EL PAíS › HOMENAJE A YVES DOMERGUE Y A CRISTINA CIALCETA, VíCTIMAS DE LA DICTADURA

Un poco de paz, 34 años después

En la iglesia Santa Cruz, familiares y amigos recordaron ayer a Domergue y a Cialceta, cuyos restos fueron recientemente identificados por el Equipo de Antropología Forense, tras permanecer como desaparecidos desde 1976.

El francés Jean Domergue no se cansaba de repetir, en un castellano de pocas palabras, la gran emoción que sentía; se los decía a todos los que se acercaban a saludarlo en el homenaje a su hijo Yves, realizado ayer en la iglesia Santa Cruz, en el barrio porteño de San Cristóbal. Tuvo que esperar 34 años para saber, luego del trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que su cuerpo y el de la mexicana Cristina Cialceta habían sido enterrados como NN en la ciudad santafesina de Melincué, tras haber sido secuestrados y asesinados por la dictadura militar. Junto a un nutrido grupo de familiares, que viajaron al país especialmente para la ceremonia, cerraron la etapa más dura y para la que ya casi no albergaban esperanzas: la de no conocer el paradero de sus hijos desaparecidos. Luego –contaron– sobrevino cierto “alivio” tras confirmar por la fecha de su muerte que no habían sido torturados por mucho tiempo. Ahora buscarán justicia para conocer quiénes fueron sus asesinos.

Los bancos de la nave central de la iglesia Santa Cruz estaban ocupados casi en su totalidad por familiares, amigos y organizaciones de derechos humanos, que participaron del homenaje. Las fotos de Yves y de Cristina coronaban el escenario en el que los hermanos de él –Eric, François y Brigitte– lo recordaron con emotivas palabras. Un guardapolvos con las firmas de los alumnos y la carta de la profesora de Melincué, Juliana Cagrandi, dirigida a los familiares, simbolizaron el invalorable aporte que esos estudiantes hicieron para recoger el material que luego daría origen a la denuncia que desembocó en la identificación de los jóvenes secuestrados el 26 de septiembre de 1976.

“Ya no pensaba que pudiéramos encontrar algo, ni me imaginaba encontrar el cuerpo”, reconoció Jean Domergue, en diálogo con Página/12, apenas finalizado el acto. En Francia y 34 años después, ya casi no tenía esperanzas, cuando en diciembre de 2008 le comunicaron a su hijo Eric, que vive en la Argentina, que uno de los dos cuerpos enterrados como NN podría llegar a ser su hermano. Allí comenzó un proceso científico con marchas y contramarchas, que un año y medio más tarde culminó en la identificación positiva de Yves, desaparecido a los 22 años. “Primero vino el dolor, pero enseguida el alivio, cuando supimos la fecha” en la que había sido asesinado, recordó Jean. Los estudios del EAAF determinaron que no sobrevivieron en cautiverio mucho tiempo y que las fechas de sus muertes fueron muy cercanas al día en que habrían sido secuestrados. El fantasma de que su hijo hubiera sido torturado por mucho tiempo, como en tantos otros casos de desaparecidos, mortificó a Jean durante más de tres décadas. “Eso fue un alivio muy grande”, aseguró, al tiempo que subrayó que el momento más doloroso que vivió estos días fue el de esparcir las cenizas de Yves, en el acto que se llevó a cabo el sábado pasado, en el Bosque de la Memoria, en Rosario.

El embajador de Francia en nuestro país, Jean Pierre Asvazadourian, sentado ayer en la primera fila, felicitó una vez más al Equipo Argentino de Antropología Forense por su trabajo, y recordó que la iglesia Santa Cruz fue la sede de las primeras reuniones de las Madres de Plaza de Mayo que buscaban a sus hijos. Allí, el diplomático afirmó que este hallazgo “significa una luz de esperanza a la propia búsqueda” de las personas que están desaparecidas y mencionó a los ciudadanos franceses de los que aún se desconoce el paradero. Poco antes, una amiga de Cristina Cialceta la había recordado, y el actor Cutuli leyó el poema “Huesos desnudos” (ver contratapa), escrito por el propio Eric Domergue, que cosechó un cerrado aplauso.

El instante más emotivo fue quizá cuando todos se levantaron de sus bancos y se congregaron en torno de la tarima. Allí tomaron la palabra varias Madres de Plaza de Mayo que reclamaron la apertura de los archivos militares para conocer el destino de sus hijos y de los niños apropiados durante la dictadura. En ese momento, y de manera espontánea, los asistentes comenzaron a nombrar a sus familiares desaparecidos, y todo el auditorio gritaba “presente”. Las lágrimas cruzaron muchos de los rostros de los asistentes, que luego se confundieron en un sentido abrazo.

“Ahora vamos a seguir con todas las familias en busca de Justicia, porque las Madres nos dijeron que estos dos jóvenes podían representar a los 30 mil”, le dijo Eric a este diario. La familia es querellante en el marco de la causa Díaz Bessone, el represor al frente del segundo cuerpo del Ejército, y bajo cuya órbita funcionó el más importante centro clandestino de detención en Rosario. “Además no me voy a cansar de repetir a los familiares que den las seis gotas de sangre que nos pueden acercar a la identidad”, concluyó Domergue, con la certeza de que la ciencia fue la que les devolvió la identidad a Yves y a Cristina 34 años después.

Informe: Gabriel Morini.

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La madre de Cristina Cialceta y el padre de Yves Domergue, el sábado, en el Bosque de la Memoria.
Imagen: Sebastián Granata
 
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