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Cuentos chinos XIV

 Por Juan José Panno

- Lejana tierra mía

Se sabe que la expresión “de acá a la China” se usa popularmente para marcar una distancia muy amplia. “Boca ganó de acá a la China” titulamos en la última edición de Líbero en referencia al partido que terminó 4 a 0. Pero ¿de qué hablamos concretamente cuando medimos la distancia de Buenos Aires a Beijing? Son 19.307 kilómetros. Diego Maradona se quejaba ayer porque llegó muerto después de 30 horas de vuelo. Si se pudiera ir en un auto, a 100 kilómetros por ahora, tardaríamos 8 días en llegar a la capital china. Y si fuéramos nadando, a ritmo de Bardach en una eliminatoria, tardaríamos un lustro más o menos.

- Golazo

Uno de los mejores goles del fútbol olímpico lo hizo la brasileña Daniela en el partido en el que Brasil le ganó a Noruega por 2 a 1 y se clasificó para las semifinales. El primero de los goles del cuadro sudamericano fue un zapatazo desde 25 metros que se colgó de un ángulo. Esta chica Daniela se debe haber criado viendo videos de Nelinho y Eder.

- Pitufa

Hermosa la sonrisa de protector bucal azul de Alejandra Gulla después de sus dos goles en el espectacular triunfo de Las Leonas contra las alemanas. En el primero, resolvió con un caño a la arquera rival y en el segundo definió de media vuelta con mucha precisión, elevando la bocha. Gulla, de 31 años, goleadora del Lomas Athletic, es la máxima anotadora de Argentina, con 4 conquistas.

- Salto hacia el final

Alejandra García le puso punto final a su carrera internacional. Dejó una marca de 4,15m, no pudo cuando pusieron la varilla a 4,30m. Estuvo por debajo de su mejor registro histórico (4,43m), pero se despidió con una sonrisa. Se la escuchó realmente feliz en su conversación con Gonzalo Bonadeo un rato después de cerrar su actuación. “A mi edad (35 años) no podía aspirar a mucho más y me voy satisfecha por haber dado todo lo que tenía”, dijo. Anunció para octubre, en Buenos Aires, su retiro definitivo del atletismo. No todo es medalla, diploma o clasificación. Aplauso y beso para Alejandra García.

- Pronóstico

Una vez más nos fallaron las predicciones. Dijimos que Argentina le iba a ganar a Irán en básquetbol por 20 puntos. Y le ganó por 15.

- Líderes de opinión

Buena parte de la información de que disponemos sobre los primeros Juegos Olímpicos proviene de poetas como Píndaro, del siglo V A.C., cuyas odas ensalzan la gloria y las proezas de los atletas. Píndaro era un profesional contratado para escribir propaganda elogiosa, un hombre de negocios que se dedicaba a la glorificación de los atletas, un líder de opinión de la antigüedad. Muchas de nuestras nociones sobre las olimpíadas antiguas son falsas y de origen moderno. Su engañosa antigüedad es legado, sobre todo, del barón Pierre de Coubertin, el aristócrata francés que fundó los juegos Olímpicos Modernos con una imagen idealizada de la antigua Grecia.

- El mito de los aficionados

Para los atletas de la antigüedad, las consideraciones monetarias eran tan importantes como la meta por ganar. “Una victoria olímpica era un pasaporte a la fama, la riqueza y la posibilidad de ganar más dinero por presentaciones en otros festivales”, explica la doctora Judith Swadlimg, del Departamento de Antigüedad Grecolatina del museo Británico de Londres. Los ganadores olímpicos de Atenas recibían una suma en efectivo equivalente a cinco años de salario de un trabajador, además de otros beneficios, como comida gratis de por vida. Por eso no debe sorprender que la palabra atleta proceda de una antigua voz griega que significa “el que compite por un premio”. Entonces, ¿de dónde salió la idea de que los deportistas olímpicos debían ser aficionados? El barón de Coubertin era algo elitista, y su política de no admitir en los juegos más que aficionados le permitía excluir a las clases pobres. Los organizadores de los juegos modernos aplicaron el falso precedente antiguo del deporte no profesional porque “desde el principio se comprometieron a restringir la participación a los miembros de las clases adineradas”. Unicamente la gente rica podía darse el lujo de competir.

- Cuento tibetano

–Maestro, ¿hago bien en no dejarme atrapar por los extremos?

–Haces bien.

–Maestro, ¿hago bien en seguir el camino del medio?

–Haces bien si no te aferras al camino del medio y vas más allá del medio, porque en ese caso convertirás al camino del medio en otro extremo.

(Cuentos tibetanos, “La esencia de la calma”)

(Continuará)

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