EL PAíS › DANIEL FILMUS, MINISTRO Y CANDIDATO KIRCHNERISTA

“Macri y Telerman son lo mismo”

El candidato del Frente para la Victoria habló de sus planes para la ciudad de Buenos Aires, de su alianza con Aníbal Ibarra y del gobierno nacional. No quiso opinar sobre la convocatoria que la Justicia hizo a Telerman.

 Por Santiago Rodríguez

Daniel Filmus sabe que en el tramo final de la campaña cualquier cosa que diga o haga puede marcar una diferencia con respecto a sus competidores. Por eso sacrifica parte del hueco que dejó en su agenda de actividades proselitistas para estar con su hija menor y se hace una escapada hasta un bar de Belgrano para dialogar con Página/12.

Por eso se detiene también al salir ante un hombre que al pasar lo reconoce y le pregunta:

–¿Va a manejar el poder con responsabilidad?

–Sí, claro, como lo vengo haciendo en el Ministerio de Educación –responde el candidato kirchnerista a jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires y entabla una conversación que termina en un apretón de manos y el deseo de “suerte” de parte de su ocasional interlocutor, un porteño como todos los demás a los que acaba de pedirles el voto minutos antes, en el cierre de la entrevista: “Estamos frente a una oportunidad histórica y somos la fuerza política con la capacidad de realizar los cambios que hacen falta”.

La exhortación final al electorado devuelve a Filmus al punto de partida del reportaje, que arranca mientras revuelve su café y tras su sugerencia de “empecemos, empecemos, que tengo que seguir”. Entonces dice que “no hay proyectos de mediano y largo plazo de desarrollo urbano y económico ni una política de igualdad entre norte y sur porque hace mucho que esta ciudad no se planifica”, y enfatiza que “el crecimiento de todos estos años abre una oportunidad histórica para hacer las transformaciones necesarias”. De a poco parece olvidarse del frenesí de la campaña y durante una hora habla de sus adversarios Jorge Telerman y Mauricio Macri, de la coalición con Diálogo por Buenos Aires y de sus planes de gobierno.

–¿Cuáles son las transformaciones que la ciudad necesita?

–Las obras que hay que hacer, desde las inundaciones hasta el transporte, tránsito, basura. También dar un paso más en cuanto a la autonomía y tener la policía, la Justicia, la potestad sobre el tránsito, modificar el tema del puerto y del juego. Esta ciudad tiene un producto bruto muy alto por habitante, pero tiene todavía situaciones de desigualdad social muy profundas.

–¿Y por qué no se empezó a repensar la ciudad en los últimos años? Por ejemplo, durante la gestión de Aníbal Ibarra en la cual usted participó.

–En la etapa en que me tocó estar no se podía pensar nada que no fuera sostener lo que se estaba cayendo. La ciudad fue la única que no bajó el salario de los docentes y los médicos, la única que no emitió bonos. Todos los recursos que hubo se destinaron a mantener a los chicos en la escuela. Ahora hay nueve por ciento de crecimiento todos los años, la Nación está invirtiendo como nunca en obras, pero la ciudad está teniendo déficit mientras la Nación y 16 de las 24 provincias tienen superávit.

–¿Cuáles son las tres o cuatro medidas centrales que piensa poner en marcha si llega a la Jefatura de Gobierno?

–Lo importante es que las medidas de emergencia vayan en la misma línea que las de mediano y largo plazo. En la ciudad tenemos una distribución de las actividades que tiende a la especialización; la mayor parte de la industria está en tres o cuatro comunas, casi todo el poder público en una o dos, la mayor parte de los servicios financieros en una, turismo en algunas, la cultura en el centro. En una ciudad moderna y bien pensada, casi todas las cosas diarias tenés que hacerlas caminando; tenés que tener educación, cultura, deporte, salud, servicios, trabajo a escala humana.

–¿Cómo piensa solucionar el problema del tránsito?

–Hay que hacer un conjunto de obras en el Gran Buenos Aires que repercutan sobre la ciudad. Por ejemplo, hacer el tercer anillo de circunvalación que permite que los camiones puedan ir de Ensenada a Campana sin pasar por la ciudad. Además, hay que tomar la decisión política, que es si se va a favorecer el transporte público o el privado. El plan es construir 53 kilómetros de subte en cinco, lo que permite que el 80 por ciento de los porteños estén a menos de cinco cuadras de una estación. Estamos pensando también en un tranvía para unir las terminales de estos subtes y una red de estacionamientos para dejar los autos. Hay que pensar también en soterrar vías o en hacer puentes y túneles. También es importante tener una policía de tránsito; nosotros proponemos transformar la Guardia Urbana.

–¿Qué perfil le daría a su gobierno y a su gabinete?

–El mismo que le he dado en Educación, muy plural. No va a ser la pertenencia partidaria la que defina una repartición en cuotas, sino que voy a convocar a los mejores y a consultar a los colegios profesionales.

–La relación de los jefes con sus vices suele ser conflictiva. ¿Cómo imagina la suya con Carlos Heller?

–Va a tener que conducir la Legislatura. Pero, además, tiene mucha experiencia en temas que me interesan, como la pequeña y mediana empresa, el cooperativismo y los créditos. Tengo una política muy agresiva con respecto a la vivienda; estamos planteando construir 10 mil soluciones habitacionales y otras 10 mil por crédito, lo cual implica poner una gran energía al análisis y estudio de cómo poder financiarlo.

–¿Cuál de sus dos listas de legisladores va a votar: la de Ginés González García o la Aníbal Ibarra?

–(Se ríe.) Soy del Frente para la Victoria; sin lugar a dudas, voy a votar la de Ginés.

–¿En algún momento dudó de asociarse con Ibarra?

–Las discusiones no fueron fáciles. Todas las fuerzas políticas que nos acompañan tienen cierta preocupación de hacer una alianza con una fuerza poderosa como el Frente para la Victoria, pero nuestra fuerza fue muy generosa, porque históricamente ha sido reacia a ceder protagonismo. Fui yo el que me dediqué especialmente a buscar y reunir a quienes tienen un modelo de ciudad parecido al nuestro. Discutí mucho para que no se diluyeran en nuestra fuerza porque lo interesante es que haya una coalición desde perspectivas autónomas e independientes.

–¿Disfruta como candidato?

–Uno tiene momentos de gran disfrute y otros de mucha tensión. Si ves un afiche que te denigra a vos o a tu familia y que hay gente que puede creérselo... no soy impermeable al dolor personal. Nuestra campaña fue como me la imaginé: las cosas que me critican, que soy poco conocido, de perfil bajo, tienen que ver con mi manera de ser.

–¿Tiene miedo de haber hecho el ridículo en alguna foto o alguna aparición en televisión?

–No. En una semana le cuento todas las disyuntivas que tengo para la semana que viene.

–¿Por ejemplo, programas donde ya estuvieron los otros candidatos?

–Sí, Telerman da bien para esas cosas, pero yo qué tengo que ver; es lo mismo que pedirle a él alguna idea inteligente; cada uno tiene lo suyo.

–¿Qué evaluación hace de la campaña? ¿Le parece que fue limpia o hubo campaña sucia, como denuncian Telerman y Elisa Carrió?

–La campaña sucia fue la de los afiches, pero no de parte de los candidatos. No sentí que me denigraran los otros candidatos ni creo haberles faltado el respeto.

–¿Les reconoce virtudes a Telerman y a Macri?

–Cada uno tiene virtudes en lo suyo. La gestión de Telerman en Cultura no fue mala aún. De Macri rescato que aprendió, que cambió totalmente el discurso; hizo una campaña inteligente.

–¿Le cree?

–No, por supuesto; representa las políticas de los ’90.

–Usted en los ’90 fue subsecretario de Educación porteño con Carlos Grosso y jefe de gabinete de asesores de Susana Decibe, la ministra de Educación que implementó la reforma educativa.

–Cuando me fui de la Subsecretaría de Educación, me ofrecieron dos veces ser viceministro de Educación y las dos veces dije que no. Que en algunos temas puntuales haya colaborado, no hace que tenga responsabilidad política. En esos años en el peronismo siempre estuve en las listas de oposición. Los intelectuales tenemos las características de escribir lo que pensamos y si algo hubiera sido escrito a favor de las políticas de esos años, hubiera estado en todos lados. Si hubiera, además, alguna situación donde se pudiera inferir que tuve que ver con la política de los ’90, los sindicatos docentes no me respaldarían como lo hacen.

–Si la ciudad no la conduce el kirchnerismo, ¿es lo mismo que quede en manos del macrismo o de la coalición Telerman-Carrió?

–Es lo mismo. Las dos fuerzas tienen como uno de sus objetivos poner palos en la rueda del proyecto que empezó en 2003, las dos me parecen reaccionarias, las dos significan un retroceso para la ciudad y ninguna de las dos está en condiciones de transformar la ciudad.

–¿Qué opina de la citación a indagatoria de Telerman por el caso del título de licenciado?

–No opino. Tiene que dictaminar la Justicia si incurrió o no en un delito.

–A modo de defensa durante el debate, usted le dijo a Telerman que se había ofrecido para “títere” de Néstor Kirchner y que no lo habían aceptado. ¿Quiere decir entonces que usted lo es?

–El último títere era Kirchner; el Chirolita de Duhalde, ¿se acuerda? Salió bastante mal. Cualquiera que me conozca sabe la autonomía que tengo y tanto es así que mi viceministro es Juan Carlos Tedesco, un académico que no pertenece a ningún partido político, y mi viceministro en el área universitaria Alberto Dibbern, un radical que no es K, sino que más bien viene de la línea de Federico Storani.

–¿Por qué el kirchnerismo no aprovechó su condición mayoritaria para avanzar con la derogación de la Ley Cafiero?

–Porque no hubo una decisión clara de que era necesario hacerlo como empieza a haber ahora.

–El final es entre usted y los lectores, dígales lo que quiera.

–Lo que tenemos para plantear es la coherencia de nuestra propuesta y de lo que se hizo en estos cuatro años en la Nación y lo que pensamos resolver en la ciudad. Estamos frente a una oportunidad histórica y somos la fuerza con la capacidad de realizar los cambios que hacen falta.

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