EL PAíS › OPINION

El arte de postergar

Cónclave radical para ganar tiempo. Impacto sobre los aliados. La reacción esperable de Carrió, sus denuncias contra los medios. Los socialistas, un alivio y muchos pesares. El tiempo que falta, que es mucho y es poco. Massa y Macri, cada cual en su juego. La interna del kirchnerismo, una de muchas incógnitas.

 Por Mario Wainfeld

Si se editaran con leve malicia tramos relevantes de sus soliloquios de la semana que pasó, un observador distraído podría suponer que la diputada Elisa Carrió está dispuesta a sumarse al programa 6,7,8. O, al menos, a concurrir como invitada y despotricar sobre el modo en que los medios dominantes intervienen en los procesos electorales. Denunció que instalan y destituyen candidatos con enorme gravitación. Hasta ahí, un politólogo sueco recién venido a la Argentina podría suponerla tributaria del discurso crítico sobre los medios hegemónicos que se hizo sentido común en años recientes. Claro que el relato de Lilita es torrentoso e incontenible: va más allá... y en sentido contrario.

No hay reproche para el ejercicio desnudo del poder fáctico, sólo una crítica apocalíptica, en el sentido que le dio Umberto Eco al vocablo. Carrió fustiga despiadada y a la vez dolida sobre cómo ejerce su influencia casi omnímoda. Alega que la catapulta a ella durante largos lapsos, pero luego la relega en las presidenciales, volcándose a otros opositores. No pone en cuestión el rol estratégico del establishment sino las tácticas que, a su ver, adopta.

No fue un estreno, ya lo enunció antes. Es llamativa la hospitalidad con que los “denunciados” divulgan ese mensaje, que supuestamente los descalifica. Carrió tiene la sagacidad de escindir a “los periodistas” de los medios en que trabajan, aunque se queda corta para explicar cómo se puede propagar una campaña insidiosa sin la cooperación de los profesionales. La inconsecuencia se camufla un poco por la falta de repreguntas durante el monólogo, sólo matizado con pases-gol de los reporteros. Por ahora, los sospechosos son amigables.

Así y todo es tan dura la catilinaria que por momentos parece poner en crisis la lógica de la tele (su espacio predilecto), las radios y los diarios. La profetisa continúa, a su modo, la tradición de Alberto Olmedo: es una transgresora que juega en los bordes sin dejar de ser funcional a los medios. Acusa a Clarín y La Nación no ya de equivocarse políticamente sino de sostener a candidatos del narcotráfico.

La lista de sospechosos se amplió mucho. El kirchnerismo todo está embolsado de antemano, el diputado Sergio Massa también. Ahora cayeron en la volteada el diputado Julio Cobos, el senador Eugenio “Nito” Artaza. Los radicales que la cuestionan dejan de ser apenas rivales políticos, son delincuentes.

Hace años que Carrió clasifica a sus antagonistas en dos vertientes: ignorantes o criminales. Ignorantes son los pobres que se inclinan por el kirchnerismo, como mucho llegan a rehenes. Las divergencias no existen en su esquema, todo está comprendido dentro del Código Penal, el sometimiento y los test de inteligencia.

El conjunto opositor no es tan osado como la referente de la Coalición Cívica (CC) aunque transita con pudor y menos carisma senderos similares.

Ella se aparta del Frente Amplio Unen (FA-Unen) pero deja su partido. El sueco no comprendería mucho si no se le agregaran un par de ecuaciones sencillas.

Carrió menos Coalición Cívica es igual a Carrió.

Coalición Cívica sin Carrió es igual a cero o un cachito más que cero.

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Te vas porque yo quiero que te vayas: La cumbre de San Fernando fue un gesto de sensatez en medio de la entropía radical. Institucionales como regla, los correligionarios esquivaron a los cuerpos orgánicos: congregaron a los dirigentes que importan. Cuando los encuentros son en serio, es razonable ser sigiloso y no dejar huellas ni dejar entrar cámaras y micrófonos. La retórica puede ilusionar con otros modos, pero la lógica política existe e incide.

Racional fue parar una serie de disputas importantes aunque prematuras en su desarrollo. Tomarse un respiro, pedir minuto (o meses) como en ciertos deportes colectivos fue un buen rebusque coyuntural. Mantener la unidad del partido y replantear las reglas internas de FA-Unen vinieron en combo, la reacción-represalia de Carrió estaba en el combo de consecuencias previsibles.

En los pininos de FA-Unen “daba” simpático proclamar horizontalidad, una igualdad ficticia entre sus componentes. La narrativa antikirchnerista inventa un consensualismo falaz, al menos jamás corroborado en la experiencia mundial y autóctona. Todo se conversa, todo se acuerda. La Moncloa diaria y sencilla, un exótico paradigma que jamás germinó en jardín alguno.

Hoy por hoy, en declive, la UCR propone (más bien impone) contar los porotos, como Dios y la democracia real mandan. Primero está la supervivencia del propio partido, como tuvo en mira el presidente Raúl Alfonsín que supo llevarlo a su momento más glorioso y se consagró a acolchonar su caída en sus años postreros.

La unidad magmática se conserva, sin meter baza en las provincias. Los taitas locales ya se habían declarado confederados para los comicios locales. No pidieron permiso, no lo esperan ni acatarían un veto. No involucrarse cuando no hay cómo es otro rasgo de perspicacia de la UCR nacional.

El verano, días más o menos, será entonces la etapa para ajustar FA-Unen. No ha habido renuncia a un acuerdo electoral, de cualquier formato, con el jefe de Gobierno, Mauricio Macri. Era temprano para almorzarse la cena, pero el menú sigue vigente. Ceteris paribus, es el escenario más factible porque no todo cambió. FA-Unen va cuarto, lejos en la intención de voto. Y está destartalado en su imagen. Se cortó la hemorragia pero no se curaron las causas. Se pidió tiempo al tiempo. María Elena Walsh cantó que no lo niega jamás. No es tan exacto como bello... pero en este caso el resuello existe.

Los socios chicos del FA-Unen deberán poner las barbas en remojo frente al New Deal. Hablamos de menor a mayor de Proyecto Sur, el juecismo cordobés, Libres del Sur y el GEN de Margarita Stolbizer. Toca a su fin la era de los encuentros en un living, de un igualitarismo impostado. Son los patos del banquete de reconciliación radical en San Fernando.

Nada es definitivo pero da la impresión de que el corte insinuado se ahondará, que fue bello mientras duró (unos meses) y que la caída imponía cambios. A mayor progresismo declarado o convencido mayor será la perspectiva de ruptura, porque la fórmula Macri-Ernesto Sanz sigue en gateras.

El adiós de Carrió es tan estridente cuan revocable. Si la UCR (con cualquier mecanismo) confluye más adelante con los vecinos de PRO podrá regresar con gloria o alardear porque condujo a los radicales a la cordura. No es el futuro clavado pero sí uno de los porvenires más probables.

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Socios aliviados y desdichados: Los socialistas son o serían los socios en paridad con la UCR. La buena nueva les llega en un pésimo momento. La partida de Carrió habrá aliviado al diputado Hermes Binner, por decirlo con mesura. El ex gobernador santafesino detesta por añejos motivos a Lilita cuyo modo de hacer política es tan distinto al suyo. Cayó en la volteada de los denuestos, lo que no es su mayor problema.

En 2011, apenas ayer, Binner fue el más votado entre los candidatos opositores a presidente. Fue una cosecha modesta pero le bastó para alentar ilusiones, que se fueron diluyendo. Binner no encontró la manera de hacerse vistoso desde el llano pero el mayor daño se lo causaron los desquicios de su provincia, en especial los vinculados a la seguridad y el crimen organizado.

Con otro devenir, quizá, Binner podría haber cumplido con mejor desempeño el rol que le cupo al ex ministro Roberto Lavagna en 2007: ser el mascarón de proa de la UCR. Servir de paraguas a las listas de diputados y senadores, amén de las territoriales. Algún analista de corazón boina blanca lo supo insinuar. Ahora, su proyección se vino abajo.

Los socialistas conservan, a diferencia de los radicales, el gobierno de una provincia que se pone en juego en 2015. El realismo propone que esa debería ser su prioridad, cuando se opacan las perspectivas nacionales.

El verbo socialista dice que no admitirá un acuerdo con Macri, demarcando límites que no atribulan a Sanz ni a una fracción potente de la dirigencia radical. Para colmo de males, el diputado Miguel del Sel (PRO) va en pos de la gobernación en Santa Fe.

Cómo se urdirán esas diferencias es futuro y por ende incierto, hasta cierto punto. Faltan más de ocho meses para las Primarias Abiertas (PASO), es demasiado como para emitir vaticinios certeros o para concretar operaciones muy audaces. Pero no tanto para alterar o revertir las trayectorias recorridas por los competidores desde las elecciones de 2013, disputadas más de un año atrás. En ese dilema temporal habitan los protagonistas, cuyas posiciones relativas no están petrificadas pero son un dato significativo.

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Ventajas y contrapesos: Los radicales comenzaron la eutanasia o la mutilación de FA-Unen, tratando de evitar la defunción de sus esperanzas para 2015. En algo coinciden sus contrincantes más potentes, todos los dan por excluidos de la pugna por llegar al ballotage.

Macri y Massa siguen en carrera, con una ventaja sobre sus rivales: son líderes de su fuerza y candidatos. El Frente para la Victoria (FpV) cuenta con la figura central de la política, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien tiene vedado por imperio legal ser candidata. FA-Unen no tiene liderazgo ni candidato. Su voluntad es encontrarlo en cuestión de meses o acomodarse de alguna forma.

Las novedades en el panradical-socialismo impactan diferente sobre el PRO y el Frente Renovador (FR). Macri espera su momento y disfruta de un placer que puede ser transitorio: ciertos halagos de Carrió que lo excluyen del listado de narcos. Es una posición condicionada, ad referéndum de futuras movidas.

Massa anunció un bono salarial de fin de año concedido por los intendentes que le responden. La jugada indica una diferenciación fáctica respecto del gobierno nacional y refuerza territorios en los que el FR pisa fuerte. Su difusión mediática fue de mediana intensidad lo que motiva a los massistas a quejarse de la mala voluntad de Clarín. Siguen la línea argumental de Carrió, claro que en riguroso off the record: aducen que el multimedios “juega” con Macri. Una mirada menos sesgada sugiere que “el círculo rojo” pone fichas a todas las ofertas opositoras. No en paridad sino orejeando las chances respectivas a la espera de que decante una. El armado o la propuesta son lo de menos, lo que se aguarda y se exige, a menudo con bruscos modales, es que se junten y garanticen la victoria anti K. Nada de eso sucedió, al cierre de esta nota.

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Incógnitas y significantes: Quedan demasiadas incógnitas para las PASO, empezando por quién será el candidato del FpV y cuál el diseño de las listas de diputados o senadores. En esa nebulosa, las encuestas chocan además con la incertidumbre ciudadana, dada la distancia con las elecciones.

La sensación térmica más cercana es que el oficialismo mantiene adhesiones elevadas y convencidas, tal su ventaja en la carrera electoral. Carrió, en su estilo, llevó al paroxismo esa percepción elevándola a certeza. En el kirchnerismo unos cuantos piensan parecido, aún con preferencias divididas sobre el presidenciable, menudo detalle.

El microclima es estacional. En octubre del año pasado el FpV estaba perdido; en febrero, a punto de ser destituido. Conviene ser precavido aunque los imaginarios compartidos inciden en las maniobras de todos los competidores.

El gobernador Daniel Scioli mantiene sus pretensiones, a disgusto de muchos de sus compañeros kirchneristas. Encuestadores afines al oficialismo, aunque no al gobernador, comentan informalmente que el hombre es considerado favorito para ganar, según los sondeos o los grupos focales. Esto es, quiéranlo o no, hay bastantes ciudadanos que suponen que llegará a la Casa Rosada. Esas profecías no llevan el autocumplimiento asegurado pero son un síntoma.

Si Ernesto Laclau no hubiera dado un sentido agudo a la expresión “significante vacío” podría enunciarse que Scioli lo es. Ajeno a las pasiones y los arrebatos, tampoco los suscita. Su intención de voto es, históricamente, mayor que la aprobación a su gestión de gobierno. Lo acompaña la capacidad de supervivencia, su marca de fábrica. Pese a todo, ni ha ganado la interna kirchnerista, ni cuenta con el aval de la Casa Rosada.

O sea, como tantas otras cuestiones reseñadas en esta nota, su futuro es abierto e indeterminado.

El transcurso del tiempo incidirá, también el estado de ánimo colectivo en el que el Gobierno tiene más injerencia que los contrincantes.

Un año de gobierno es también mucho tiempo, máxime para una fuerza que creció y padeció sobresaltos al vaivén de sus realizaciones y de la ecuación económica de los argentinos, en particular de los más humildes.

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Imagen: Dafne Gentinetta
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