EL MUNDO › FUNDADO POR UN CHECO, LIMITA CON SERBIA Y CROACIA Y TIENE SIETE KILOMéTROS CUADRADOS

Liberland, un territorio ultraliberal

En abril pasado, un nuevo Estado europeo aún inhabitado apareció en el mapa: la República Libre de Liberland. Su fundador, Vit Jedlicka, estuvo en París exponiendo el proyecto cuyo eje es una libertad sin regulación.

 Por Eduardo Febbro

El checo Vit Jedlicka tuvo la idea de implantar un territorio libre de impuestos y tasas.

Página/12 En Francia

Desde París

En abril de 2015, un nuevo Estado europeo apareció en el mapa: la República Libre de Liberland. Siete kilómetros cuadrados en forma de casi corazón, situados en pleno bosque entre Croacia y Serbia. Por ahora no hay ni un solo habitante y apenas está poblado por una casa en ruinas. Tiene, eso sí, una cuenta en Facebook y otra en Twitter. Liberland acuña una ambición: ser el primer Estado ultraliberal de los Balcanes, prohibido a los comunistas, a los nazis y a los criminales. Hasta hoy es, también, la primera micro-nación fundada gracias a los fondos recolectados mediante el crowdfunding, o sea, la financiación participativa. La República Libre de Liberland se instaló en un tramo de tierra a lo largo del Danubio cuya demarcación precisa fue pasada por alto en la división territorial entre Croacia y Serbia que se hizo luego de la guerra en la ex Yugoslavia. En principio, Liberland no pertenecía a nadie hasta que su fundador y presidente, el checo Vit Jedlicka, tuvo la idea de implantar allí un territorio ultraliberal, sin impuestos ni tasas de ningún tipo y con la divisa “vivir y dejar vivir”.

La historia suena un poco a broma, un poco a delirio y otro poco a intenciones aún inconfesables. Pero lo cierto es que desde mediados de año su presidente salió de gira por Europa y los Estados Unidos para obtener el reconocimiento de ese nuevo Estado que ya cuenta con su bandera: dos bandas horizontales de color amarillo que simbolizan “el libre intercambio” rodean otra banda negra en signo de rebelión contra el sistema. En el medio hay un escudo con una banda azul que representa al Danubio, otra blanca y una tercera marrón. En el escudo aparecen dos dibujos más: un pájaro de la libertad y un árbol de la abundancia. Liberland ya tiene su propia Carta Magna, un texto inspirado en las Constituciones de Estados Unidos, Francia, Suiza y Estonia.

Esta utopía ultraliberal que aspira a instalarse en la orilla oeste del Danubio reunió un total de 50.000 dólares en donaciones. A sus 31 años, Vit Jedlicka vino a París a exponer el proyecto cuyo eje es una libertad sin regulación. La página Facebook de Liberland se refiere a una “República constitucional con elementos de democracia directa” donde los impuestos o las tasas no son obligatorios sino “opcionales”. Según Vit Jedlicka, más de 400.000 personas cursaron una solicitud de ciudadanía. Esta terra nullius (tierra sin amo, en latín) estará abierta a quienes “respeten a los otros y sus opiniones, sean cuales fueren su raza, su origen étnico o religioso, y a quienes respeten el principio de que la propiedad privada es intangible”. Existen también otras condiciones: no ser comunista ni nazi, ni haber cometido crímenes. Nadie con prontuario criminal o ideológico. Para el presidente de Liberland, el Estado y sus instrumentos de control son una perversión absoluta. El mandatario virtual explica que “el Estado es una enorme ilusión que pervierte la ley. Mi objetivo consiste en establecer un mínimo de regulación para conseguir un máximo de libertad económica e individual”. La idea no deja de suscitar roces, especialmente en Croacia. Esta República, contrariamente a Serbia, se muestra muy severa con los candidatos a ciudadanos de Liberland. Croacia ya movilizó varias brigadas fluviales y en mayo pasado detuvo al fundador y a una cuantas personas más que intentaban penetrar en lo que Croacia considera como su territorio. Pero su dirigente autoproclamado expone como argumento un mapa oficial de Croacia en donde el bosque constituido por Liberland no está bajo jurisdicción croata. Y como los serbios no lo cuestionan sino, más bien, colaboran con los liberlands facilitándoles parte de su territorio para que instalen campos de trabajo, la aventura de esta micro-nación sigue, por ahora, en marcha. El interciso que encontró su fundador para desplegar esta utopía es la disputa entre Serbia y Croacia de ese pequeño territorio (Gornja Siga) que, a raíz del conflicto, no fue puesto bajo ninguna jurisdicción para no alimentar la tensión que impera entre Belgrado y Zagreb desde los años ’90, o sea, desde el fin de la guerra en la ex Yugoslavia pactada mediante los acuerdos de Dayton.

A Vit Jedlicka no le falta experiencia política. El jefe de Estado virtual de un país que nadie reconoció todavía militó en el República Checa, en el Partido de los Ciudadanos Libres, un movimiento compuesto esencialmente de euroescépticos como los que aparecieron en estos años un poco en toda la Europa de la Unión. En 2009, Jedlicka fue electo presidente de una región del Noreste de la República Checa, Hradec Kralove. Sus años de mandato lo desencantaron. En la capital francesa, el neo presidente contó que todo lo que hizo para que las cosas cambien “jamás prosperó”.

La idea de un país nuevo, liberal y casi sin Estado, la tiene desde su adolescencia, cuando leyó la obra del francés Frédéric Bastiat, en particular el libro panfleto La Ley, que escribió en 1850. Bastiat es un abanderado de la competencia, del libre intercambio y un ferviente adepto de una amplísima libertad individual. Con esos valores y un par de amigos checos Vit Jedlicka quiere construir su nuevo reducto ultraliberal, una suerte de Mónaco en esa zona de Europa. La ONU todavía no se ha pronunciado. “La proclamación de nuestra República se hizo con la absoluta coherencia de las leyes internacionales”, asegura Jedlicka. Si a alguien le tienta la idea, basta con bajar de Internet los formularios, llenarlos, ir hasta Serbia, encontrar el campamento donde trabaja la gente de Liberland y presentar la solicitud de ciudadanía. Por el momento, sólo unas 200 personas accedieron a obtener la ciudadanía de una nación que aún no existe. Todo es de una virtualidad inquietante. Al menos, a falta de poder pasearse por los bosques de Liberland, la nación vive en Wikipedia y se la puede visualizar en Google Maps. Su capital se llama Liberpolis...

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