EL MUNDO › OPINION

El hipnotizador

 Por Boaventura de Sousa Santos *

La hipnosis es un estado psíquico inducido artificialmente en que el hipnotizado, en una condición semejante a la de un trance, queda sujeto a la influencia del hipnotizador. El estado de concentración hipnótica filtra la información de modo que coincida con las directivas recibidas. Estas, a su vez, pueden traer a la conciencia del hipnotizado recuerdos suprimidos. La hipnosis puede conducir a actos destructivos para sí o para otros y, pasado su efecto, el contacto con la realidad puede ser penoso. El mundo (no todo, pero sí una buena parte) vive hoy en un estado de hipnosis y el hipnotizador es Barack Obama. La hipnosis consiste en un radical cambio en la percepción de lo que está pasando en el mundo, sin que en realidad haya razones para sustentar ese cambio. ¿En qué consiste tal cambio y de dónde vienen los poderes hipnóticos de Obama? ¿Qué pasará cuando el estado de hipnosis se desvanezca?

El cambio de percepción se está produciendo en diferentes áreas:

n La crisis financiera global. El cambio: las audaces medidas de Obama para regular el sistema financiero y tomar el control de grandes empresas permitieron que la crisis sea superada y la economía retome su curso. La realidad: Obama inyectó astronómicos montos de dinero de los contribuyentes en los bancos y las empresas que estaban al borde del colapso, pero sin asumir el control de su gestión; hasta ahora no introdujo ninguna regulación del sistema financiero, prueba de eso es la vuelta del capitalismo de casino a Wall Street, con el banco Goldman Sachs obteniendo fabulosas ganancias a través de los mismos procedimientos especulativos que llevaron a la crisis; mientras, el desempleo sigue aumentando y los norteamericanos continúan perdiendo sus casas porque no pueden pagar las hipotecas.

n El regreso del multilateralismo. El cambio: Obama abandonó el unilateralismo de Bush y los tratados internacionales volvieron a ser respetados por los Estados Unidos. La realidad: las recientes negociaciones en Bangkok, que debieron reforzar el frágil Protocolo de Kioto sobre cambio climático, condujeron, por presión de los EE.UU., al resultado opuesto, con el agravante de haber atenuado las responsabilidades globales de los países desarrollados, los grandes responsables de la degradación ambiental; los EE.UU., que no firmaron la Declaración de Durban contra el racismo auspiciada por la ONU en 2001, volvieron a retirar su apoyo a la revisión de la Declaración, formulada en una reunión de la ONU en abril pasado, en Ginebra, arrastrando consigo a varios países europeos; los EE.UU. desconocieron el valiente informe del juez Richard Goldstone sobre los crímenes de guerra cometidos por Israel y Hamas durante la invasión israelí a la Franja de Gaza en el invierno de 2008, y, junto con Israel, presionaron a la Autoridad Palestina para que hiciera lo mismo.

El fin de las guerras. El cambio: en señal de fraternidad y respeto, Obama tendió su mano al mundo islámico y pondrá fin a las guerras en Medio Oriente. La realidad: sin duda hubo un cambio retórico, pero Guantánamo aún no cerró; los generales dicen que la ocupación de Irak continuará por muchos años (aunque los soldados sean sustituidos por mercenarios); los pobres agricultores afganos siguen siendo asesinados “por error” por bombarderos cobardemente no tripulados, y las muertes ya se extienden hasta Pakistán con consecuencias imprevisibles; el fraude de la amenaza nuclear iraní continúa siendo difundido como verdadero; el pasado 10 de septiembre Obama renovó el estado de emergencia, declarado inicialmente por Bush en 2001, bajo el pretexto de la amenaza terrorista, otorgando al Estado poderes que coartan los derechos democráticos de los ciudadanos.

n Las bases militares en Colombia. El cambio: sin precedentes, Obama criticó el golpe de Estado en Honduras, lo que garantiza que las siete bases militares que se instalarán en Colombia estarán exclusivamente destinadas a la lucha contra la droga. La realidad: Obama criticó el golpe, pero no suspendió la ayuda financiera; el alcance de los aviones que llegan a Colombia revela que los verdaderos objetivos de las bases son: 1) mostrarle a Brasil que, como potencia regional, no puede rivalizar con EE.UU.; 2) controlar el acceso a los recursos naturales de la región, entre ellos los de la Amazonia; 3) intimidar a los gobiernos progresistas de la región para que no avancen demasiado en la vía socialista.

¿De dónde viene el poder hipnótico de Barack Obama? De la insidiosa presencia del colonialismo en la constitución político-cultural del mundo. El presidente negro de un país tan importante les da a los creadores históricos del racismo en el mundo contemporáneo la comodidad de expiar sin esfuerzo su culpa histórica, y les da a las víctimas del racismo la creíble ilusión de que el fin de sus humillaciones está próximo.

¿Qué pasará después de la hipnosis? Obama se está preparando meticulosamente para gobernar durante ocho años; hará algunas reformas que mejoren la vida de los norteamericanos, aunque muy por debajo de las promesas previas (como en el caso de la reforma del sistema de salud) y sin poner nunca en cuestión la vigencia del Estado de mercado; evitará a toda costa “revolver” el conflicto Israel/Palestina; mantendrá a Latinoamérica bajo estricto control; contentará en todo a China, con miedo a que deje de financiar el american way of life, dejará a Irán donde está y, si puede, saldrá de Afganistán; todo eso en un contexto de creciente declive económico de los EE.UU., en parte camuflado por el aumento del gasto militar, en algunos casos orientado al control de conflictos internos.

* Doctor en Sociología del Derecho; profesor de la Universidad de Coimbra (Portugal) y de la Universidad de Wisconsin (EE.UU.).
Traducción: Javier Lorca.

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