Los grandes casos

Por Raúl Kollmann
Bernardino Avila

Muchos de los grandes casos de la Argentina siguen pendientes: están en la nebulosa, la gente tiene sospechas de que se resolvieron en forma trucha y, aun en los pocos casos en que las investigaciones fueron contundentes, todo está envuelto en un mito difícil de explicar.

  • En el caso AMIA, la historia oficial acusaba como cómplices a un grupo de policías, pero todos resultaron absueltos. ¿Quién estuvo detrás del atentado? No se sabe. Existe la sospecha de que el ataque se debió a promesas preelectorales de Carlos Menem a países de Medio Oriente a cambio de fondos para su campaña. El compromiso era proveerlos de tecnología nuclear o misiles que se estaban proyectando en Córdoba. La investigación nunca avanzó sobre esos puntos.
  • En el crimen de José Luis Cabezas, la Justicia ya imputó, de hecho, a policías bonaerenses que supuestamente actuaban al servicio de Alfredo Yabrán. Nadie cree que el otrora poderoso-mafioso empresario esté muerto, aunque así lo indiquen las pericias realizadas por más de 20 forenses y especialistas, la actuación de una jueza y un fiscal, un análisis de ADN, un peritaje realizado por la odontóloga de Yabrán y dos estudios de las huellas digitales que certifican que los dedos son de papimafi y que efectivamente fue él quien se suicidó en la estancia de Entre Ríos. Las encuestas demuestran, en cambio, que una gran mayoría cree que nadie con tanto dinero se suicida y que seguramente Yabrán está escondido en un lugar paradisíaco.
  • Que lo de Carlitos Menem fue un atentado es una “verdad” que nadie le saca de la cabeza a gran parte de los argentinos, por más que un juez haya sostenido que el hijo del ex presidente manejaba en forma imprudente el helicóptero, se llevó los cables por delante y provocó la caída de la máquina. El fallo del juez Carlos Villafuerte Ruzo fue confirmado por la Cámara de Apelaciones, luego por la Cámara de Casación y finalmente por la Corte Suprema, pero el argentino medio está convencido de la versión que da Zulema Yoma: alguien disparó desde los costados de la ruta, pegó en el helicóptero y lo derribó. Esa versión es la que triunfa, pese a que hay 40 testigos que vieron a Carlitos volando el helicóptero en forma muy baja y jugueteando con una chica que iba en un auto por la ruta. Tampoco hay testigos que hayan escuchado tiros ni hayan visto francotiradores. Aun así, el que cree en la teoría del accidente es considerado un ingenuo.
  • El financista Mariano Perel apareció muerto junto a su esposa en una cabaña de Cariló. Nunca hubo un sospechoso ni un imputado, y menos todavía, un detenido. El arma que produjo las muertes apareció al lado de Perel, era propiedad de él y dejó una nota escrita que fue redactada en su computadora e impresa en la impresora de su oficina. Todos los peritajes indicaban que Perel, agobiado por su situación financiera, mató a su esposa y se pegó un tiro. Pese a ello, la Justicia la emprendió contra la “mafia internacional”, se habló de asesinos a sueldo de los que hoy obviamente no hay ningún rastro.

Los casos enumerados tienen algo en común: la desconfianza. Pero no sólo en la Justicia sino principalmente en los investigadores policiales, de las fuerzas de seguridad y de inteligencia. Existe una creencia generalizada de que quien tiene dinero o poder puede alterar los peritajes, entrar o salir del país sin ser advertido, consigue que el arma esté en otras manos, que las autopsias den otros resultados o que los testigos que primero dijeron una cosa, después digan otra.

La Argentina tiene pendientes los grandes casos, pero esencialmente la construcción de un aparato de investigaciones creíble, profesional, con alta tecnología, bien pagado y libre de corrupción. Algunos hablan de un FBI argentino, otros creen que eso es darle exagerado poder a un grupo de investigadores. No faltan quienes afirman que es irregular que las escuchas telefónicas, hoy punto clave en cualquier pesquisa, estén en manos de la SIDE y no de un organismo judicial. Pero el cuadro es similar a aquel director técnico que le dijo a su flojo arquero: “No te pido que saques las que vayan adentro, pero aunque sea no metas las que van afuera”. En otras palabras, aunque sea una organización investigativa, que no enturbie, empantane, falsifique.

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