ECONOMíA › ENARSA DIVIDE AL ESPECTRO DE CENTROIZQUIERDA

Un primer paso o un obstáculo

Por R. D.

Las diez horas de debate que demandó la aprobación del proyecto de creación de Enarsa en la Cámara de Diputados no bastaron para conformar al espectro de centroizquierda. El proyecto, con modificaciones introducidas a instancias de esos mismos sectores, mereció el apoyo de más de 120 diputados y el rechazo de otros 80, pero entre estos últimos hubo varios de los que habían pedido, precisamente, los cambios al proyecto que antes había votado el Senado. “La estrategia de abrir un debate sobre puntos cruciales del proyecto tuvo un resultado, que fue imponerle modificaciones a la propuesta original, pero a algunos parece que les cuesta capitalizar los logros”, señaló Claudio Lozano, de Emancipación y Justicia, el único de los legisladores que votó a favor entre aquellos que habían demandado los cambios.
Los diputados del ARI, el socialismo, algunos radicales y otros independientes que habían sumado su firma a una demanda común de cambios al proyecto oficial aprobado en el Senado le negaron su apoyo, pese a que el oficialismo aceptó reformarlo. “Algunos ingresaron en la lógica de que ‘esto es otra trampa’, incluso esgrimiendo argumento muy débiles, como que Enarsa se creó por una demanda del FMI o de las petroleras”, se quejó Lozano de sus hasta hace 48 horas compañeros de ruta.
Y es que el debate sobre el significado de Enarsa permanece abierto, aun después de su media sanción en Diputados y el compromiso del oficialismo de aprobarlo tal cual en el Senado, en dos semanas. Hay un concepto compartido por progresistas que votaron el proyecto –cabría sumar en esta calificación a Alicia Castro, Juliana Marino o a Francisco Gutiérrez, por ejemplo– y los que lo rechazaron: cualquier herramienta es parte de una política, y no su totalidad. Pero mientras que los primeros consideran que Enarsa es una herramienta de una política aún pendiente de discusión, los disconformes la consideran una obstrucción para una política de recuperación de la soberanía nacional sobre la energía.
En términos sumamente prácticos, Julio De Vido define ante legisladores cercanos al Gobierno que “sólo recreando un actor en el sector energético se puede empezar a fijar condiciones en ese mercado”. A esa visión táctica responde la propuesta de creación de Enarsa, aunque en un principio aparezca absolutamente desvalida de armas para empezar a dar pelea. Un planteo distinto es formular una política para el sector y las reglas de juego a las que deba ceñirse el sector privado prioritariamente y, en ese marco, insertar la empresa estatal.
El punto que divide a quienes aceptaron los cambios a la ley para apoyar el proyecto y quienes los consideraron insuficientes es si Enarsa es un instrumento válido, o no, para una política aún por formularse. Desde el Gobierno, que pidió la creación de Enarsa, sigue pendiente la definición de una propuesta en materia de política sectorial. Hasta acá, la Secretaría de Energía brilló por su ausencia, no sólo para formular políticas sino incluso para fijar reglas. Está por verse si, creada Enarsa, hay un cambio de actitud.

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