ECONOMíA › CóMO FUE LA PELEA ENTRE ECHEGARAY Y ABAD QUE TERMINó CON LA SALIDA DE AMBOS

Una de pingüinos y albertistas

El jefe de la AFIP había intentado dos veces echar al titular de Aduana. Cristina Fernández se cansó de la pelea y buscó dar un gesto de autoridad, aun contra la visión inicial de su esposo.

 Por David Cufré

Hace diez días, el lunes 10 de marzo, el entonces titular de la AFIP, Alberto Abad, ordenó redactar una disposición –que por horas llevó el número 175– para desplazar de su cargo al entonces director nacional de Aduana, Ricardo Echegaray, su subordinado. No era la primera vez que lo intentaba. El 28 de enero había preparado otra disposición con el mismo objetivo. En ambos casos, lo detuvo su tocayo y referente político en el gobierno, Alberto Fernández. Pero el jefe de Gabinete no logró parar la pelea entre su protegido y “el pingüino” Echegaray, que terminó eyectándolos a ambos. La presidenta Cristina Fernández les sacó la roja para preservar su propia imagen. Buscó dar un gesto de autoridad, después de que su marido, Néstor Kirchner, le dijera en dos ocasiones al hombre de la Aduana que se quedara tranquilo que llevaba las de ganar.

Si Cristina echaba a Abad y confirmaba en su cargo a Echegaray, la oposición y los medios la iban a atacar con la muletilla del doble comando. Eso fue lo que argumentó Alberto Fernández en la muy tensa reunión de anteayer entre las cinco de la tarde y las ocho de la noche en el despacho presidencial. El secretario de Legal y Técnica, Carlos Zanini, intentó rebatir esa interpretación y su consecuencia inmediata, la caída del funcionario kirchnerista. No hubo caso.

Hasta este punto, las versiones que recogió Página/12 de altas fuentes de ambos bandos coinciden. También en que la confrontación entre los funcionarios de AFIP y Aduana ya no tenía retorno, y que Abad jugó dos veces la carta de ordenar el alejamiento de Echegaray mediante disposiciones que hizo llegar a la Casa Rosada para demostrar que “la cosa iba en serio”. Las diferencias entre los contendientes surgen a la hora de contar el desenlace de la historia.

Alberto Abad, ex responsable de la AFIP.

Cerca de Abad aseguraron que el funcionario se cansó de esperar a que Cristina expulsara a Echegaray y, convencido de que ya no iba a ocurrir, anteayer a la mañana redactó su renuncia y se la envió a Alberto Fernández. De acuerdo con esa versión, las razones principales de la pelea con el ex director de Aduana fueron dos: que desconociera su autoridad, lo que para el ex jefe de la AFIP quedó demostrado en que anticipara por la prensa medidas que aún no habían sido aprobadas, como que se debía llamar a licitación para reemplazar el sistema informático María, y su “ambición de poder”. En la AFIP le reprochan a Echegaray que removiera de su cargo “a 73 personas” sin motivos firmes.

En la Aduana, en cambio, contaron que Cristina resolvió echarlo a Abad –harta de sus planteos contra Echegaray y furiosa porque el funcionario ventiló su interna a través de los diarios– y que así se lo comunicó al jefe de Gabinete a las cinco de la tarde de anteayer. Hasta ese momento, dicen, Echegaray seguía en su cargo. Fernández planteó entonces la conveniencia de una solución salomónica, con la salida de los dos, y allí intervino Zannini tratando de frenar la movida contra Echegaray, con el resultado conocido. “En la pingüinera no cayó nada bien. Todos estábamos convencidos de que Ricardo no se iba”, confesaron desde ese espacio. “La prueba de que lo iba a echar sólo a Abad es que para la Aduana todavía no tienen reemplazante, mientras que en la AFIP ya designaron a Carlos Fernández”, agregaron.

Los defensores de Echegaray le imputaron a Abad que fuera celoso de su poder. Recordaron que entre fines de enero y principios de febrero el director de AFIP removió a 35 funcionarios de Aduana, entre ellos subdirectores de confianza del responsable de ese organismo. También contaron que la Organización Mundial de Aduanas, de Naciones Unidas, elaboró en agosto de 2007 un documento que cuestionó “la alta dependencia de la Aduana de la AFIP”. “La concentración de facultades en el Administrador Federal de Ingresos Públicos produce una asimetría entre la responsabilidad política y técnica y las potestades institucionales de la Dirección General de Aduanas (DGA)”, advierte el informe. Esto “retarda el proceso de toma de decisiones, afecta la capacidad de respuesta de la DGA, deteriorando su efectividad e imagen institucional y produciendo cierto grado de frustración en el personal”, concluye.

En la AFIP advirtieron que Echegaray influyó en la elaboración de ese informe. “Su ambición de fondo era conseguir que la Aduana no dependiera más de AFIP, cuando la tendencia en los países desarrollados es a unificar las agencias de control”, afirmaron. En la Aduana, efectivamente, promueven la recuperación de la autarquía del organismo, y cuestionan la unificación promovida por el FMI en 1997. “Abad siempre tuvo un perfil más liberal. De hecho, intentó oponerse a la prohibición de exportaciones de carnes en 2006 y al cobro de regalías mineras este año”, atacaron. Tantas discrepancias les terminaron cortando la gestión a ambos.

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Ricardo Echegaray, desplazado de la Aduana.
Imagen: Arnaldo Pampillon
 
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