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“Es una continuidad de la lógica de Juan Pablo II”

A propósito de la designación en Santiago del Estero, el sociólogo Fortunato Mallimacci habla de una “línea hegemónica” dentro del catolicismo que guiaba el anterior Papa y que sigue Benedicto XVI. No cree que haya obispos progresistas.

 Por Santiago Rodríguez

“No creo que haya obispos progresistas y obispos de derecha”, aclara casi de entrada el sociólogo Fortunato Mallimacci y confiesa que la designación de Francisco Polti al frente de la diócesis de Santiago en reemplazo de Juan Carlos Maccarone no lo sorprende. “Es una continuidad con la lógica que había impulsado ya Juan Pablo II y ahora continúa Benedicto XVI”, sostiene y precisa que se pretende “reafirmar la identidad católica y las certezas que el catolicismo debe dar frente a una sociedad que consideran relativista”. En esa línea Mallimacci agrega: “Estoy en contra de esta idea de hacer creer que acá hay un ataque contra la Iglesia argentina que es qué... ¿progresista? Estamos todos locos, si fueron cómplices de todas las dictaduras.”

–¿Cuál es su análisis del nombramiento de Polti?

–Es una continuidad con la lógica que había impulsado ya Juan Pablo II y ahora continúa Benedicto XVI, que sigue siendo hegemónica en el catolicismo universal. Hay una continuidad con una manera de pensar el catolicismo que es la de reafirmación de identidades y certezas. No creo que haya obispos progresistas y obispos de derecha; lo que sí pueden existir son luchas de poder dentro del Episcopado.

–¿Es lo mismo Maccarone, por ejemplo, que Polti?

–¿Y qué los diferenciaría? Los dos condenan el aborto, los dos condenan las relaciones homosexuales, los dos condenan el preservativo, los dos se disciplinan, los dos forman parte de un cuerpo episcopal en el que esas diferencias casi no se notan. El auge de las comunidades católicas como el Opus Dei hoy es totalmente legítimo al interior del catolicismo; a nadie le sorprende que haya un obispo del Opus Dei. ¿Por qué se va a sorprender uno? ¿Por qué le va a decir uno que es de derecha?

–O sea que usted no ve el nombramiento de Polti como un nuevo giro de la Iglesia argentina hacia la derecha.

–La Iglesia es de derecha. El auge de estos movimientos tipo Opus Dei está mostrando un modo de sociabilidad comunitario al interior del catolicismo que está en el centro de esta idea de recomponer la identidad católica y esto me parece importante. Este comunitarismo que es fuerte a nivel universal también se va haciendo fuerte en la Argentina y quiere imponer a sus fieles regulaciones sobre el cuerpo, la contracepción, la familia y los dogmas. El problema es que se apuesta a eso a pesar de que la sociedad está cada vez más pluralista, compleja y quiere recrear su propia concepción de la sexualidad, la mujer, la pareja y la libertad.

–¿Qué reacción imagina de parte de la Iglesia argentina frente a este nuevo avance de Roma?

–Los obispos argentinos aceptan a los otros obispos porque son nombrados por la misma institución; esto es de hace diez, cuarenta y ochenta años. Al menos desde Juan Pablo II y Benedicto XVI los nombramientos de los obispos van en esto de reafirmar la identidad católica y las certezas que el catolicismo debe dar frente a una sociedad que consideran relativista. Nadie protesta frente a estas designaciones porque forma parte de la manera en que los obispos son designados y del amplio consenso que existe en la Iglesia sobre quiénes deben ser los nombrados a llevar adelante este proceso de reafirmar identidad y certezas.

–Nadie protesta, pero el Vaticano decide una vez más en relación con la Argentina sin consultar al Episcopado local.

–¿Por qué habrían de consultar? Estoy en contra de esta idea de hacer creer que acá hay un ataque contra la Iglesia argentina que es qué... ¿progresista? Estamos todos locos, si fueron cómplices de todas las dictaduras.

–¿En términos de la relación política entre la Iglesia y el Gobierno cabe alguna lectura del nombramiento de Polti?

–El Opus Dei es una organización importante del catolicismo, recibe el apoyo de sectores financieros y de empresas, tiene universidades altamente reconocidas, tiene recursos propios para mantener sus sacerdotes, su gente, sus casas y su presencia en la sociedad. Es un hecho que vuelve a plantear si el Estado debe seguir financiando a los obispos que se nombran; o sea, si la Ley 21.950 firmada por Videla y Martínez de Hoz en el ’79 va a seguir siendo vigente en la democracia.

–¿Le parece que el Gobierno avanzará en ese sentido?

–La sociedad argentina es cada vez más pluralista y respetuosa de la diversidad, que no quiere relaciones carnales con ningún grupo religioso. Hay una asignatura pendiente que uno espera que este Gobierno, que había dicho que iba a salir del alineamiento automático, concrete y hasta el día de hoy no lo ha hecho.

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Fortunato Mallimacci dice que no lo sorprendió la designación de un obispo del Opus Dei.
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