SOCIEDAD › UNA INVESTIGACION INTERNACIONAL SOBRE LOS VINCULOS AMOROSOS

62 modelos para amar

Expertos en psicología analizaron las diferencias en los vínculos románticos de una cultura a otra. Encontraron estructuras casi universales, pero también diferencias. Los argentinos, individualistas.

 Por Andrea Ferrari

¿En China se ama igual que en la Argentina? El tan clásico “te quiero pero no puedo afrontar compromisos”, ¿se oye también en un café de Tailandia? Ese tipo de preguntas, aunque planteadas de una manera ciertamente más técnica, estuvieron presentes en el origen de una megainvestigación sobre las formas de apego romántico en diferentes sitios del planeta. Coordinada por un profesor de la Universidad de Bradley, en Estados Unidos, una red internacional de investigadores recogió las respuestas de 17.804 personas sobre las formas del amor en 62 regiones culturales, lo cual incluye a 56 naciones donde se hablan 30 lenguas diferentes. Los investigadores encontraron algunos aspectos universales en los modelos de vínculo romántico, pero también diferencias importantes entre Oriente y Occidente. La Argentina se destacó del resto de América latina por ciertos rasgos que tienden al individualismo y la acercan a Estados Unidos.
Más de cien investigadores, miembros de la Asociación de Psicología Transcultural, de lugares tan variados como Marruecos, Finlandia, las Islas Fiji o Bangladesh encabezaron la toma de cuestionarios en sus respectivos países. En la Argentina, el estudio estuvo a cargo de la psicóloga María Martina Casullo, como parte de un proyecto UBA-Conicet, en el que también participó la Universidad de Palermo. “La idea de este tipo de trabajo –sostiene Casullo– es empezar a ver temas tradicionalmente psicológicos desde una perspectiva transcultural. La pregunta sería: ¿qué tenemos en común y en qué nos diferenciamos?”
Entre sus objetivos, el estudio se planteó verificar si los estilos de apego romántico planteados en la literatura psicológica podían considerarse universales. O dicho de otra manera, si la forma con que la gente se engancha con el objeto de sus amores es similar, digamos, en China y la Argentina.
“El concepto de apego se inicia con estudios en la relación madre-bebé –explica Casullo–. En la actualidad se plantea que esos vínculos perduran, se estructuran y se consolidan a través de la adolescencia y la edad adulta. Esto se empieza a relacionar con otro tipo de vínculos, como los románticos. La idea es que uno no se vincula a otro azarosamente sino que tiene que ver con experiencias anteriores. Una psicóloga canadiense, Kim Bartholomew, dice que se estructuran los vínculos de apego de acuerdo con la imagen que la persona tenga de sí misma y de los otros: ‘Por ejemplo, si uno tiene una imagen positiva de sí mismo, pero a partir de la experiencia de vida, desconfianza hacia los otros, va a hacer un vínculo fóbico, evitativo’.”

Dime cómo te enganchas

Partiendo de esas definiciones, los investigadores trabajaron con cuatro modelos de apego romántico. En el estilo “seguro”, las personas tienen una buena imagen de sí misma y del otro, por lo tanto se sienten dignas de captar la atención y el amor de los otros y esperan que sus expresiones de amor sean bien recibidas. En cambio, los de estilo “despreocupado” tienen una imagen positiva de sí mismos pero negativa de los otros, lo cual los lleva a autoprotegerse de desencuentros amorosos, evitando relaciones muy íntimas y manteniendo el sentido de independencia. Los “preocupados” muestran un modelo negativo de sí mismo y positivo de los demás: se esfuerzan continuamente por ser aceptados por otras personas, altamente valoradas por ellos. Finalmente, los “miedosos o inseguros” tienen modelos negativos de sí mismos y de los otros, por lo cual tienden a evitar relaciones románticas firmes.
A la hora de examinar los resultados recogidos a lo largo y ancho del planeta, los cuatro estilos no aparecían tan nítidamente diferenciados en todas las regiones: en algunas, dos modelos tendían a unirse. Lo que sí se demostró fue que el estilo de apego “seguro” era el más observado en todas las culturas: fue el que obtuvo las evaluaciones más altas en el 79 por ciento de las regiones. “Se verificó la importancia que se le da a ese vínculo –aclara Casullo–, es un tipo de vínculo deseable. No sería entonces una hipótesis solamente válida en la cultura judeocristiana, sino que se observa tanto en Africa, como en el sudeste asiático, y en América latina.”
Sin embargo, 79 por ciento no es todo: hubo regiones donde ciertas condiciones culturales o socio-económicas incidieron para que otras formas de relación fueran más fuertes. En el sudeste y este de Asia, por ejemplo, se encontraron niveles más altos de apego “preocupado”, lo que apoya la idea de que en muchas culturas asiáticas la validación de la pareja es altamente dependiente de la opinión de otros. “Aquí es donde el estudio se cruza con la noción de sociedades o culturas individualistas o colectivistas –afirma la investigadora–. En las individualistas tiene mucha importancia el vínculo centrado en el yo y tú, sólo con una persona. En cambio, en las colectivistas, es más importante la vinculación con grupos de pertenencia. Entonces aparecen las diferencias culturales: esa importancia del vínculo personal es más del mundo judeocristiano occidental que del sudeste asiático, donde prima más lo colectivo. La gente busca una pareja y se relaciona con lo que esté aprobado socialmente por el grupo de pertenencia.”
La Argentina dio la nota en el sentido opuesto: en América latina apareció como el país con mayor presencia de apego “seguro”, con niveles ligeramente superiores a Chile, y muy por encima de países como Brasil o México. “Esto sería –y viene de los hallazgos de un estudio previo sobre características individualistas y colectivistas– una muestra de individualismo. En América, el país más individualista es Estados Unidos y el más parecido a Estados Unidos es la Argentina –sostiene Casullo–. Nos parecemos mucho más a ellos que a México, Ecuador o Venezuela. Esta es una sociedad muy individualista, sobre todo en sus clases medias urbanas.”

Dime cómo vives

Los investigadores cruzaron después los hallazgos con otros datos, como tasas de fertilidad y PBI per cápita. Si bien los resultados eran esperables, sirven para apoyar la teoría de que ciertas experiencias sociales pueden afectar los estilos de vínculo romántico. Encontraron así que países con altas tasas de fertilidad presentaban mayor nivel de estilo de apego romántico de tipo “temeroso-miedoso” y de tipo “despreocupado”. “Las personas que están expuestas socialmente a mayores niveles de estrés –especialmente paternidades de tipo insensitivas, ambientes físicamente violentos y graves inconvenientes económicos– tienden a desarrollar estilos de apego inseguros asociados con estrategias de elección de pareja de corto plazo –escribieron–. Sujetos de contextos sociales con estrés más bajo, como personas que viven en culturas con amplios recursos, tienden a desarrollar estilos de apego romántico seguros asociados con estrategias de elección de parejas monógamas.”
Lo mismo sucedió al comparar el producto bruto: encontraron que un PBI per cápita alto estaba asociado con bajos niveles de apego “despreocupado”. En otras palabras, a mejor calidad de vida, amores más seguros.

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