SOCIEDAD › EL RESURGIMIENTO DE LOS HOTELES SINDICALES EN MAR DEL PLATA

La vuelta de los buenos tiempos

La masividad de Mar del Plata nació durante el primer peronismo, con el “turismo social”. En los noventa, casi no quedó nada de aquellos hoteles gremiales que lo posibilitaron. Ahora, esos emprendimientos volvieron a vivir: ya hay 82, con capacidad para más de nueve mil pasajeros. Algunos hasta son cinco estrellas.

 Por Carlos Rodríguez

Desde Mar del Plata

El concepto de “turismo social” se gestó a partir del año 1946 (ver nota aparte), con el peronismo en el poder, cuando millones de trabajadores comenzaron a gozar de aguinaldo y vacaciones, además de la posibilidad de aspirar a rozar sus mamelucos con la gente “paqueta”, incluso en las arenas de la entonces inalcanzable playa Bristol. El “aluvión zoológico” –-polémica frase acuñada en el recinto del Congreso Nacional por el radical Ernesto Sammartino– comenzó a mojarse los pies en las aguas del Atlántico gracias a que proliferaron los hoteles sindicales de bajo costo. Eso fue así hasta que otro peronista, Carlos Menem, decidió por decreto que la Argentina entrara en el “primer mundo”. Hoy, a poco más de seis años de la debacle de 2001 y a casi veinte del comienzo de los fatídicos noventa, parece renacer el turismo social. Sólo en Mar del Plata hay 82 hoteles gremiales con capacidad para más de nueve mil pasajeros. Esos alojamientos compiten, en algunos casos en igualdad de condiciones, con los más lujosos de los 491 hoteles privados que cuentan con más de cincuenta mil plazas. La Asociación de Hoteles de Mar del Plata, sin llegar al extremo de Sammartino, considera que los hoteles gremiales son “competencia desleal”.

Como los noventa dejaron sus secuelas, algunos de los hoteles sociales tienen el mismo concepto comercial del resto y además de recibir a sus afiliados, a precios medianamente razonables, también buscan atrapar al turista cinco estrellas con el alegado propósito de “hacer cerrar los números y no volver a caer en los cierres en cadena que se produjeron a partir de los setenta y sobre todo de los años ochenta”, señaló a este diario un experto en turismo que prefiere mantener el anonimato. Más allá de la justificación, algunos gremios grandes, como camioneros, la Unión Obrera de la Construcción o los gastronómicos, han construido o comprado hoteles de primera línea preparados para recibir al turismo internacional y que se diferencian en forma notoria de aquellos fundadores 19 hoteles del complejo turístico de Chapadmalal, que hizo conocer el mar a los “grasitas” reclutados por la Fundación Eva Perón.

El jefe de la CGT, Hugo Moyano, inauguró en agosto de 2006 el hotel 15 de Diciembre, que debe su nombre a que en esa fecha se celebra el Día del Camionero. Ubicado en Santa Fe 2349, en pleno centro de la ciudad, tiene 80 habitaciones, pileta de natación climatizada, gimnasio, baño sauna y sala de masajes. Al acto inaugural concurrió el entonces presidente Néstor Kirchner. Aunque fue imposible conseguir información directa en el hotel, en la página web del gremio se deja sentado que el costo, para el afiliado y su esposa, es de 75 pesos por día y por persona, con pensión completa. Los menores de cuatro años no pagan nada y por los más grandes hay que abonar 50 pesos diarios. La construcción del monumental y costoso edificio llevó más de 17 años y es “un orgullo para el gremio”, según la frase grandilocuente de Moyano, inscripta en una placa ubicada en el lobby del hotel.

Las especulaciones negativas en torno del hotel de los camioneros tienen que ver con los rumores sobre supuestas irregularidades en el manejo de los fondos de los afiliados que se redoblaron, al menos a nivel mediático, a partir de una investigación periodística en la cual se daba cuenta de la supuesta compra, por parte de Moyano y del titular de la Unión Tranviarios Automotor (UTA), Juan Manuel Palacios, de la estancia San Ignacio, en la localidad bonaerense de Henderson. Se trata de 380 hectáreas, 70 de ellas de monte, ubicadas a 450 kilómetros de la Capital Federal. El costo de la operación habría sido del orden de los cuatro millones de dólares. Poco después se supo de la presunta intención del camionero mayor de construir un hotel cinco estrellas en la zona de Los Antiguos, en la provincia de Santa Cruz, lo que hizo renovar las dudas sobre de dónde sale tanto dinero, aunque la respuesta puede ser obvia: del aporte de los afiliados.

Claro que Moyano no es el único que piensa en grande. Gerardo Martínez, de la Unión Obrera de la Construcción (Uocra), esta vez con la presencia del matrimonio formado por Néstor y Cristina Kirchner, dejó inaugurada el año pasado una nueva etapa del tradicional Gran Hotel Dorá, en Buenos Aires y Rivadavia, frente al Casino Central. Ayer no fue posible conseguir información sobre lo que sería una nueva muestra concreta del volver a vivir del turismo social masivo. Un atento empleado jerárquico respondió que por ahora “no se puede comentar nada porque recién se están tomando las primeras decisiones. El hotel va a ser para los afiliados, como es obvio, pero también se puede llegar a extender a los turistas particulares. Por ahora no podemos adelantar nada”. Tampoco se pudieron sacar fotografías dentro del hotel.

La Asociación de Hoteles de Mar del Plata viene cuestionando el revivir del turismo sindical. Un vocero de la entidad le dijo a Página/12 que los sindicatos “son para nosotros una competencia desleal porque ellos cobran precios más bajos y ofrecen, en algunos casos, servicios muy parecidos. Ellos pueden hacerlo porque tienen una serie de beneficios impositivos que les brinda el Estado, teniendo en cuenta que se trata de supuestas asociaciones sin fines de lucro. En realidad ellos están lucrando con el turismo, porque además de los afiliados tienen abierta las puertas a los turistas comunes que, por supuesto, llegado el caso, los eligen a ellos porque les conviene económicamente hablando”.

El experto en turismo, alguien que conoce como pocos a Mar del Plata, justificó la decisión de los gremialistas de abrir sus puertas a los clientes particulares: “Ellos no pueden alejarse de la lógica del mercado. El turismo social tuvo su auge y su apogeo, sobre todo a partir de los años sesenta y setenta, pero después comenzó a caer porque los costos eran muy grandes y los ingresos menores porque la desocupación hizo bajar los ingresos”. Una de cal, una de arena, también hizo lugar a las quejas de los prestadores privados. “Los sindicatos pagan menos o tal vez nada en materia de Impuesto a las Ganancias, y cuentan con facilidades en un montón de otras cosas: ABL, rentas y otros gastos que los privados no pueden eludir. Desde ese punto de vista, es una competencia desleal, pero también es cierto que los gremios tienen que buscar clientes particulares porque eso les garantiza que van a tener un cierto nivel de ocupación durante los meses de invierno. De lo contrario no podrían mantener estructuras que son muy costosas.”

Una fuente del Ente Municipal de Turismo (Emtur), de Mar del Plata, comentó que otro de los recursos de los hoteles sindicales “es la de convertirse en sede para la realización de congresos, seminarios y reuniones científicas, como es el caso concreto del hotel de Luz y Fuerza de Mar del Plata, que de esa forma puede ir manteniendo un interesante nivel de ingresos todo el año”. El experto en turismo acotó que entiende que los sindicatos rompan algunas reglas, “lo que no significa avalar ningún tipo de corrupción, porque si hay alguna irregularidad, ya sabemos que el que paga los costos es el afiliado. Pero mientras no haya denuncias concretas, lo que están haciendo los sindicalistas no escapa a lo que son las reglas propias del mercado”.

En Mar del Plata, además de la compra –se dice que por un millón de dólares– del tradicional Hotel Sasso, por parte de Luis Barrionuevo, titular del gremio gastronómico, la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), con sus 400 mil afiliados, intenta reflotar la construcción de un hotel de 220 habitaciones, cuyo proyecto está demorado desde hace casi tres décadas. En otros lugares de la costa se viene produciendo el mismo fenómeno. Es el caso de Villa Gesell, donde el Sindicato Obreros Marítimos Unidos (SOMU), conducido por el siempre polémico Omar “El Caballo” Suárez, ha reconstruido su hotel sindical, para aggiornarlo y ampliarlo. En todos los casos, los afiliados están abonando entre 50 y 80 pesos por día y por persona, en algunos casos sólo con media pensión.

El boom de la construcción de hoteles gremiales tiene su epicentro en la ciudad de Iguazú, en Misiones, con inversiones que superan los 500 millones de pesos. Entre otros gremios, están construyendo hoteles y hosterías el Sindicato de Televisión (SAT) y la Asociación Obrera Textil (AOT). El hotel del SAT contará con 100 habitaciones, pileta de natación, restaurantes y salones para conferencias. El proyecto de la AOT, más modesto, contempla una primera etapa de 30 habitaciones y una segunda destinada a la construcción de cabañas. “Que se esté reflotando el turismo social es un hecho positivo. Ahora, si hay corrupción o enriquecimiento de los dirigentes, eso es algo que no estamos en condiciones de poder saberlo”, comentó el experto en turismo, que es funcionario de la provincia de Buenos Aires.

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Imagen: DYN
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