ECONOMíA › OPINION

El poder de los dólares

 Por Alfredo Zaiat

La productividad de la tierra y la expansión de la frontera agrícola sojera en Uruguay y Paraguay explican el muy buen desempeño exportador de ambos países en este año. La diferencia es notable respecto del resto de América latina y en particular del de sus socios mayores del Mercosur. El informe de la Cepal “Panorama de la inserción internacional de América latina y el Caribe 2013” proyecta un crecimiento del valor de las exportaciones regionales de apenas 1,5 por ciento, similar a la expansión de 1,4 por ciento registrada en 2012. Brasil bajará 0,1 por ciento y Argentina aumentará 6,7 por ciento en 2013 respecto del año anterior. En este marco general de escaso dinamismo regional de las ventas externas sobresalen los incrementos del 33 por ciento de Paraguay y el 14 por ciento de Uruguay. La Cepal informa que el fuerte crecimiento fue por las exportaciones de soja y carne. Precisa que en el primer semestre de 2013 las exportaciones agrícolas de Paraguay, especialmente las de semillas de soja, experimentaron un aumento superior al 60 por ciento. La expansión de la cosecha de soja en esos dos países ha sido muy importante. En base a esas variaciones tan destacadas, no es una hipótesis irrazonable incorporar en el análisis la posibilidad de que el transporte de soja cruzando la frontera desde Argentina eludiendo los controles aduaneros haya permitido abultar el volumen exportador de Paraguay y Uruguay. Semejante volumen de carga no puede ser realizado por productores aislados sino por grandes comercializadores. Es lo que se conoce como el negocio de la soja blue.

Las empresas integrantes de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (Ciara) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC) representan poco más de un tercio del total de las exportaciones argentinas. En la semana del 2 al 6 de diciembre liquidaron por el equivalente a 251,2 millones de dólares, acumulando 22.229 millones en el año. Venden divisas para cubrir gastos varios y en especial para la compra posterior en pesos de granos que serán exportados ya sea en su mismo estado o como productos procesados, luego de una transformación industrial. Venden dólares 30 días antes de las exportaciones de granos y 90 días de aceites y harinas. A esta altura del año pasado, con una cosecha que fue 20 por ciento menor a la actual, el monto global liquidado por las exportadoras fue casi similar por 21.900 millones de dólares.

La diferencia entre dimensión de las cosechas y las sumas de liquidación de divisas de un año a otro es de unos 4460 millones de dólares. Es la estimación del valor de la retención de soja de productores-exportadores. El informe Coyuntura y Desarrollo de FIDE de fines de octubre calculaba más del doble, al indicar que los productores sojeros retenían el 35 por ciento de la producción exportable “a la espera de una devaluación, y dando por descontado que no sufrirá grandes modificaciones el precio internacional de la oleaginosa en el corto plazo”. Unas 17,5 millones de toneladas de soja por un valor equivalente a 9500 millones de dólares, estimó. “Ello obliga a buscar mecanismos para motorizar la liquidación de esas divisas y controlar mejor tanto las operaciones de subfacturación como seguir la pista de las denuncias de contrabando”, aconsejaba FIDE.

La nueva conducción del Banco Central ha avanzado en la oferta de un nuevo instrumento financiero para inducir a los exportadores del complejo agrario a vender dólares. No fue la portación de armas y el abandono de tareas de las policías provinciales para conseguir aumentos salariales, pero la tenencia de dólares y la no liquidación ante la necesidad oficial de cuidar las reservas les ha redituado un similar saldo financiero positivo: un seguro de cambio más intereses. Estas fueron las condiciones definidas por el Central en las Letras (documento de deuda) a 180 días que empezaron a suscribir las grandes cerealeras a cambio de dólares. Por 1500 a 2000 millones de dólares a liquidar en forma pausada durante las próximas cinco semanas recibirán Letras del BCRA en pesos ajustados por la evolución del tipo de cambio oficial más una tasa de interés del 3,65 por ciento anual. De acuerdo con la política cambiaria desplegada hasta ahora por el nuevo equipo económico, el mercado estima que la cotización oficial se ubicara de 7,30 a 7,50 pesos por dólar en los próximos seis meses, al vencimiento de esas Letras. Esto implica que las grandes exportadoras tienen garantizado el valor del tipo de cambio, lo que se conoce como seguro de cambio, más una renta que significa en total un retorno global de 35 a 40 por ciento anual en pesos. Semejante rentabilidad no fue obtenida con el poder de las armas, sino con el poder de los dólares.

Una de los principales malos entendidos del funcionamiento de la plaza financiera es pensar que los bancos líderes tienen las mesas de dinero más importantes por donde se canalizan las grandes operaciones del mercado. Son las exportadoras de cereales las que intervienen con más intensidad en el movimiento de capitales con sus propias mesas de dinero, con un giro mínimo de 22 mil millones de dólares, monto total de la liquidación de divisas en lo que va de este año. Los jugadores más relevantes son Cargill, Bunge, Louis Dreyfus Commodities (LDC), Aceitera General Deheza, Archer Daniels Midland (ADM), Vicentin, Noble Argentina, Alfred Toepfer, Molinos, Nidera, Oleaginosa Moreno y Asociación de Cooperativas Argentinas. Doce empresas que integran el lote de las primeras veinticinco compañías exportadoras de Argentina. El total del complejo agroindustrial, que incluye además de esas doce grandes cerealeras a otras cuarenta y dos importantes firmas, coloca al país como uno de los principales países productores de alimentos del mundo. Ese grupo de empresas concentró el 36,9 por ciento (29.800 millones de dólares) del total de las exportaciones en 2012.

Conocer quiénes son los dueños de los dólares comerciales provenientes de las exportaciones es una información valiosa para precisar análisis políticos y económicos, a la vez que para evaluar el espacio existente para una mayor intervención oficial en esa actividad en base a la construcción de alianzas con diferentes actores económicos y sociales. Si ya ocupaban un papel central en la dinámica del mercado cambiario, teniendo en cuenta que el 80 por ciento de las divisas fugadas en el período 2007-2011 provinieron del superávit comercial, en los próximos dos años adquirirán un lugar dominante por su poder perturbador o apaciguador de la plaza financiera, como mostraron en los últimos meses y especialmente esta semana durante la negociación con el Banco Central por las Letras con seguro de cambio.

La estrategia oficial de desendeudamiento pagando deuda con reservas fue útil para ampliar márgenes de autonomía de la política monetaria y fiscal, además de liberarse de las presiones del mercado financiero internacional. Pero ese esfuerzo fue demasiado intenso, en particular en este año al involucrar un monto equivalente al 75 por ciento de las reservas que descendieron de la cuenta del BCRA, que redujo esa autonomía aunque con otro sujeto económico con capacidad de condicionar la gestión gubernamental: no son ya financistas y sus bancos de inversión, sino los dueños de los dólares comerciales, destacándose entre ellos las grandes exportadores de granos.

Los contextos locales e internacionales del mercado internacional de granos son otros y la sofisticación financiera, operativa y fiscal de los comercializadores multinacionales de cereales es incomparable con la de décadas pasadas. Esto exige herramientas de intervención oficial más complejas y superadoras a la de una Junta Nacional de Granos, suprimida por la ola neoliberal en 1993. Pero si el Gobierno aspira a transitar sin sobresaltos el último tramo de su gestión debería evaluar la necesidad de recuperar un organismo de regulación del mercado de cereales creando una especie de agencia de comercialización de las cosechas, asegurando por esa vía un mejor precio a los productores para luego exportarlas. Este fue un proyecto que circuló por despachos oficiales en 2009 y que fue desestimado. Sin impedir la actuación de las grandes exportadoras, el Estado recuperaría de ese modo capacidad de regulación en un mercado sensible, como hacen Canadá y Australia a través de entes públicos de esas características en la comercialización del trigo (Canadian Wheat Board y Australian Wheat Board Limited).

Es una alternativa que tiene a disposición el gobierno de CFK para no quedar atrapado en un callejón estrecho adonde lo conducen los dueños de los dólares.

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Imagen: Alejandro Elias
 

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