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Juraron los ministros de Macri, un equipo en el que falta Riquelme

El jefe de Gobierno definió a su grupo de colaboradores como “valioso, inteligente y generoso”. Dos de ellos con causas judiciales.

 Por Santiago Rodríguez

Mauricio Macri puso ayer en funciones a los ministros de su gabinete. De buen humor, el flamante jefe de Gobierno bromeó en un par de oportunidades con sus colaboradores, aunque después se puso serio y les advirtió: “Al PRO no se le va a perdonar la intrascendencia. Por eso, los convoco a iniciar una gestión con creatividad, convicción y mucho trabajo”. Macri también aclaró que “no hay afecto que cubra la ineficacia” y les ordenó ponerse a trabajar de inmediato. “Para nosotros no hay asueto”, ironizó, a propósito del cese de actividades dispuesto con motivo de la asunción de Cristina Fernández de Kirchner, con el que dijo estar en desacuerdo.

La jura del gabinete de Macri y los demás funcionarios que completarán la primera línea de la administración porteña fue en el Teatro General San Martín. La ceremonia arrancó puntual y fue breve, dos marcas que el nuevo jefe de Gobierno pretende registrar a su nombre. “Nuestro tiempo vale lo mismo que el de los vecinos. Ser puntuales y breves es PRO”, machacó el propio Macri.

Faltaban todavía unos segundos para las nueve y media –la hora prevista para el comienzo del acto–, cuando los operarios del teatro levantaron el telón de la Sala Casacuberta. Macri, Gabriela Michetti y sus principales colaboradores quedaron entonces a la vista del público, que en las últimas filas todavía seguía acomodándose: el jefe de Gobierno y su vice ocupaban un escritorio instalado al frente del escenario; los demás estaban acomodados en una hilera de sillas dispuesta detrás, en forma semicircular.

El primero en jurar fue Horacio Rodríguez Larreta y lo hizo como la mayoría: por Dios, la Patria y los Santos Evangelios. El ya formalmente jefe de Gabinete porteño casi no había terminado el trámite cuando Macri salió con el primero de sus chistes. “Por las dudas que te olvides, firmá”, le dijo Macri y le señaló el acta correspondiente.

El segundo en pasar fue Néstor Grindetti y dio lugar a otra broma. “Nos enteramos de todos los nombres raros que hay”, remarcó Macri, al escuchar que el locutor convocaba a su ministro de Hacienda como Néstor Osvaldo. El siguiente tuvo que soportar el mismo chiste: Guillermo Tristán Montenegro, ministro de Seguridad y Justicia.

En cuestión de minutos juraron también todos los demás: Jorge Lemus (Salud), Mariano Narodowsky (Educación), Daniel Chain (Desarrollo Urbano), Hernán Lombardi (Cultura), Esteban Bullrich (Desarrollo Social), Francisco Cabrera (Desarrollo Económico), Juan Pablo Piccardo (Medio Ambiente y Espacio Público), Marcos Peña (Secretaría General), Gregorio Centurión (Comunicación), Pablo Clucellas (Secretaría Legal y Técnica) y Pablo Tonelli (Procuración General).

Ninguno despertó grandes pasiones. Apenas si se escuchó algún “bravo” cuando juraron Peña y Centurión, los más aplaudidos.

“Estoy muy contento y orgulloso del equipo que hemos armado”, enfatizó Macri y lo definió a su grupo de colaboradores como “valioso, inteligente y generoso”. No se refirió a la imputación por “malversación de caudales” que pesa sobre Piccardo en una causa que le entabló la cervecera en la cual fue gerente; tampoco, a la causa por estafa que Grindetti tiene en Misiones, en la que se investigan irregularidades en la construcción de una represa.

Macri atribuye las denuncias sobre las causas judiciales que cargan sus funcionarios a una “campaña para instalar un clima adverso” hacia su gestión. En esa línea, alentó a sus colaboradores a “superar algún palo en la rueda que nos pongan” y les sugirió poner “emoción” en sus tareas para lograrlo.

Entre las instrucciones públicas que Macri dio a sus funcionarios figuran también manejarse con “austeridad” y tener “mucho cuidado a la hora de manejar el dinero de los vecinos”. “Una idea es genial –precisó– cuando cuesta poco y beneficia a mucha gente.”

Macri también les indicó a sus colaboradores que “digan siempre la verdad” y resaltó que “el mayor respeto deberá ser siempre hacia la palabra empeñada”. Además, señaló: “Somos como una hormiga que tiene que mover a un elefante; las obras que iniciemos deben terminar en fecha y con el gasto estipulado.”

El jefe de Gobierno se mostró menos contemplativo que Miche-tti. En un discurso previo en el que confesó “la panza duele y uno se siente tenso porque el desafío es grande”, la vicejefa ofreció “cuenten conmigo para ponerles onda a las cosas” y resaltó los lazos afectivos que unen a los miembros del gabinete. “No hay afecto que cubra la ineficacia”, les avisó Macri e insistió en el mensaje de que “llegó la hora de que acabemos con la parla y empecemos a trabajar”.

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Mauricio Macri y Gabriela Michetti, con el gabinete porteño en el teatro San Martín.
 
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