EL MUNDO › DURA REACCIóN DE GRAN BRETAñA ANTE LA DECISIóN DEL GOBIERNO ECUATORIANO EN FAVOR DEL FUNDADOR DE WIKILEAKS

Correa le dio asilo diplomático a Assange

El canciller británico se mostró decepcionado por la decisión de Ecuador de conceder asilo al fundador de Wikileaks y enfatizó que la voluntad de su gobierno es extraditarlo a Suecia. Pero para Ecuador, Assange corre peligro.

 Por Marcelo Justo

Desde Londres

La diplomacia es la guerra por otros medios: la batalla por Julian Assange recién comienza. El canciller británico, William Hague, se mostró “decepcionado” por la decisión de Ecuador de conceder asilo político al fundador de Wikileaks, pero enfatizó que no cambiaba en nada las cosas. “De acuerdo con nuestra legislación, estamos obligados a extraditarlo a Suecia. Cumpliremos con esta obligación.”

El canciller no dijo cómo lo haría, pero negó enfáticamente toda posibilidad de conceder el salvoconducto solicitado por el canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño, para que Assange se desplace de la embajada ecuatoriana, en Knitsbridge, al aeropuerto. “Hay que entender que esto no tiene nada que ver con las actividades de Assange en Wikileaks o la conducta de Estados Unidos. Se lo busca en Suecia para que responda a acusaciones sobre graves delitos sexuales”, dijo el canciller.

Hague fue mucho más allá de lo esperado en un país democrático occidental, al señalar que el Reino Unido no aceptaba el principio del asilo diplomático. “No es un concepto universal. El Reino Unido no ha firmado ninguna legislación que nos exija reconocer el asilo concedido por una embajada extranjera. Además, incluso en los países que reconocen este derecho, no lo hacen para que una persona se escape del proceso judicial”, señaló Hague. En los fundamentos de su anuncio en Quito, el canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño, había colocado al derecho al asilo político en un lugar de privilegio. “Pertenece al sistema de normas imperativas del derecho”, dijo Patiño.

El canciller ecuatoriano subrayó que había llevado adelante largas negociaciones con el Reino Unido, Suecia y Estados Unidos y que ningún país le había ofrecido garantías sobre el futuro de Assange. “Ecuador cree que es justificado el temor de Julian Assange de que es un víctima política por su defensa de la libertad de información”, indicó. Según Assange, la acusación de delito sexual que le hace la Justicia sueca es parte de una estrategia político-diplomática estadounidense para conseguir su extradición y juicio por la revelación de unos 90 mil documentos secretos en Wikileaks, cargo que conlleva una posible pena de muerte. Este fin de semana se reunirán la Unión de las Naciones Sudamericanas (Unasur) y la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA) para pronunciarse sobre la situación.

En su declaración, William Hague dio una vaga señal contemporizadora al manifestarse dispuesto a llegar a “una solución negociada que nos permita cumplir con nuestras obligaciones bajo la ley de extradición”. Pero cuando un periodista le preguntó sobre la posibilidad de irrumpir en la embajada ecuatoriana y lo comparó con la toma de la embajada estadounidense en Irán a principios de los ’80, el canciller señaló que la ley británica contempla la posibilidad de revocar el status diplomático de una sede si no está cumpliendo con su función. El Parlamento británico aprobó la ley de Recintos Diplomáticos y Consulares en 1987, tres años después de que se abriera fuego desde la embajada libia contra opositores que protestaban contra el gobierno de Muammar Khadafi y muriera la agente británica Yvonne Fletcher. ¿Está el Reino Unido dispuesto a usar esta opción hasta sus últimas consecuencias?

En el diario de Ruppert Murdoch The Times, el columnista Roger Boyes opinó que si el Reino Unido avanza en este camino sería prácticamente inevitable una ruptura de la relación con Ecuador y la tensión diplomática se extendería “a Venezuela, Bolivia y hasta Brasil”. Sería un fuerte revés para la política del Foreign Office. En enero, el canciller William Hague visitó Río de Janeiro en un intento de relanzar la relación británica con América latina. Brasil es considerado uno de los mercados del Brics a conquistar para salir de la recesión económica.

Según la BBC, a este problema se le añade otro de repercusión global. Una ocupación de la embajada para arrestar a Assange podría ser utilizado como precedente en ataques contra embajadas británicas o de otros países en cualquier lugar del planeta, generando un potencial minicaos. Pero si no adopta esta estrategia, el fundador de Wikileaks tendrá que permanecer en la sede ecuatoriana: la policía podría detenerlo apenas ponga un pie afuera.

En este punto, todo se abre para un desenlace tipo película de Hollywood. Ecuador podría intentar llevar a Julian Assange al aeropuerto en un coche de la embajada, que también gozaría de inmunidad o, incluso, hacerlo viajar escondido en el baúl. “Hay reglas estrictas para el equipaje diplomático que permiten a los países traer la documentación que necesiten. Estas valijas diplomáticas pueden ser de cualquier tamaño, pero son para documentos oficiales. Es difícil ver cómo se podría esconder por este método a una persona para subirla al avión”, especula la BBC. Es de suponer que el avión mismo debería tener una cierta inmunidad diplomática. Es fácil ver cómo en la escalerilla de la aeronave la película de espionaje se puede transformar en una farsa digna de Mister Bean.

Más factible es un empate técnico. En otras palabras, que Julian Assange permanezca en la embajada. Hay muchos antecedentes en este sentido. Es probable que el cardenal Jozesf Mindszenty tenga el record de tiempo: pasó 15 años en la embajada estadounidense en Budapest luego de la invasión soviética de Hungría en 1956. ¿Podrá Assange superarlo?

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Policías británicos forcejean con simpatizantes de Assange en la entrada de la embajada ecuatoriana de Londres.
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