio los testimonios que apuntaron en su contra.

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