ECONOMíA › LA AIG LES PAGó UNA BONIFICACIóN DE 165 MILLONES DE DóLARES A SUS EJECUTIVOS

Bailando en el “Titanic”

La aseguradora AIG, que en los últimos seis meses recibió 180.000 millones de dólares de ayuda pública para evitar la bancarrota, recompensó a sus directivos con una fortuna. En 2008 la firma perdió 100.000 millones de dólares.

La aseguradora AIG, que en los últimos seis meses recibió 180.000 millones de dólares del gobierno estadounidense para evitar la bancarrota, les pagó ayer a sus principales ejecutivos del área financiera una bonificación de 165 millones de dólares por la tarea realizada el año pasado, período en el cual la firma registró una pérdida record de 100.000 millones de dólares. “Es un escándalo”, afirmó ayer Larry Summers, director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, al ser consultado sobre el tema por la cadena televisiva ABC. “Muchas cosas terribles han pasado en el curso de los últimos meses, pero esto que pasó en AIG es lo más escandaloso”, remarcó. Ayer se supo que el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner, llamó la semana pasada al principal ejecutivo de la firma, Edward Liddy, para tratar de frenar el desembolso. Sin embargo, la gestión no tuvo éxito. Liddy reconoció que la entrega de esas primas era “de mal gusto y difícil de recomendar”, pero afirmó que están estipuladas en los contratos y deben ser honradas. Además, afirmó que la compañía podía llegar a perder a varios de sus ejecutivos “si éstos creen que la compensación está sujeta a un ajuste continuado y arbitrario por parte del Departamento del Tesoro”.

Los demócratas responsabilizan por la situación actual al ex gobierno de George W. Bush. El presidente del Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes, Barney Frank, dijo ayer en la cadena Fox News que “a AIG se le deberían haber impuesto reglas más estrictas desde que comenzó a recibir dinero público en septiembre del año pasado”. Por su parte, el líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, criticó al gobierno por “simplemente sentarse y acusar a la administración anterior”.

A mediados de septiembre del año pasado, el Tesoro de Estados Unidos puso 150.000 millones de dólares en AIG, a cambio de una participación cercana al 80 por ciento de su capital, para evitar que su caída arrastrara a todo el sistema financiero internacional, pues la gran mayoría de las entidades estaban resguardadas por la supuesta espalda financiera de la aseguradora. De hecho, AIG ofrece sus servicios de seguros a más de 100.000 entidades, entre empresas, municipalidades, instituciones financieras y fondos de retiro en 130 países. Su caso también puso en la mira el papel de las calificadoras de riesgo que, hasta una semana antes del rescate, le habían mantenido a la firma la nota triple A.

Pese al millonario rescate, la compañía siguió derrumbándose y en el cuarto trimestre de 2008 registró una pérdida record de 61.700 millones de dólares que elevó el rojo anual a 100.000 millones, situación que obligó a la administración de Obama a llevar adelante un segundo desembolso por 30.000 millones de dólares, que incluyó la toma de participación en dos filiales del grupo. En medio de esta crítica situación, se conoció el pago de las bonificaciones para los directivos de la empresa y estalló un escándalo.

Liddy confirmó el desembolso de 165 millones de dólares y se supo que durante todo el año el pago de primas correspondientes a 2008 llegará a 450 millones de dólares. Lo único que hizo el directivo cuando la noticia se hizo pública fue comprometerse a reducir las remuneraciones para este año, especialmente de los empleados mejor pagos. Aun así, Austan Goolsbee, otro de los asesores económicos del presidente Obama, reconoció en una entrevista a Fox News que la noticia “provocará la ira de millones de personas y socavará el apoyo público al programa para rescatar el sistema financiero”.

No es la primera vez que el pago de las millonarias bonificaciones genera polémica. A fines de enero, el auditor del estado de Nueva York, Thomas DiNapoli, informó que, según los cálculos de su oficina, las compañías financieras en Wall Street desembolsaron 18.400 millones de dólares en bonificaciones a sus ejecutivos a lo largo de 2008, cuando la crisis ya estaba en pleno curso. La cifra representó un descenso del 44 por ciento respecto del año anterior, pero igual motivó una dura reacción del presidente de Estados Unidos. “Es el colmo de la irresponsabilidad. Muestren algo de contención, algo de disciplina y algún sentido de la responsabilidad”, afirmó Barack Obama.

El pago de las bonificaciones evidencia que, pese a la gravedad de la crisis, los ejecutivos de Wall Street parecen estar viviendo en una burbuja. No obstante, ése no es el único indicador. Hace algunas semanas, el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, tuvo que llamar la atención del Citigroup cuando descubrió que estaba por encargar un nuevo jet para sus ejecutivos, pese a que por entonces ya había recibido 45.000 millones de dólares del Estado e iba camino a una virtual estatización para no quebrar.

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“Es un escándalo”, afirmó Larry Summers, director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca.
 
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