EL PAíS › HUBO EPISODIOS DE SAQUEOS A COMERCIOS, CUATRO HERIDOS DE BALA Y UNOS CINCUENTA DETENIDOS

Tensión en las afueras de Rosario

Todo comenzó en un supermercado chino de Villa Gobernador Gálvez, cuyos dueños respondieron a los tiros. También se registraron incidentes en otras zonas. El gobierno de Santa Fe afirmó que se trató de hechos “organizados” que “no tienen un origen social”.

 Por Luis Bastús

Desde Rosario

Todo empezó entre la medianoche del martes y las primeras horas de ayer, en un supermercado chino de Villa Gobernador Gálvez, cuando un grupo de personas ensayó un saqueo que fue repelido a balazos por la familia comerciante, reyerta que causó heridas de bala leves en cuatro jóvenes. La policía disipó ese primer golpe y, en las primeras horas de la tarde, la situación recrudeció. Para entonces, la tensión tuvo réplicas en un par de comercios de la zona sur de Rosario y hubo escarceos similares en la zona oeste. Al caer la tarde había medio centenar de detenidos y varias personas heridas, entre ellas seis policías. Negocios cerrados, familiares, vecinos y allegados improvisando custodias desafiantes, no exentas de armas a medio esconder, algunos soldando refuerzos en las persianas, despliegue de 1500 policías y el déjà vu de los saqueos ocurridos hace un año. Los incidentes “no tienen un origen social” y “han sido organizados”, dijeron en el Ejecutivo provincial, aunque sin identificar sectores que los instigaron (ver aparte).

Testigos del barrio Coronel Aguirre, en Villa Gobernador Gálvez, describieron que anteanoche los dueños del supermercado Hua Ding empezaron a trasladar mercaderías. “Los chinos se iban a ir de acá porque se comentaba que los iban a saquear, y entonces les cayeron nomás”, contaron. Primero “aparecieron unos tipos que no son del barrio, en motos, y se mandaron, y atrás se sumó más gente”, narraron sobre lo ocurrido de madrugada y hasta entrada la mañana en el vasto galpón de avenida Soldado Aguirre al 2500, saqueado en diciembre pasado y que había reabierto hacía tres meses. Y negaron –como dijo el secretario de Gobierno municipal, Rodolfo Cavalieri– que en el comercio hubieran prometido un supuesto reparto voluntario de mercaderías, como aparente disparador del pillaje. Para entonces, una empresa de alquiler de volquetes terminaba de repartir media docena de unidades cargadas con escombros, tal como habían encargado la semana pasada distintos comercios de capitales chinos.

Un tropel que algunos cuantificaron en cientos se enfrentó primero con la defensa armada del supermercado: cuatro hombres y una mujer, todos de origen asiático, a quienes les secuestraron una pistola calibre 9 mm –que había sido robada a un policía en Córdoba–, una escopeta 16 mm y una carabina calibre 22. Estos fueron detenidos. De este grupo habrían partido los disparos que hirieron a los jóvenes Maximiliano Romero en el pecho, a Nicolás Fernández en un glúteo, a Cristian Lencina en un brazo, y a Lucas López en un hombro. La reacción armada desató una lluvia de cascotazos que alfombró la calle y la vereda, junto con latas de conserva, champúes, botellas de aceite y un sinfín de mercaderías esparcidas aquí y allá, como saldo de la batalla. La apedreada siguió con la llegada del Cuerpo de Guardia de Infantería, cuyos agentes dispersaron el tumulto con disparos al aire y arrestaron a las primeras 40 personas por el delito de atentado a la propiedad y al orden público, a disposición del juez de Instrucción, Gustavo Pérez de Urrechu.

La situación quedó bajo control policial hasta pasado el mediodía, cuando otro grupo volvió a la carga, esta vez desde los fondos del galpón. La policía volvió a copar la cuadra y actuó desde el interior del supermercado. Eso no amilanó a los saqueadores, que consiguieron robar unos cuantos bultos más de mercadería.

Conocedores del clima social imperante en la ciudad adjudicaron parte de lo ocurrido a tironeos de orden político en la intendencia, que conduce el peronista Pedro González. Repararon en que luego de la elección de concejales del 27 de octubre, en la que el oficialismo perdió rotundamente, la Municipalidad despidió a 230 trabajadores contratados. “Y los que quedaron todavía hoy no cobraron el sueldo. Imaginate el humor que hay en la calle acá... Todo es por una interna entre (el concejal Diego) Garavano y (el secretario de Gobierno, Rodolfo) Cavalieri”, resumió un villagalvense.

Cavalieri, quien habló a falta del intendente González, atribuyó el detonante a la actitud del dueño de Hua Ding. “Se iba a mudar a Córdoba. Esta mañana (por ayer) vino a retirar un saldo de mercadería que él había dejado, y aparentemente había prometido a algunas personas que iba a darles mercadería, se juntó gente, llegó el comando, trató de disuadirlos y creo que hicieron algunos disparos al aire de bala de goma, la gente se fue, el chino retiró su mercadería y nada más”, relató.

Hacia las cuatro de la tarde hubo un intento similar contra el autoservicio Adriana, de Garay 56, en barrio Tablada. Otra vez el avance de un grupo de personas que llegó en motos, seguido por “unos cuarenta de toda edad, hombres y mujeres”. Vecinos llamaron al 911 y la policía disipó el saqueo. A un autoservicio de Ayacucho al 6200, que había sido desmantelado en diciembre pasado, ayer volvieron a atacarlo unas 50 personas que lograron rapiñar mercaderías varias. La policía también impidió otros intentos de saqueo sobre la avenida Grandolfi. “Estos no vienen por hambre –afirmó el dueño de uno de los negocios, con 61 años en el barrio–. Son rastreros del barrio que hacen punta, y atrás viene la gente para aprovechar. No hay nada organizado, unos la empiezan y el resto se engancha.”

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Un supermercado chino de las afueras de Rosario, tras los episodios de ayer.
Imagen: Sebastián Granata
 
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