VERANO12

Da Vinci por Freud

 Por Sigmund Freud

Entre las anotaciones de los diarios de Leonardo hay una que llama la atención del lector por su significativo contenido y porque presenta un minúsculo error formal.

En julio de 1504 escribe:

“Adì 9 de Luglio 1504 mercoledi a ore 7 morì Ser Piero da Vinci, notario al palazzo del Potestà, mio padre, a ore 7. Era d’età d’anni 80, lacio 10 figlioli maschi e 2 femmine”.

La noticia se refiere, pues, a la muerte del padre de Leonardo. El pequeño error formal consiste en que se repite dos veces la hora, “a ore 7”, como si al llegar al final de la frase Leonardo se hubiera olvidado de que ya la había escrito al comienzo. Se trata tan sólo de una minucia que no interesaría más que a un psicoanalista. Otro tal vez ni se daría cuenta, y al llamarle la atención, respondería: “Le puede pasar a cualquiera en un momento de distracción o turbación y no tiene mayor importancia”.

El psicoanalista opina diferente: nada es demasiado pequeño para no constituir una manifestación de los procesos anímicos ocultos; hace tiempo que ha aprendido que un olvido o una repetición son significativos y que debido a esta “distracción” se revelan impulsos que de otro modo quedarían ocultos.

Diremos que esta nota corresponde a un caso en que Leonardo fracasa en la represión de sus afectos y lo oculto durante tanto tiempo alcanza una expresión desfigurada.

Denominamos perseveración (Perseveration) a las repeticiones de este tipo. Se trata de un excelente recurso para indicar el énfasis afectivo.

Sin la inhibición afectiva, la anotación en el diario de Leonardo podría haber sido la siguiente: “Hoy a las siete horas ha muerto mi padre, Ser Piero da Vinci, ¡mi pobre padre!”. Pero el desplazamiento de la perseveración hacia el detalle más insignificante de la noticia de su muerte, la hora de su defunción, le arrebata cualquier pathos y nos permite reconocer que en ese punto había algo que ocultar y reprimir.

Ser Piero da Vinci, notario y descendiente de notarios, fue un hombre de gran vitalidad que logró prestigio y bienestar. Se casó cuatro veces: sus dos primeras mujeres murieron sin dar a luz; tuvo el primer hijo legítimo con la tercera esposa en 1476, cuando Leonardo ya contaba con veinticuatro años y hacía tiempo que había cambiado la casa paterna por el taller de su maestro Verrocchio; con la cuarta y última mujer, con la que se casó pasados los cincuenta, engendró nueve hijos más y dos hijas.

No cabe duda de que el padre también desempeñó un papel importante en el desarrollo psicosexual de Leonardo, y no sólo negativo a causa de su ausencia durante los primeros años del muchacho, sino también por su presencia directa durante su última infancia. Aquel que de niño desea a la madre no puede evitar la pretensión de ocupar el lugar del padre, identificarse con él en su fantasía y convertir el superarle en la tarea de su vida. Cuando Leonardo fue acogido en la casa del abuelo, sin haber cumplido todavía los cinco años, la joven madrastra Albiera seguramente ocupó el lugar de la madre en lo referente a sus sentimientos, e inició lo que normalmente se conoce como una relación de rivalidad con el padre. Como es sabido, la decisión de la homosexualidad sólo se toma alrededor de los primeros años de la pubertad. Cuando Leonardo tomó esta decisión, la identificación con el padre perdió cualquier significación para su vida sexual, pero permaneció en otros ámbitos exentos de actividad erótica. Hemos oído que le gustaban la suntuosidad y los bellos vestidos, que poseía sirvientes y caballos, a pesar de que Vasari diga que “no tenía prácticamente nada y trabajaba poco”, no vamos a achacar estas preferencias sólo a su sentido de la belleza, sino que también reconocemos en ellas la compulsión a copiar el padre y superarlo. El padre había sido el distinguido señor para la pobre campesina, y de ahí que el hijo también jugara a ser un distinguido señor, sintiera el afán de “to out-herod Herod”, quisiera demostrarle al padre lo que era realmente la distinción.

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