EL PAíS › OPINIóN

Una aclaración sobre las canteras femeninas

 Por Claudia Bernazza *

Siempre es importante señalarle a la política sus debilidades a la hora de elegir sus candidatos. Recordar las dificultades que tenemos para organizar y fortalecer los partidos y espacios de acción política y social, así como para elegir a quienes representan las diferentes propuestas.

En tiempos desangelados, se hace más dificultosa la búsqueda de fórmulas que combinen ideas y liderazgos con la posibilidad cierta de vencer en la contienda electoral. Igualmente, alertar sobre la búsqueda de estos liderazgos fuera del espacio de la política organizada es siempre atinado.

Pero algunos comentarios periodísticos de este último tiempo nos obligan a realizar dos aclaraciones.

En primer lugar, se ha dicho que entre los problemas que el cupo femenino planteó al sistema político está a qué cantera recurrir cuando se acaba el repertorio de esposas, hermanas, hijas o amantes del hombre fuerte.

Vale aclarar que la cantera femenina en materia de liderazgos capaces de aunar voluntades y vencer en una contienda es tan rica o tan pobre como la de los varones. No hay diferencias. Y tampoco hay diferencias a la hora de las dificultades que se presentan para instalar nuevos liderazgos, por el círculo vicioso en el que participan los medios dando voz a los ya conocidos, reforzando así el escaso repertorio de dirigentes con llegada a la ciudadanía y por lo tanto capaces de traccionar en una elección. En todo caso, si hay diferencias, las hay a favor de los varones: con canteras tan pobladas o despobladas como las nuestras, participan de mesas de enlace y dirigencias políticas y gremiales como contundentes mayorías. Por otro lado, el caso de Nacha Guevara no puede asimilarse al de las actrices porno italianas ni al de otros liderazgos de la política local. Nacha es, antes que nada, una militante. A lo largo de las últimas décadas, militó a la vista de todos nosotros, porque sus ideas políticas son la matriz fundante de su labor cultural. Gracias a esta concepción de la cultura, sus canciones y espectáculos son, antes que un “arte ocioso”, un producto y una acción políticos.

Podemos anhelar otros procesos políticos para la elección de los mejores representantes, pero no estamos ante una figura vacía de política. La militancia social y cultural ha dado muchos de los dirigentes y representantes actuales, ante la ausencia de escuelas de formación en el seno de los partidos o por el surgimiento de militancias alternativas, complementarias, en todo caso concurrentes.

En estas formas alternativas de la militancia participan muchísimas mujeres, y esto no es una casualidad. En esos ámbitos, se están forjando liderazgos femeninos que no dependen de lazos familiares ni de prerrogativas. Esperemos que se hagan cada vez más visibles y conocidos. En eso estamos.

* Diputada nacional del Frente para la Victoria.

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