20:00 › EL ODIO TAMBIéN SE CONTAGIA

Nueva ola de violencia entre palestinos e israelíes

Los incidentes se multiplicaron en Jerusalén, Tel Aviv y Hebrón, pese a los llamados a la paz de sus líderes y al clamor internacional, tras varios días de persistente violencia que encendió el temor de una nueva Intifada. El primer ataque se produjo poco después de las 12 en una parada de tranvía sobre la avenida Jaim Bar Lev, frente a la central de policía en Jerusalén.

El agresor, quien intentó primero apropiarse del arma de un guardia, esgrimió un cuchillo y apuñaló a un judío ortodoxo de 25 años antes de agredir a otro israelí, que sufrió heridas leves.

En otro hecho, un colono israelí fue apuñalado por otro atacante palestino en la colonia judía de Kiriat Arba, en una de las zonas más tensas de la ocupada Cisjordania, en la "puerta árabe" del asentamiento.

Poco antes, tres personas sufrieron heridas leves y otras dos fueron atendidas por conmoción en otro ataque con arma blanca en Tel Aviv, en el que el agresor fue muerto a tiros por un soldado israelí.

Más tarde, un soldado israelí resultó herido de gravedad en la localidad israelí de Afula, en el norte del país, informó la policía israelí, que agregó que el agresor fue detenido. El canal 10 de la televisión israelí informó de que se registraron tres heridos en ese incidente, dos de ellos leves, y confirmó que el agresor fue "neutralizado" en el lugar de los hechos.

Además, militares israelíes mataron a tiros a un palestino al abrir fuego contra decenas de jóvenes que les lanzaban piedras y bombas molotov para repudiar la última redada en el campamento de refugiados de Shuafat, en Jerusalén este.

Mientras el ascendente nivel de violencia parece no dejar espacio a una tregua, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, prohibió el acceso a la Explanada de las Mezquitas a integrantes del Ejecutivo y el Parlamento israelí. Sin embargo, 13 diputados de origen palestino de la Knesset (parlamento israelí) desafiaron de inmediato esa prohibición y se comprometieron a visitar ese lugar sagrado mañana viernes, lo que abre un horizonte incontrolable de reacciones por ambos lados y trae de vuelta el temor de que estalle una nueva Intifada.

"Ni Netanyahu ni nadie podrá impedirnos entrar en nuestra mezquita de Al Aqsa", dijo el diputado palestino israelí Ahmed Taibi, tras tachar la prohibición de "absurda e ilegal".

El presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, a su vez, que se declaró comprometido con una "resistencia popular pacífica", subrayó que los palestinos no tienen interés en una escalada mayor de violencia y extendió su apoyo a "quienes están protegiendo la mezquita de Al Aqsa", en referencia al grupo de palestinos que enfrentan a las fuerzas de seguridad israelíes.

Paralelamente, la Alta Representante de la Unión Europea (UE) para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Federica Mogherini, exhortó a las partes palestina e israelí a "promover la calma, fomentar la moderación y evitar acciones que enciendan más tensiones". Mogherini consideró "vital" que Netanyahu y Abbas "muestren liderazgo" para promover la calma.

La inusitada atmósfera de violencia quedó plasmada ayer con una imagen del intendente de Jerusalén portando un fusil mientras se sube a su vehículo oficial, rodeado por sus guardaespaldas, en Shuafat, en el lado oriental de la ciudad, que la comunidad internacional considera ocupado por Israel.

Hoy, la policía israelí comenzó a instalar detectores de metales en los accesos a la Ciudad Vieja de Jerusalén, el lugar más turístico de la zona, donde se encuentra la Explanada de las Mezquitas, recinto sagrado para musulmanes y judíos.

En esta semana, el grupo islamista palestino Hamas y otras facciones armadas como Yihad Islámica y los Comités Populares de la Resistencia en Gaza consideraron que el recrudecimiento de la tensión en Cisjordania y Jerusalén este evidencian que se está gestando una nueva insurrección popular contra Israel.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas (ONU) para los Derechos Humanos, Zeid Ra'ad Al Husein, a su turno, denunció como "ilegal" y "contraproducente" la campaña de demolición de viviendas de palestinos llevada a cabo anteayer por Israel en Jerusalén este. "Los castigos colectivos como la demolición de casas son ilegales y contraproducentes, cualquier respuesta a la actual situación debe ajustarse a las normas y estándares del derecho internacional", recalcó el máximo responsable de derechos humanos de la ONU.

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