DEPORTES › A PROPóSITO DEL NUEVO TORNEO DE TREINTA EQUIPOS

La AFA, el profesionalismo y el federalismo

Los dirigentes creen que ensanchar la base rentada del fútbol es sinónimo de apertura hacia el interior. Cifras discutibles de un proyecto que no se sabe hacia dónde va.

 Por Gustavo Veiga

La última tentación de Julio Grondona se hizo realidad. Un campeonato de Primera División con 30 equipos que, como era obvio de esperar, lleva su nombre. Anárquico (con perdón de Bakunin) y presentado con una declamada demagogia federalista, es una caja de Pandora de la que todavía no se sabe que saldrá. No vamos a juzgar aquí lo ya fue cosa juzgada. Se gastaron mares de tinta para analizar con rigor o liviandad, y hasta con cierta dosis de humor, los vericuetos de este torneo que el ex presidente de la AFA nos legó para la posteridad. La idea de la hora es analizar su trastienda, la integración tardía y en masa de los clubes porteños y bonaerenses con los del resto del país y la ampliación de su base profesional, defendida desde la propia página oficial de la Asociación del Fútbol Argentino. El dato que confirma el avance del deporte rentado sobre ese campo indescifrable de un presunto amateurismo que pagaba viáticos, sumas por productividad y hasta en especies, es que habrá 73 equipos más en esta temporada 2015 si se la compara con la de 2009.

La AFA presenta así su nueva criatura de 30 equipos que, dicho sea de paso, no es el más federal de sus campeonatos. Ese título debería ponérsele a la segunda categoría, la B Nacional, en la que sólo jugarán cinco clubes porteños o del Gran Buenos Aires: Chacarita, Ferro, All Boys, Los Andes y Villa Dálmine. Las restantes tres cuartas partes (quince instituciones) son del interior. Tres de ellas debutarán en el torneo: Unión de Mar del Plata, Juventud Unida de Gualeguaychú y Estudiantes de San Luis.

“Con el objetivo de lograr una mayor federalización en el fútbol argentino, en los últimos seis años aumentó la cantidad de clubes profesionales, incorporándose más de 70 entidades a los torneos oficiales de la AFA”, dice la asociación que preside Luis Segura, como si la pregonada expansión del profesionalismo equivaliera a una mayor integración regional. Bajo un título que dice “El mapa del fútbol en el 2015”, se trazan tres columnas comparativas entre 2009, 2014 y 2015 para medir la evolución hacia el federalismo. En el primero de los años jugaron 61 equipos en los torneos oficiales de la AFA, en el segundo 124 y en este lo harán 134.

De aquellas tres cantidades de equipos, se desprende que había 44 de la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires en 2009 y ahora son 73. El porcentaje aumentó mucho más si se comparan los 17 clubes del resto del país con los 62 que juegan hoy en alguna de las cinco categorías profesionales de la AFA: la Primera División, la Primera B Nacional, la Primera B, el Torneo Argentino A y la Primera C. Fuera de ese esquema, según la asociación, quedaron las 217 ligas del interior con sus clubes indirectamente afiliados y la Primera D. O sea, la enorme mayoría.

La AFA se proclama dadora de mano de obra –cuántas veces Grondona se vanaglorió de que les daba de comer a miles y miles de argentinos gracias a ese producto llamado fútbol– porque “desde 2009 hasta hoy se profesionalizaron los clubes de las categorías de Primera C y Torneo Argentino A. Esto significa, entre otras cosas, la incorporación formal de los futbolistas al mercado laboral.

Más adelante explica que con aquel torneo del interior, desde octubre de 2009 “se incorporaron al mercado laboral formal aproximadamente 600 jugadores, repartidos en 24 clubes integrantes de dicha categoría. En la actualidad, este torneo se amplió a 40 instituciones, que como consecuencia poseen alrededor de 1000 futbolistas formalizados solamente en esta categoría”.

La AFA también señala que en octubre de 2013, con la Primera C sumada al fútbol profesional –un jugador puede cobrar en ella 20 o 30 mil pesos o mucho menos, depende del club que lo contrate– “se sumaron otros 600 jugadores al mercado laboral formal”. En síntesis, reseña que “como consecuencia de estas incorporaciones al fútbol profesional, desde 2009 a la fecha se crearon 1600 puestos de trabajo. Esto además significa la obtención de una obra social para 1600 familias argentinas”. Tal parece, ni el sindicato de Agremiados lo hubiera hecho mejor.

Es más discutible lo que sostiene la AFA sobre el reparto de fondos del Programa Fútbol para Todos que le paga el Estado nacional. En su página oficial argumenta que con la implementación de ese contrato que firmó con la Jefatura de Gabinete “se logró federalizar el reparto de los fondos que la AFA recibe por el mismo. Los clubes de Primera C, Primera D, Torneo Argentino y ligas del interior no recibían importe alguno por la televisación, pero tras la implementación del Fútbol Para Todos, el Comité Ejecutivo de esta institución decidió incluirlos en la distribución monetaria, con el fin de incentivar el fomento del fútbol desde las categorías amateurs”.

En la C, por dar un ejemplo, sólo se les paga a los clubes el operativo policial. Unos 17.000 pesos por cada uno (llegan a dos como máximo en el mes). Del último torneo, la AFA todavía les debe a esas instituciones con escasos recursos dos meses atrasados. Hasta su profesionalización en 2013, era aún peor: los clubes de la categoría podían ser castigados si un partido se suspendía por la falta de pago de desproporcionados operativos que facturaba la Policía. Incluso, cuando no garantizaban en absoluto la seguridad en los estadios como quedó probado más de una vez, con hinchas muertos, jugadores visitantes atacados a golpes en las plateas y autos incendiados. La discriminación si se los comparaba o compara hoy con los clubes de Primera es que estos últimos le pueden deber fortunas a un plantel sin que los sancionen.

Al 30 de junio de 2014, las instituciones de Primera División habían cobrado 491.658.631,92 pesos por anticipos recibidos de derechos de televisión, según se desprende de la última Memoria y Balance de la AFA. Esa suma fue la mitad de los 975 millones que el gobierno nacional le pagó a la asociación durante 2014.

Una expansión del profesionalismo, como quedó comprobado, no es sinónimo de federalismo o un más equitativo reparto de los recursos. O al revés, el federalismo no desembocará necesariamente en un fútbol rentable y mucho menos en un fútbol transparente y adecentado. Esta historia continuará adentro y afuera de la cancha. Por lo pronto, los dirigentes de Primera División, quejosos como siempre de lo que reciben por el mal producto que venden, lograron tergiversar una de las máximas de Dante Panzeri: “El fútbol, único moroso impune ante el Estado”. Ellos suponen que debería ser al revés: que el Estado debería pagarles más para seguir malgastando el dinero.

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Segura, presidente de la AFA, heredero del trono de Grondona.
Imagen: Télam
 
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