EL PAíS › EL EX GRUPO A SE QUEDó SIN FUERZA DE BLOQUEO

Los acompañantes menos esperados

 Por Sebastian Abrevaya

El nuevo régimen de trabajo agrario, convertido en ley en el Senado Nacional, cristalizó ayer la nueva etapa del Congreso inaugurada tras la victoria de la presidenta Cristina Fernández. La oposición en su conjunto, con la misteriosa excepción del ex presidente Carlos Menem, decidió acompañar en general la iniciativa, rompiendo con la estrategia del rechazo sistemático de las iniciativas del Frente para la Victoria. “El radicalismo no va a hacer oposición boba”, señalaron cerca del nuevo jefe de bloque, Luis Naidenoff. Pero lo más llamativo fue el apoyo del peronismo disidente, que a través de Adolfo Rodríguez Saá manifestó severas críticas en algunos puntos de la iniciativa, aunque terminó votando positivamente en general. En ese mismo momento, uno de sus principales aliados, el líder sindical de la Uatre, Gerónimo “Momo” Venegas, se manifestaba en las afueras del Congreso para impedir su aprobación.

El escenario político consustanciado ayer en la Cámara alta rompió con dos años de disputas a todo o nada entre la oposición y el kirchnerismo. Tanto para el Presupuesto (ver página 4) como en el estatuto del Peón Rural, el extinto Grupo A facilitó el quórum y, además, acompañó el proyecto oficial. El peronismo disidente, autodenominado en el Senado como “Frente Federal”, reconoció “aspectos positivos”, como la jornada laboral de ocho horas diarias y 44 horas semanales, la jubilación a los 57 años de edad, sin distinción de sexo, la protección contra el despido y la incorporación de convenios colectivos.

Este bloque no se privó, sin embargo, de hacer las críticas más duras. Defendió la tarea de Venegas y acusó al kirchnerismo de querer arrebatarle “la caja”. La salteña Sonia Escudero consideró que “por exclusivas razones políticas, se sustituye el Renatre (actualmente conformado por trabajadores y empleadores) por un nuevo organismo (Renatea) en manos exclusivas del Gobierno”.

Esta fue una crítica acompañada también por el radicalismo y el Frente Amplio Progresista. “Desde el FAP apoyamos en general la Ley del Estatuto del Peón Rural. Pero queremos un Estado presente, no un Estado que actúe para intimidar sin el consenso necesario”, aseguró el bonaerense Jaime Linares. “Esta ley tiene que ver con históricas banderas de lucha de los trabajadores del campo”, completó el vicepresidente del Senado, Gerardo Morales, y agregó que “no queremos quedar en medio de la pelea política, porque la norma vigente, 22.248, es una rémora de la dictadura que merece mejorarse”.

Todos estos bloques opositores hicieron sus planteos en el debate en particular, salvo Carlos Menem. Durante su presidencia, el senador riojano transformó el Instituto de Servicios Sociales en la Obra Social de los trabajadores rurales. Esos fondos son manejados por Venegas a partir de 1999. Desde el Frente para la Victoria se sorprendieron y no supieron explicar los motivos de la votación de Menem, que hasta ahora venía actuando en sintonía con el oficialismo, a pesar de integrar una bancada independiente. Contrariando las costumbres del cuerpo, el ex presidente no pidió la palabra para fundamentar su voto en contra.

“Al final, el radicalismo y el socialismo terminaron poniendo la cara por el Momo”, señalaron fuentes del FpV en relación con el tratamiento en particular, en el que rechazaron la creación del Renatea. Es lo que dijo Pichetto durante el debate: “El corazón del proyecto es que el Estado recupere funciones que le corresponden”.

De esta forma quedó sepultado definitivamente el Grupo A en el Senado, que hizo transpirar al oficialismo y tantas frustraciones le generó a la oposición.

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