ECONOMíA › TEMAS DE DEBATE: FUGA DE CAPITALES

En el exterior o en el colchón

Entre julio de 2007 y julio de 2009 el promedio mensual de fuga de divisas fue de 1700 millones de dólares y desde agosto hasta ahora 730 millones de dólares. ¿Por qué se fugan dólares de la economía?

Producción: Tomás Lukin

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Factores múltiples

Por Esteban Kiper *

La fuga de capitales volvió a cobrar relevancia desde mediados de 2007. Entre enero de 2003 y junio de 2007 promedió apenas los 160 millones de dólares por mes. En los últimos tres años creció significativamente. Entre julio de 2007 y julio de 2009 el promedio mensual fue de 1700 millones de dólares y desde agosto hasta ahora 730 millones de dólares. ¿Por qué se fugan dólares de la economía? Los determinantes de la salida de capitales son múltiples, y por consiguiente la identificación resulta muy compleja. Las causas de la fuga en las economías emergentes se puede clasificar en estructurales, macroeconómicas y coyunturales.

La fuga de capitales de carácter estructural se explica por varios factores. En primer lugar la estructura rentística de la economía, dada por el peso del sector agropecuario, alimenta la salida por la limitada posibilidad de incrementar la inversión que involucra el uso de un factor fijo como la tierra. Otro determinante es la vasta presencia en el mundo emergente de actividades que operan en la informalidad (evadiendo impuestos y aportes a la seguridad social) y eluden el uso del sistema financiero para evitar el blanqueo de sus ingresos. Un tercer aspecto es la dolarización de las carteras de activos en los países emergentes. Como la volatilidad macroeconómica no permite el desarrollo de instrumentos de ahorro de largo plazo en moneda doméstica, los agentes por lo general optan por el ahorro en moneda extranjera. Un cuarto determinante es la permeabilidad de la regulación financiera heredada de procesos de apertura financiera abrupta característicos de los ’90.

Las causas macroeconómicas operan cuando aumentan las expectativas de devaluación o crisis financieras; cuando aumenta la tasa de interés de los países centrales; o cuando aumenta la percepción del riesgo sobre las economías en desarrollo.

Finalmente, las causas coyunturales abarcan aspectos cualitativos de difícil medición, tales como la intensificación de la conflictividad política, o las medidas de política económica percibidas negativamente por algún sector empresario (que pueden fugar dólares por temor, o como instrumento extorsivo si el sector es lo suficientemente grande).

En Argentina entre 2003 y 2007 pareciera haber operado sólo la formación de activos externos estructural. Por el contrario, en los últimos tres años han contribuido al aumento en la formación de activos externos todos los factores señalados. Muchas veces varios determinantes conviven, y no es posible determinar en qué magnitud influyó cada uno. Durante el conflicto desatado por las retenciones móviles aumentó considerablemente la fuga. Pero esa situación coincidió con los albores de la crisis financiera internacional y con un fuerte incremento del excedente del sector, derivado de los precios y cosecha record. En circunstancias de política interna más normales difícilmente ese excedente hubiera sido volcado en su totalidad a la inversión, el consumo o el ahorro en moneda doméstica; más aún cuando se tiene en cuenta que la renta se llevó buena parte de ese excedente, y que el sector presenta altos índices de informalidad.

Parece claro hasta aquí que la fuga siempre expresa un problema (dolarización de la economía, insostenibilidad cambiaria, incertidumbre, shocks externos); pero se debe aclarar que no siempre es un problema en sí misma. Si la fuga tiene lugar en un contexto macroeconómico caracterizado por el exceso de oferta de dólares, tasas de inversión elevadas, y depósitos estables o crecientes, no constituye un problema para el funcionamiento de la economía. Si, en cambio, la fuga dificulta la acumulación de reservas y el manejo cambiario, o elimina el exceso de oferta de divisas, puede afectar la tasa de crecimiento potencial de la economía o generar disrupciones cambiarias, financieras y reales.

¿Cómo administrar este fenómeno? En términos macroeconómicos la política adoptada desde 2003 es la adecuada, ya que la preservación de equilibrios fiscales y externos, la acumulación de reservas y el desendeudamiento refuerzan la estabilidad cambiaria y aseguran a la economía ante crisis externas, desestimulando la salida de capitales. En términos estructurales el blanqueo de la economía es clave, así como un mayor desarrollo del mercado de deuda en moneda doméstica y la participación del sector público en la apropiación de rentas. Los conflictos políticos, que son señalados usualmente en la prensa como únicos detonantes de la fuga, difícilmente puedan evitarse en un proceso de desarrollo económico. Finalmente, la adopción de controles a la entrada y salida de capitales de corto plazo ha dado muestras en otros países, y también en Argentina, de contribuir a suavizar la fuga. Al desestimular la entrada de capitales especulativos, se minimiza el potencial riesgo macroeconómico de su salida.

* Economista. AEDA-Profope.


Es un delito autónomo

Por José Sbattella *

Argentina tiene una larga historia, sobre todo a partir de la valorización financiera como modelo de acumulación, en materia de fuga de divisas y de apropiación suntuaria del excedente económico. Basta un ejemplo para entender la dinámica de la fuga. En los últimos dos años entre 2008 y 2009, en la cuenta corriente de la balanza de pagos se generó un ingreso de divisas de 18 mil millones de dólares. En dicho período se acumularon 1355 millones de dólares en divisas externas en el Banco Central y el sector público utilizó 1200 millones para cancelar pasivos externos. Así, de lo ingresado en la cuenta corriente, hay 15 mil millones de dólares que no quedaron en la economía formando activos externos o se guardaron en el “colchón” por parte del sector privado.

Estos datos son consistentes con los que figuran en la contabilidad externa. Entre 2008 y 2009, la formación de activos externos por parte del sector privado (financiero y no financiero) alcanzó los 14.800 millones de dólares. Lo más llamativo es que tan sólo 2 mil millones de dólares fueron a parar a inversión directa o productiva y el resto terminó en inversiones especulativas o directamente en el “colchón”. Se estima que hoy el stock de dinero en moneda extranjera en el “colchón”, o en orígenes desconocidos (depósitos u otras inversiones especulativas), alcanza los 134 mil millones de dólares, mientras que las inversiones productivas en empresas o emprendimientos inmobiliarios es tan sólo de 30 mil millones de dólares.

Eso explica dos cuestiones clave de los últimos tiempos: 1) la baja utilización del mercado financiero como alternativa de financiamiento (hay fondeo propio) y, 2) el incremento de la acumulación suntuaria del excedente que va creciendo en porcentaje del PIB. Si bien nadie puede establecer a ciencia cierta cuánto es la influencia de las actividades ilícitas en la economía cuyo producido luego es “blanqueado” al circuito legal a través de diversos mecanismos, hay consenso entre los especialistas que a nivel mundial representa el 5 por ciento del PIB.

Una cuenta sencilla nos marca que, para un PIB de aproximadamente 330 mil millones de dólares como el actual, el monto que es generado por actividades ilícitas medido en pesos alcanzaría los 66 mil millones anuales, monto altamente significativo. Comparando con la fuga de divisas, estamos diciendo que el lavado de dinero duplica anualmente al monto fugado en forma anual, al menos en estos dos últimos años.

Al estar blanqueado, el dinero se encuentra dentro de la estadística formal de la economía: circula, se deposita, se pagan impuestos por ellos, etcétera. Del mismo modo, una vez “adentro” del circuito formal, una porción se fuga a otras latitudes y/o se acumula en activos externos que no son productivos. La evasión impositiva constituye un delito por excelencia en la Argentina. Según datos de la Cepal, la recaudación potencial del impuesto a las Ganancias es de 130 mil millones de pesos mientras que la recaudación efectiva para 2009 fue de 55 mil millones de pesos. Si sumamos la evasión del IVA que calcula la AFIP, la evasión en los dos principales impuestos de la Argentina supera los 90 mil millones de pesos.

En la Argentina, si bien la evasión está penada por la Ley Penal Tributaria, no está penado el lavado de dinero producto de dicho delito. El delito de lavado de dinero surge como delito en sí mismo, ya que muchas veces es muy difícil detectar el delito que lo precedió, es decir la actividad ilícita por la cual se obtuvo el dinero “sucio”. Incluso muchas veces es más fácil detectar el dinero antes que el delito.

El Poder Ejecutivo envió al Parlamento un proyecto para incluir dentro del marco de la ley de lavado de dinero algunas cuestiones esenciales que tienden a favorecer la lucha contra esas actividades. Como considerar el lavado de dinero como delito autónomo, permite no sólo castigar al encubridor sino al que encubre su propio delito. En segundo lugar, ya que el lavado es un delito escalonado con el precedente, buscar este último mediante la querella, mejora la investigación del lavado y su tipología. Y en tercer lugar, incluir entre otros delitos, al de evasión como un delito precedente cuyo lavado debe ser castigado. No se trata de perseguir la “simple evasión” como han salido a cuestionar desde algunos sectores, al menos que piensen que 90 mil millones pesos de evasión al año se trate de un delito menor. En este sentido, el dinero “sucio” producto de las actividades ilícitas se mezcla y comparte la misma ruta del dinero de las actividades “limpias”, pero que generan un gran perjuicio a la sociedad.

Desde el punto de vista económico es capital con costo de oportunidad cero o negativo, puesto que se “paga” para blanquearlo y desplaza al que viene financiado, cuyo costo es la tasa de interés más el riesgo de cada región.

* Presidente de la Unidad de Información Financiera.

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