Jueves, 23 de enero de 2014 | Hoy
EL MUNDO › OPINION
Por Alfredo Serrano Mancilla *
¡Ahora es cuándo, carajo! Este fue un grito-latido muy escuchado en Bolivia cuando el pueblo impugnaba las décadas perdidas ocasionadas por las políticas neoliberales derivadas del mayor de los Disensos, el de Washington. No sólo significó rechazo sino también la elección del momento preciso de la verdad, de mirar hacia delante, de transitar de una táctica de resistencia hacia una victoria electoral, y seguidamente, una estrategia de construcción propositiva para refundar un nuevo Estado Plurinacional. Las mayorías exigieron que la democracia aparente se convirtiera en una democracia real e integral, en la que se respeta la soberanía del voto popular, a la par que se democratizan las condiciones sociales y el poder económico. Evo Morales, con un instrumento electoral y político, desde el año 1997, primero en calidad de diputado, luego en el año 2002 –llegando a ser segundo en la carrera presidencial–, y definitivamente a fines del año 2005, es elegido presidente con una mayoría absoluta. Desde ese entonces, son nueve años de gobierno de Revolución Democrática y Cultural, de cambio de época, que ya constituyen una década recuperada, una década ganada.
No hubo tiempo que perder porque las urgencias no tienen la paciencia que cierta intelectualidad presupone para discusiones eternas o para transformaciones de largo plazo. Lo primero fue salvar el corto plazo para evitar la defunción del largo plazo. Y para empezar, había que evitar que la institucionalidad heredada, injusta e importada, fuera fagocitando cualquier intento de cambio, para ello, lo fundamental era una convocatoria para una Asamblea Constituyente. Casi un mes después, el 1º mayo de 2006, se decretó la nacionalización de los hidrocarburos que ha permitido que la producción del gas natural se duplique y que los ingresos públicos se multipliquen por diez (pasaron de 673 millones de dólares a 5599 millones de dólares). En estos años comenzó una acelerada y vigorosa política de reapropiación de los sectores estratégicos (transporte eléctrico, telecomunicaciones y transportes) y de redistribución de la riqueza mediante un híbrido virtuoso: a) acciones a favor de la inclusión, tales como: Renta Dignidad a favor de las personas mayores, Bono Juancito Pinto a favor de la escolarización de los niños y Renta Juana Azurduy de Padilla para las mujeres embarazadas, y b) políticas estructurales de inversión sociales y en infraestructuras. Además, no se pueden olvidar aquellos programas más pequeños que han consentido democratizar el paulatino cambio de la matriz productiva: programa Proleche a favor de los productores pequeños de leche para defenderlos del monopolio y con fijación de precios de consumo, la creación de Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos, la Empresa Azucarera San Buenaventura, la Empresa Pública Nacional Estratégica Cementos de Bolivia, etc.
En el plano internacional, Bolivia se alejó de las reglas dominantes internacionales del boboaperturismo; abandonó el Ciadi (juez y parte del Banco Mundial), los préstamos del FMI, no firmó acuerdo comercial con la UE, no aceptó chantaje vía Atdepa con los Estados Unidos ni la contra ayuda de Usaid en cooperación para el subdesarrollo. Frente a ello, apostó por una inserción soberana en el mundo, mediante la regionalización de las relaciones económicas (ALBA, Mercosur, Unasur), con una diversificación comercial en el nuevo mundo multipolar.
Frente al decálogo neoliberal del pasado, Evo Morales optó por su “mandar obedeciendo” en la búsqueda del Vivir Bien de las mayorías en sustitución del Vivir Mejor de unos pocos, resumido en estos diez mandamientos: 1) reducción de la pobreza extrema y desigualdad según PNUD, 2) mejoras en alimentación según FAO, 3) se triplicó el PIB, 4) tasa de desempleo es del 5,5 por ciento, 4) salario mínimo casi triplica la inflación acumulada, 5) la inflación pasó del 400 por ciento en 1985-2005 al 6,7 por ciento en 2005-2013, 6) mejor distribución de las tierras, 7) la inversión pública se multiplicó por diez, 8) se mejora y democratiza la educación y la salud, 9) se mejora el acceso a energía y 10) recuperación del Estado gramsciano, más democratizado, participativo y protagónico. Todos son resultados que ratifican aquello que dice el presidente Evo Morales: “en Bolivia se ha pasado de los Chicago Boys a los Boliviano Boys. En definitiva, Bolivia, en el auge neoliberal, en el año 2001, fue el alumno aventajado del FMI y BM, aplaudido por estos organismos por su mejor nota en el denominado Indice de Avances de Reformas Estructurales. Hoy, nueve años después, tras su década ganada, en cambio, es felicitado por su pueblo.
Así que, salvada esta década, lo próximo será disputar la próxima, nuevamente una década decisiva.
* Doctor en Economía, Centro Estratégico Latinoamericano Geopolítico (Celag).
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