EL PAíS › LA POLITICA DE LULA Y SU CRISIS

Historia tan parecida

 Por Alfredo Zaiat

Puede terminar siendo una historia tan parecida que hasta produciría pudor. Y también incredulidad. Si resulta fácil intuir cuál puede ser el final, conociendo el traumático desenlace tan fresco y cercano, por qué insistir en transitar un sendero que lleva al fracaso. Cada uno de los capítulos de esta tragedia anunciada son tan parecidos que producen un sabor amargo, porque no es de buen amigo presentir los mismos pesares padecidos. Pero vaya a saber uno por qué pasan esas cosas. O, más bien, se sabe, pero resulta incomprensible que la esperanza que rodeó la llegada del primer presidente obrero al poder de la potencia económica de la región se diluya por repetir un modelo que los argentinos ya probaron que concluye en fracaso. Gestos a los mercados para ganar confianza; alumno aplicado con el FMI; actos de fe ante el poder inquisidor de las finanzas; política económica de “conversos” para no asustar a los inversores, y, por lo tanto, elogios del ortodoxo poder financiero internacional. No es una descripción del gobierno de la Alianza, que ya se sabe cómo terminó, sino de la actual gestión de Luiz Inácio Lula da Silva. Hasta se empieza a publicar que el líder del PT tiene un vínculo complicado con las bebidas alcohólicas, como en su momento decían de Fernando de la Rúa con su cóctel de scotch y pastillas.
Si Brasil cumplió con los mandatos del FMI, ofrendando un superávit fiscal superior al reclamado, y si aplicó un política monetaria ortodoxa, fijando elevadas tasas de interés que ahogaron a la industria y brindaron ganancias extraordinarias al sistema financiero, ¿por qué lo castigan ante una simple insinuación de que aumentará la tasa de interés internacional? ¿Qué explicación tienen los economistas de la city especialistas en pronósticos errados? El riesgo país de Brasil (¿se acuerdan de ese indicador que se había transformado en un integrante más de la familia?) cerró ayer a 798 puntos. Hace menos de un mes se ubicaba en la mitad.
¿Qué es, entonces, lo que no funciona? Aunque suene simplista y hasta en tono de consigna, lo que no funciona es gobernar para el “mercado”. No sirve organizar toda una gestión en función de satisfacer a burócratas del Fondo Monetario que, residiendo en cómodas oficinas de Washington, se empecinan en condenar al fracaso a países de elevado endeudamiento que siguen sus recetas. Ya se puede adelantar a quién le cargarán las culpas del derrape, que no será a esa estrategia económica perversa de descalabro sino a la irresponsabilidad de los políticos que no están acompañando a Lula en su gesta de salvar a la nación. Le achacarán que la alianza que lo depositó en el poder sufre desmembramientos del PT por izquierda y cuestionamientos por otra vereda, liderada por el vicepresidente y empresario textil José Alencar.
Es revelador en ese sentido un editorial de fines de marzo del conservador Financial Times. Pondera la estabilidad de precios y la reforma en el sistema de seguridad social como logros notables del gobierno del PT. Pero advierte que, debido a que “la recuperación de la economía brasileña es más lenta de lo que se esperaba”, Lula está atravesando un período de fuertes críticas. El FT recomienda que “Lula no debe permitir que los vientos lo desvíen de su rumbo”. Un escenario de fracaso de Lula no sería uno más de los que se han ido acumulando en los últimos años en la región. Significaría un golpe fuerte a la corriente de cambio que va cubriendo a Latinoamérica luego de décadas de neoliberalismo. Por eso mismo no es irrelevante el editorial del FT, que resume el pensamiento de los sectores que presionan para que Lula siga con la política que lo acerca al abismo.
Con esa política el desenlace será lo que se quiere evitar, y que se disfraza con eufemismos para no convocar a ese fantasma: el default. No es un destino ineludible una cesación de pagos caótica como la vivida en Argentina, pero sí lo es una refinanciación de sus abultados pasivos. Si el gobierno de Lula no se adelanta a esa tarea, incluso consiguiendo ayuda financiera del FMI y de Estados Unidos como cabeza del Grupo de los Siete países más poderosos del planeta, el final de esa historia la escribirá el mercado. Y a esta altura se distingue cuál es la caligrafía de esa pluma.

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