EL PAíS › EL AGUA DEJó DESOLACIóN Y MUERTE. LOS VECINOS SE AYUDARON ENTRE Sí DESDE EL PRIMER MOMENTO

“Somos de Ringuelet, no nos quedó nada”

Pese a que llovía desde la tarde, el agua subió muy rápido. Los mismos vecinos, con militantes barriales y docentes se organizaron para rescatar y evacuar a cientos de personas antes de la llegada de la Prefectura.

Las localidades de Los Hornos y Tolosa, en el Gran La Plata, amanecieron sumergidas en un metro y medio de agua, luego de una incesante lluvia que comenzó el martes a las 16. Los propios vecinos lograron rescatar y evacuar a cientos de personas, antes de que llegara la Prefectura Naval. Y en medio de la faena, según reveló una fuente de la Cruz Roja, se toparon con decenas de cadáveres: “La mayoría de los que murieron era gente mayor, que no pudo escapar y se llegó tarde al rescate”. En medio de la desolación, los cortes de luz y la escasez de agua, cientos de personas salieron a donar ropa, alimentos y frazadas en distintos puntos de la ciudad, mientras se sumaban el Ejército, la Gendarmería y bomberos de varias partes de la provincia de Buenos Aires. Anoche se multiplicaban los cortes de calle en reclamo del restablecimiento de la electricidad.

“Yo miraba en la tele la inundación en Buenos Aires y acá llovía y llovía. Cuando entró agua en mi casa ya era de noche y subió rápido. Me fui a socorrer un geriátrico con los chicos del barrio”, relató Mónica, una vecina de Los Hornos, que ayer ayudaba a sus tías en Tolosa, cerca del cruce de las avenidas 13 y 32. Sobre la vereda, ella y Lucía, su hija, fueron colocando muebles, ropa, sábanas y colchas mojadas. Por suerte, ayer salió el sol durante casi todo el día. El agua bajó por la mañana, dejando en la calle un tendal de autos abollados y repleto de hojas.

En las calles 40 y 11, muy cerca de Tolosa, varios jóvenes del Centro Cultural del Sur pegaban carteles en las ventanas pidiendo ayuda. “Pedimos alimentos, colchones, ropa, agua, frazadas. Ahora estamos viendo si llevamos todo a los barrios más afectados o vamos a las facultades, porque ahí también juntan cosas”, explicó Verónica Sforzin, militante de Encuentro Nacional Popular Latinoamericano. En la esquina, una mujer y sus hijas pequeñas recogían maderas y otros elementos para levantar la casilla que tienen cerca de la bajada de la Autopista La Plata-Buenos Aires.

La zona de desastre en Tolosa estaba delimitada entre desde las calles 532 a 520 entre la 8 y la 12. La mayoría de las casas son chalets, aunque también hay algunas partes más carenciadas. Los vecinos iban y venían cargando sus bicicletas con víveres, agua y a veces transportando colchones, como un muchacho que consiguió llevar el suyo a la terraza de la casa de su abuela. “Se arruinó el mueble del minibar, pero me quedaron las botellas”, bromeaba una señora, sobre la calle 9 y 530, que cargaba dos licores y un anís “para pasar la noche”.

En los boulevards de la avenida 13 se veían cientos de autos, mayormente nuevos, “tirados” por sus dueños ante la desesperación de que se los lleve la corriente. Barrio adentro, Tolosa parecía un gran lavadero de coches. Algunos desarmaban los vehículos en plena vereda para secar las partes. De a ratos se oían el ruido impotente de los motores dañados por el agua o los gritos cargados de nerviosismo de los conductores remolcados. Los autos sanos también servían para darles corriente a otros autos y probar si podían arrancar los vehículos empapados.

En una carpa blanca que la Cruz Roja local montó en la 7 y 522 desde la mañana, cientos de vecinos se acercaron para contar sus padecimientos. “De acá se los deriva a los colegios donde hay evacuados y se les toman los datos porque después vienen los familiares a preguntar por ellos”, contó un responsable de ese organismo. Luego recomendó a quienes quieren donar actualizarse sobre las necesidades de los afectados en el sitio www.cruzroja.org.ar. A la carpa se acercaba gente incesantemente a donar ropa y frazadas, mientras los damnificados retiraban lo que había.

“Lo que más hace falta es elementos de higiene personal y elementos para limpiar las casas, como lavandina y secadores”, dijo uno de los voluntarios. Erica Fiol, una mujer que se acercó a pedir ropa para sus hijos, mostró a este cronista las fotos en su cámara de la inundación dentro de su casa, en 6 y 526. “Nos entró más de un metro y medio. Estoy con lo puesto”, afirmó. A cuatro cuadras, en la Escuela 89, más gente se acercaba a pedir víveres mientras iban yéndose los autoevacuados, a recuperar lo que se pudiera. “Vino gente a traer frazadas desde Berazategui”, contó Marcela, una de las maestras del colegio.

La situación era mucho más caótica en la 2 bis y 515, un centro de evacuados ubicado en una zona más pobre de Tolosa. “El lugar lo pusimos nosotros a pedido de asociaciones y militantes del barrio, salimos a las apuradas a comprar lavandina para limpiar la escuela para que pueda dormir gente acá”, dijo la directora de la Escuela 60 a Página/12. Allí pedían colchones para los evacuados. Las colas para recibir ropa y un vasito de té eran incesantes, una docena de militantes barriales seleccionaban y clasificaban con bastante nerviosismo la ropa que iba llegando.

En el primer piso de la Escuela 60, que estuvo resguardada por la Gendarmería y la Policía Bonaerense, una mujer amamantaba a su hijo nacido el lunes pasado. A su alrededor, correteaban sus otros cuatro niños. “Somos de Ringuelet, perdimos todo. Vivimos en una casa prefabricada de madera, que está toda podrida. A mí me dieron el alta hoy (por ayer), así que mi marido pasó la noche acá, durmiendo en los banquitos del colegio porque sólo consiguió colchonetas para los chicos”, dijo Soledad Silva, de 30 años. Su marido estaba en el hospital, pidiendo medicamentos.

A dos cuadras de este colegio quedaba un gran charco por donde iban y venían los chicos en sus bicicletas llevándose donaciones, mientras una escuadrilla de girlscouts, de Villa Elisa, merodeaban con sus termos de café. Algunos vecinos se quejaron porque los supermercados estaban cerrados por falta de luz; otros, en silencio, tiraban sus pertenencias a la calle, donde se iba acumulando la basura sobre el agua. “Se me arruinaron todos los muebles y la camioneta, así que no tengo por qué ir a trabajar. Fumo y espero”, comentó Aníbal Iriarte, en short, descalzo y sin remera. El hombre compartía el sol de su pórtico con algunos de sus perros y su enorme colchón desplegado en el jardín.

Por la tarde, en la calle 7, una de las principales de Tolosa, se fueron juntando los vecinos en las esquinas para ponerse al tanto de las novedades, escuchando la radio portátil. “Esto viene para largo, ya estamos en contacto con voluntarios de todo el país para que vengan a ayudarnos a repartir las donaciones”, decía el encargado de la carpa de la Cruz Roja. A cada rato se acercaban personas a preguntar por familiares evacuados. Más tarde, cuando comenzó a caer el sol, una larga fila de camionetas de la Policía Bonaerense se afincó en Tolosa.

“Por ahora los rumores de saqueo son sólo eso: rumores. Pero el ánimo está muy caldeado. Es gente que nunca tiene estos problemas y me parece que no saben muy bien cómo reaccionar”, explicó un cabo de la Bonaerense, en plena recorrida por Tolosa. En algunos tramos de las calles en dirección a la Autopista Buenos Aires-La Plata había cortes y fogatas, mientras volvía, lento y por tramos, la luz que ilumina las avenidas.

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Imagen: Télam
 
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