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Piel de empresario sensible

Las desgarradoras pruebas de la pobreza en la Argentina también consiguen erizar la piel empresaria. Nunca en un coloquio un expositor consiguió la ovación que ayer arrancó Abel Albino, director del Conin, programa contra la desnutrición infantil que se aplica en Mendoza. No fue sólo la apelación sincera a solucionar el más urgente de los problemas locales, la pobreza extrema, lo que impresionó al auditorio patronal. Fueron también las estremecedoras imágenes con que acompañó su discurso, fotos de sufridas criaturas víctimas del marasmo –enfermedad por la que el cuerpo se devora a sí mismo– o de precarios rancheríos suburbanos. El aplauso fue el más prolongado y sincero de los que se escucharon en el Sheraton marplatense. En la apertura del mismo panel matinal, el director de la Sociedad de Estudios Laborales, Ernesto Kritz, demostró poco antes de Albino cómo se deterioró la situación laboral a partir de la devaluación. Según destacó Kritz, las remuneraciones del “privilegiado” sector de empleados formales retrocedieron 30 puntos en lo que va del año. Esta pérdida salarial deja los sueldos al mismo magro nivel de la hiperinflación de 1989, a pesar de los 100 pesos no remunerativos que dispuso el Gobierno. El presidente de Cáritas, Eduardo Serantes, completó el dramático cuadro denunciando la “falta de control social sobre los planes sociales”.

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